El síndrome de las piernas inquietas: el trastorno neurológico crónico que sufren más de 3.000 cordobeses
Salud
Pese a su elevada prevalencia, continúa siendo una enfermedad escasamente reconocida en los ámbitos sanitario, social y laboral
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Córdoba/El Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI) es un trastorno neurológico crónico, frecuentemente infradiagnosticado, que ocasiona graves alteraciones del sueño, deterioro funcional e impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes. Pese a su elevada prevalencia, continúa siendo una enfermedad escasamente reconocida en los ámbitos sanitario, social y laboral.
En la provincia de Córdoba son más de 3.000 las personas que padecen esta enfermedad, que afecta a cualquier de edad. De hecho, aunque su prevalencia es mayor entre los 45 y 65 años, 294 menores en toda Andalucía la sufren, de los que 19 tienen menos de 4 años. En toda la comunidad autónoma, hay 30.644 personas afectadas, de las que el 73% son mujeres (22.433) y el 27% hombres (8.211), padecen esta enfermedad que afecta a cualquier edad.
Por provincias, en Almería, 2.513 personas sufren el SPI (1.841 mujeres y 712 hombres); en Cádiz, 4.175 (3.091 mujeres y 1.084 hombres); en Córdoba, 3.040 (2.313 mujeres y 727 hombres); en Granada, 4.257 (3.098 mujeres y 1.159 hombres); en Huelva, 1885 (1.407 mujeres y 478 hombres); en Jaén, 2.211 (1.656 mujeres y 555 hombres); en Málaga, 5.011 (3.522 mujeres y 1.489 hombres) y en Sevilla, 7.512 (5.505 mujeres y 2.007 hombres).
Es por ello que el secretario general de Planificación Asistencial y Consumo de la Consejería de Salud y Consumo, Ismael Muñoz, ha mantenido una reunión con una representación de la Asociación Española Síndrome de Piernas Inquietas (Aespi) encabezada por Juan José Méndez, que ha trasladado a la Consejería la importancia de formar a profesionales de Atención Primaria por personal experto en neurofisiología, con el objetivo de reducir los tiempos de diagnóstico, así como la importancia de visibilizar la enfermedad mediante líneas de colaboración institucional, integrando el SPI o Enfermedad de Willis-Ekbon (EWE) en la administración o participando pacientes de esta patología en mesas de expertos como asesores.
Tras la reunión, que ha posibilitado el intercambio de información y la búsqueda de puntos en común y aspectos de mejorar sobre los que colaborar, Muñoz ha valorado la posibilidad de elaborar un documento piloto que explique el trabajo colaborativo entre el personal de neurofisiología del área hospitalaria a los profesionales de Atención Primaria para formarlos en el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad.
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