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Sanidad
Córdoba/Dolor, picazón, palpitaciones y un hormigueo en las piernas que no te deja dormir por las noches. Estos son algunos de los síntomas del síndrome de piernas inquietas, una enfermedad que padece entre un 5% y un 10% de la población cordobesa, especialmente mujeres. Se trata de una patología neurológica clasificada dentro de los trastornos del movimiento durante el sueño (es el más prevalente) cuyo día mundial se celebra cada 23 de septiembre.
La neuróloga del Hospital Reina Sofía Paula Martínez Agredano explica que es "una fisiopatología compleja", es decir, se produce por una integración entre muchos factores que pueden ser genéticos, ambientales y otras comorbilidades que tienen los pacientes. Entonces, el origen de esta enfermedad "no está totalmente aclarado, pero lo que sí sabemos es que hay una gran implicación en el metabolismo del hierro a nivel cerebral y también en el metabolismo del hierro con otros neurotransmisores como la glutamina, la adenosina y la dopamina".
Aunque puede aparecer a cualquier edad, es menos frecuente en niños y más en personas de 40, 50 o 60 años, con un predominio en mujeres. Como es una enfermedad que está asociada al metabolismo del hierro, las féminas tienen "un ciclo menstrual y tienen hormonas que pueden interaccionar con los otros neurotransmisores" como son como la glutamina, la adenosina y la dopamina. De hecho, la doctora explica que en un estudio que se hizo a más de 50.000 embarazadas, hasta en un 21% de ellas tenía una prevalencia de síndrome de piernas inquietas.
No hay que confundir este síndrome con el movimiento de piernas por la noche, que es otra enfermedad que se llama movimiento periódico de piernas, aunque algunos pacientes tienen ambas cosas. La pregunta clave que los neurólogos hacen a los afectados cuando llegan a la consulta es: "¿cuándo intenta relajarse o dormirse por la noche tiene sensaciones desagradables o inquietud en las piernas que hacen que se alivie cuando camine, se levanta y se mueve?".
Esa es la "pregunta clave", manifiesta Martínez Agredano, porque los pacientes describen "una sensación desagradable cuando van a iniciar el sueño, tienen una necesidad de moverse y ellos hablan de un hormigueo que no les deja dormir, no les deja parar en la cama, por lo que se levantan, caminan y así se les pasa".
Los especialistas llegan a la enfermedad mediante un diagnóstico clínico y deben distinguir entre síntomas parecidos asociados a patologías cardiovasculares, polineuropatías y neuropatías. A veces, la enfermedad de Parkinson también puede tener síntomas compatibles con síndrome de piernas inquietas.
El síndrome de piernas inquietass se considera la cuarta causa de insomnio ya que los afectados no pueden conciliar el sueño y se tienen que levantar varias veces en la noche. No duermen, no tienen un sueño reparador y eso puede afectar en el día a día. "Te puede cambiar el carácter, puede hacer que tengas síntomas de tristeza, de depresión, de intranquilidad, bajo rendimiento en el trabajo...", apunta la neuróloga del Reina Sofía.
Es de predominio vespertino, o sea, a la caída de la tarde o en la noche. Solamente en algunas ocasiones, cuando el paciente está muy avanzado, pueden tener síntomas cuando va a intentar echarse una siesta. Entonces, la única forma de descansar es echarse durante el día o con el tratamiento.
Como es una enfermedad del metabolismo del hierro, los especialistas hacen una analítica determinando los niveles de hierro, de ferritina (una proteína dentro de las células que almacena hierro) y el índice de saturación de transferrina. Una vez que el paciente cumple criterios de síndrome de piernas inquietas, debe diagnosticar si se trata de piernas inquietas intermitentes o crónicas.
Lo primero es precribir un tratamiento no farmacológico, de forma que se aconseja al paciente cambiar de hábitos de vida. La doctora Martínez Agredano resalta que hay que evitar el café, el alcohol y el tabaco porque pueden empeorar la enfermedad. Además, hay que realizar actividades de estimulación cognitiva, que requieran atención, como pasatiempos; y también hay que intentar hacer ejercicio.
También es muy importante la higiene de sueño, o sea, irse a la cama todos los días a la misma hora, evitar pantallas, evitar estimulantes antes de acostarse y evitar medicaciones que empeoren este síndrome. Por el contrario, benefician los masajes, el frío y las compresiones en las piernas.
El tratamiento farmacológico del síndrome de piernas inquietas empieza con la toma de hierro vía oral si el paciente presenta los síntomas menos de dos días por semana en el último año. La doctora destaca que las benzodiazepinas o a veces los opiáceos leves, como el tramadol, pueden mejorar los síntomas. Si la persona tiene un síndrome de piernas inquietas crónico, que aparece más de dos días por semana en el último año, se trata con dos fármacos que son la gabapentina o la pregabalina. Si con esto el paciente no mejora, la siguiente línea de tratamiento son los fármacos llamados agonistas dopaminérgicos comenzando con dosis muy bajas.
Puede darse el caso de un afectado que aún estando tratado con hierro, con gabapentina y con agonistas dopaminérgicos siga con los síntomas del síndrome de piernas inquietas. Entonces se considera ya un síndrome de piernas inquietas refractario. En esas circunstancias, "hay que buscar una tercera línea de tratamiento que son o bien los opioides o bien fármacos de nuevo estudio". Sobre esto, la neuróloga del hospital cordobés señala que "ahora se están haciendo muchos estudios con nuevos fármacos como el perampanel porque produce una inhibición del receptor AMPA y esto tiene una relación con los neurotransmisores que afectan a este síndrome, o bien con el dipiridamol, que es otro fármaco que también tiene otro mecanismo de acción pero que se ha visto en estudios y en ensayos que puede ayudar a la mejoría de los síntomas". Todos los pacientes con esta patología tienen un seguimiento por los doctores de Neurología del Reina Sofía.
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