Tradición

El ritual de la trashumancia regresa a Córdoba

Así ha sido el paso de las ovejas de Felipe Molina por Córdoba.

Siguen un rutina natural buscando pastos y en su camino desde la finca Las Albaidas cambian la tierra por el duro acerado de granito de Córdoba durante unos kilómetros. Las ovejas merinas de Felipe Molina se han vuelto a pasear por la capital cordobesa a primera hora de la mañana para dejar en el recuerdo una imagen que ya resulta clásica a partir de la segunda quincena del mes de julio en Córdoba.

Alrededor de 1.400 cabezas de ganado merino han atravesado la ciudad desde Carlos III para sorpresa de los viandantes que a primera hora de la mañana estaban en la calle hasta llegar a la Torre de la Calahorra para disfrute de propios y extraños, que en muchos casos han tenido que dejar paso a las ovejas, que simplemente, lo que han hecho es pasar por la cañada que estableciera Alfonso X El Sabio en el Medievo.

Si es la trashumancia, una práctica que no deja de defender Felipe Molina, que es la sexta generación de su familia y que sigue practicando a pesar de las intensas jornadas de calor que soportan, tanto él, como su padre, y la decena de personas -algunas de ellas pertenecientes a la Fundación Savia- que le acompañan cada verano en este singular caminar sobre sus pasos.

Y lo ha vuelto a hacer a pesar de la crisis sanitaria del coronavirus, un virus del que "las ovejas no se enteran", según ha reconocido a el Día este ganadero curtido en mil y un recorrido de estas características que se sabe casi al dedillo y que podría hacer casi con los ojos cerrados.

Una detrás de otra, siguiendo el paso marcado por las primeras que han cogido delantera y con un rumbo fijo, las ovejas de Felipe Molina, muy activo en las redes sociales -donde da cuenta de sus jornadas en el campo y muestra la evolución de sus rebaños- representan la tradición de la trashumancia, que poco a poco se va alejando de las prácticas ganaderas a pesar de lo vital de su importancia, ya que está bastante limitada en su desarrollo por la falta de caminos practicables para el ganado.

Sin embargo, la sostenibilidad que genera esta práctica es más que evidente y más aún en plena polémica tras las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre la reducción del consumo de carne. Una polémica a la que hace referencia este ganadero y de la que no ha tenido reparo en asegurar que "el mensaje tiene buena intención, pero no se ha explicado bien".

"Hay que comer carne, la de aquí y la carne de cordero es la que genera menos CO2 y, además, lo que produce se recupera en el suelo", ha detallado y ha subrayado también que se trata de “carne de calidad”.

Molina, que ha insistido en la necesidad de que se "valore la ganadería extensiva" ha seguido su rumbo hacia el río Guadajoz en una jornada para la que hay alerta activada, ya que se prevé que se lleguen hasta los 40 grados. Acostumbrado a ello, el ganadero también ha echado la mirada atrás y ha reconocido que el primer año de pandemia "fue brutal" para el sector, pero "a partir de diciembre las exportaciones han aumentado y se ha quitado el stock".

Con la esperanza de que la situación se revierta poco a poco, las ovejas de Molina han paseado de lo lindo por las calles de Córdoba en busca de su nuevo destino estival: fincas a las que acuden cuando ya están recolectadas y así hasta llegar al municipio de Guadalcázar, donde se quedarán hasta otoño. Será entonces cuando regresen y deshagan sus pasos andados. Entonces no serán 1.400 ovejas merinas las que vuelvan, sino alrededor de 2.000, ya que a mediados del mes de agosto, según ha explicado Molina, "bajaremos otro lote de ovejas que han tenido terneras pequeñas ahora, con lo que volveremos del tirón".

Mientras tanto, sus ovejas seguirán trashumando y llevando a la práctica esta tradición ancestral.

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