Los diez rincones ocultos de Córdoba
Turismo
El Arco de la Media Luna, la Casa de las Bulas, la calleja de la Hoguera o la Cuesta de Peromato son algunos de los parajes ocultos que conservan aún la esencia cordobesa
Historias y leyendas. Cada uno de los rincones de Córdoba esconde mitos y anécdotas, pero a menudo pasan desapercibidos. Por ello, el Ayuntamiento ha instalado una nueva señalización en el casco histórico de la ciudad sobre diferentes monumentos o emplazamientos.
Un total de 22 mupis –paneles informativos– ofrecen datos adicionales sobre más de 200 hitos cordobeses. Algunos más célebres. Otros desconocidos, incluso para los vecinos del barrio antiguo. El proyecto apuesta por las nuevas tecnologías y cuenta con una aplicación móvil y una página web –Andando Córdoba–. La plaza de la Corredera, San Basilio, Regina o la Trinidad … la propuesta sugiere hasta 26 zonas de Córdoba para conocer y potenciar otros lugares de interés diferentes a la Mezquita-Catedral.
A su vez, Andando Córdoba invita a realizar siete rutas diferentes. Comienzan en las antiguas puertas de la ciudad histórica y concluyen en la Mezquita-Catedral, como eje central.
Los paseos sugeridos son: Calahorra –con una duración estimada de diez minutos–; Puerta Sevilla –20 minutos–; Bulevar –25 minutos–, que pasa por la Puerta de Almodóvar y la plaza de Colón –25 minutos–, con la antigua Puerta del Rincón, Puerta del Colodro –40 minutos–; Puerta de Plasencia –40 minutos–; y Puerta de Baeza –25 minutos–. Cada visitante debe tomarse el tiempo que necesite para disfrutar de los rincones y secretos ocultos. Todas las ciudades esconden pequeños detalles que sólo son apreciables al detenerse y contemplar con los cinco sentidos.
Córdoba esconde magia. La ciudad cambia con las agujas del reloj. De día, paredes blancas, el color de las macetas y las flores colgadas de los balcones, el característico olor a especias y el tacto del cuero en las calles empedradas. De noche, el silencio y el embrujo clásico de la ciudad, los altares con infinitas velas que iluminan al Cristo de los Faroles y a San Rafael, que animan a descubrir las leyendas cordobesas.
El horario de visita es un factor clave, sobre todo, por el clima y para evitar el bullicio. Se pueden pasear con la luz del amanecer, que dan vida a los colores cálidos, propios de primavera y otoño. Para verano, es recomendable realizarlas a primera hora de la mañana o por la noche, para evitar el singular calor de Córdoba en esta época del año. También hay que tener en cuenta que los monumentos y puntos de interés tienen un horario de visitas, por lo que se debe consultar antes de programar la ruta.
No hay por qué seguir los itinerarios al pie de la letra. Andando Córdoba invita al caminante a calzar zapato cómodo y a no hacer siempre la ruta señalada. A veces, perderse es descubrirse.
Una ruta diferente
el Día ha realizado una ruta diferente, a partir de los hitos recomendados en el proyecto Andando Córdoba del Consistorio. Este trayecto pretende escapar de excursiones a los monumentos más característicos, pero muestra otra cara de la historia de la ciudad. Sucesos desconocidos que marcaron un antes y un después en la sociedad cordobesa y que, hoy en día, dan nombre a cantidad de puntos de interés menos reconocimiento.
Junto a la estatua de Averroes, se encuentra el llamado Arco de la Luna, que pasa desapercibido para muchos que prefieren acceder al casco histórico por la Puerta de Almodóvar o Caballerizas Reales. Bajo el arco está la calleja Media Luna, otro de los enclaves más desconocidos, incluso por los cordobeses, y da paso a la pequeña plaza que recibe el mismo nombre. En su interior destaca una fuente del dios Pan y una columna con la imagen de la Virgen de la Luna, un entorno idílico para despejar la mente con el sonido del agua caer y tomar un aperitivo en la misma plazuela, antes de comenzar el camino. Además se puede observar la espalda de una de las casas señoriales de la zona, la Casa de las Pavas.
El itinerario continúa por la calle Villa Ceballos. Una estrecha calleja en la que detenerse, mirar hacia arriba y apreciar cada detalle en las paredes y arcos. Seguro que surgirá más de una sorpresa.
En la plaza Maimónides hay un tramo que recorrer por la calle Judíos. En ella se encuentra la Sinagoga, uno de los monumentos más visitados de Córdoba, y que hace que pase desapercibida la Casa de Sefarad. Este punto rescata el legado casi desconocido de la tradición sefardí y judía, con exposiciones permanentes en cinco salas. En la misma calle está la Casa Andalusí, que en esta época del año se decora al estilo más propio. En este punto, es recomendable detenerse y observar como las fuentes vierten agua sobre una gran cantidad de pétalos y flores.
En la misma zona se encuentra el Zoco Municipal de Artesanos, una antigua casa de vecinos que recibía el nombre de Casa de las Bulas, que alberga varios talleres de artesanos que permiten adquirir productos locales y también conocer cómo se elaboran artesanalmente ante los ojos del visitante.
El itinerario tiene una salida por la calle Averroes, que da acceso a la capilla de San Bartolomé. Uno de los mejores ejemplos de arte mudéjar de Córdoba y otra de las joyas desconocidas de la ciudad. Además del patio, se puede visitar el interior del monumento, que alberga una nave con una bóveda, yeserías y un zócalo de azulejo.
El itinerario continua y, a mitad de la calle Deanes se encuentra un acceso a la vía Céspedes. La calleja de la Hoguera parece un laberinto, pero no tiene pérdida. Es desconocido para turistas y poco transitado por los cordobeses. Esta calleja muestra la histórica Córdoba musulmana donde, a medio camino, se encuentran un pequeño alminar llamado la Mezquita de los Andaluces.
En este punto, llega la segunda parada para reponer fuerzas. En la calle paralela, en Velázquez Bosco, se encuentran los Baños Árabes de Santa María, que antiguamente daban nombre al paseo como calle del Baño. Estos baños de época mudéjar conservan las galerías originales y algunas de las bóvedas. Desde la sala de agua caliente se puede acceder a un aljibe que se encuentra a diez metros de profundidad. Pero la parada no es para darse un baño al puro estilo califal, sino para hacer disfrutar al paladar y al oído. En caso de realizar la ruta por la tarde, es imprescindible hacer una parada para degustar una típica cena acompañada de un espectáculo de flamenco. Respirar el folclore mientras se contempla este espacio por la noche es único.
Hasta la plaza de Las Tendillas
La ruta prosigue su dirección en dirección hasta la plaza de Las Tendillas y, al entrar por la calle Alta de Santa Ana, se desemboca en la Cuesta de Peromato. Este pasaje es conocido como el de más pendiente de la ciudad, encajado entre los muros del convento de Santa Ana, el colegio de Santa Victoria y el Museo Arqueológico. La cuesta recorre el antiguo graderío del teatro romano, también un paso poco conocido. Como cada rincón, esconde una historia de misterio. En este caso, un final trágico en la relación entre Pedro Pera, su mujer y la familia de los Páez. Pero no se harán spoiler, es mejor descubrirlos por uno mismo.
Y qué mejor para finalizar la ruta que la calle Cabezas, que apadrinó el nombre por un hito del siglo X, una de las leyendas más populares de la ciudad. Junto a ella, la estrecha calleja de los Arquillos, donde aseguran que se expusieron las cabezas de los Siete Infantes de Lara.
Aunque está cerrada por una verja, se puede acceder desde la casa-museo Casa de las Cabezas, que abrió sus puertas al público recientemente. Fue alcázar de Almanzor y prisión del padre de los siete infantes, Gonzalo Gustioz. La casa solariega es uno de los mejores ejemplos de la Córdoba medieval, que muestra cómo eran los patios y las estancias de la época.
Más alternativas
¿Más alternativas para revivir las leyendas de la ciudad? Si queda tiempo para disfrutar, se puede ampliar el itinerario y conocer el palacio de los Marqueses del Carpio, la antigua ermita de la Aurora o el Arco del Portillo.
En otros puntos de la capital, quedan escondidos otros edificios históricos, como la ermita de la Alegría, camuflada con la colegiata de San Hipólito, la Fuenseca en Santa Marina, que casi pasa desapercibida, o el Alminar de San Juan, el único que ha llegado intacto hasta hoy. Hay fachadas que aún conservan elementos ornamentales centenarios. También, en la calle Lineros con Candelaria, se encuentra un curioso altar de San Rafael junto a los patronos de Córdoba. Es el único retablo callejero conservado, construido como agradecimiento de los devotos por librarse de una epidemia de peste en el 1801.
Son motivos por los que hay que detenerse con calma y disfrutar de los pequeños detalles.
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