Retorno de los parcelistas a Guadalvalle: "Ahora solo nos toca limpiar todo lo que el lodo nos ha dañado y esperar que el seguro actúe"
Los vecinos de las parcelaciones evacuadas por el Ayuntamiento por la crecida, tras las intensas lluvias, del Guadalquivir intentan recuperar la normalidad
La parcelación de Guadalvalle tras el paso del temporal

Córdoba/El pasado lunes 17 de marzo, hace apenas una semana, Córdoba se desbordaba tras muchos días de intensas lluvias. El Ayuntamiento de la capital ordenó al filo de la madrugada la evacuación de las parcelaciones más propensas a sufrir inundaciones en el término municipal. Se temía -y con razón- que se repitieran las imágenes dantescas que se vivieron en esas zonas con la también crecida del Guadalquivir en 2010, año en el que esa crecida del caudal del río por, como en esta ocasión, incesantes lluvias, anego innumerables viviendas.
La medida municipal se acordó por el comité asesor del Plan de Emergencia Local, después de que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) activara el aviso rojo por el nivel alcanzado por el cauce del Guadalquivir a su paso por Córdoba y Valchillón, así como por el nivel amarillo que, en esos momentos, se había decretado también en el Cuzna. Todos ellos con afección directa en el municipio de Córdoba.
Las parcelas potencialmente afectadas por anegaciones, y, por tanto, sobre las que recaía la orden de desalojo, son la Ribera Baja de Alcolea, Camino de la Barca, Guadalvalle y la Altea, en los alrededores del Aeropuerto, así como el asentamiento Molino de Ciego en el arroyo Pedroche. La Policía Local fue la encargada de llevar a cabo los desalojos. Además, por parte de los Servicios Sociales del Ayuntamiento se dispuso alojamientos en varios hoteles de la ciudad para aquellas familias que no tuvieran otro recurso habitacional.
El Consistorio recordó entonces que el nivel rojo indicaba “situación hidrológica muy peligrosa, posible inundación de zonas habitadas y corte de vía de comunicaciones importantes e implica reforzar las medidas de seguridad y prevención a la población". El fantasma de 2010 volvía a rondar en las parcelaciones.
Varias familias de la parcelación de Guadalvalle, residentes en las calles Las Tórtolas y La Perdiz mayoritariamente, comenzaron ya en la tarde de ese lunes a desalojar sus viviendas de manera voluntaria después de que los agentes de la Policía Local les informaran de un riesgo inminente por la crecida del río.
Tras varios días marcados por la incertidumbre, el pasado viernes el comité asesor del Plan de Emergencia Local acordó, tras el descenso del nivel del Guadalquivir, desactivar la situación de preemergencia ante el riesgo de inundaciones y, de esta manera, se regresaba a una situación de normalidad. De esta manera, se permitió el regreso a sus viviendas de los vecinos que fueron desalojados por la crecida del río en zonas como Guadalvalle y Ribera Baja de Alcolea. No obstante, el Ayuntamiento informó de que la Policía Local seguiría realizando visitas periódicas a esas zonas para comprobar el nivel del río.
Media mañana del domingo 23 de marzo. Varias familias de las que se vieron obligadas a marcharse de Guadalvalle han vuelto a la parcelación y están limpiando el lodo de las puertas de sus viviendas en la calle Las Tórtolas. Varias de esas familias han sufrido daños por el agua y el lodo en muebles y en las paredes exteriores e interiores de sus viviendas.
No obstante, antes de marcharse le confiaron ropa y otros enseres a vecinos de viviendas de la parcelación con menos riesgo de inundación, vecinos que decidieron no marcharse, y están procediendo a trasladar esas ropas y enseres a sus viviendas. Viviendas que, "afortunadamente" tienen aseguradas, según comentan, contra este tipo de incidencias. "Ahora no nos queda otra cosa que limpiar los muebles manchados de lodo, que prácticamente son todos, después pintar las paredes que también nos ha dañado el lodo y esperar que el seguro actúe. Aquí no puedes vivir sin ese seguro", destaca una de las vecinas de Guadalvalle, que prefiere permanecer en el anonimato.
Peor suerte ha corrido Juan Arrabal, a quien la crecida del Guadalquivir le ha destrozado todo lo que tiene en su vivienda la calle Las Tórtolas, donde lleva "unos 15 años" y que ha quedado totalmente inundada de lodo. Juan carga con dos bolsas repletas de ropa embarrizada que lleva a casa de una vecina que se ha ofrecido a lavársela. Ha vuelto a su casa después de refugiarse de la crecida del Guadalquivir en otra vivienda de Guadalvalle y "de un día en el que el Ayuntamiento me llevó a dormir al centro Lucano".
Juan tiene una minusvalía reconocida del 69% y un hándicap respecto a la reparación de los destrozos de la crecida del Guadalquivir en su vivienda: "No tengo seguro que la cubra". Asegura que lleva años dispuesto a marcharse de Guadalvalle después de que, a través de los Servicios Sociales del Ayuntamiento demandara un piso de Vimcorsa "que me permita pagar un alquiler de unos 80 o 90 euros al mes".
"He sufrido episodios de inundaciones como este ya dos o tres veces y, después de lo que ha pasado, ahora me veo en la calle y con todo absolutamente destrozado, muebles, electrodomésticos... Tengo dos hijos que vienen frecuentemente a verme y necesito ayuda con una vivienda en la que poder acogerlos. Después de sufrir esta catástrofe espero que desde la Administración tengan en cuenta que hay gente como yo que viene demandado desde hace muchos años una vivienda digna, porque la necesita y, además, tal y como me han dicho desde Servicios Sociales, por mi situación, he acumulado los puntos para ello", defiende.
Juan insiste en que después de lo que "me ha llegado" de que el alcalde, José María Bellido, ha informado de la demolición de varias viviendas de Guadalvalle que ya tiene orden para ello, "aunque no es el caso de la mía, no tengo ningún problema en que derriben mi vivienda y la dediquen a huertas si a cambio me proporcionan ese alquiler social que llevo años demandando".
Uno de los vecinos que decidió no abandonar Guadalvalle por la crecida del Guadalquivir cuando se lo propusieron desde el Ayuntamiento fue Gabriel Ureña, quien lleva 23 años residiendo en la parcelación "en la que he criado a siete hijos". Su vivienda fue una de las grandes damnificadas en 2010 "cuando el aeropuerto también se inundó". "En esa ocasión el Ayuntamiento nos llevó a un piso de alquiler. Desde entonces no le tengo miedo al Guadalquivir, porque he preparado los accesos a mi vivienda de manera que no volviera a ocurrir lo que ocurrió entonces y lo que me ha provocado en esta ocasión el agua, me lo tendrá que pagar el seguro", insiste.
Gabriel destaca el "impecable" comportamiento que esta ocasión ha tenido "la autoridad" para con los vecinos. "Este año lo han hecho muy bien. La Policía Local, los bomberos y Protección Civil han estado en todo momento pendientes de nosotros y ayudándonos y la Policía Nacional ha velado porque no se hayan producido robos después de que los vecinos abandonaran sus viviendas. En 2010 no fue así, entonces ni nos avisaron de lo que podía suceder", sostiene.
Gabriel insiste, respecto a las posibles demoliciones de viviendas en Guadalvalle por estar en zona inundable, que es "albañil, al igual que mis hijos, esta casa la he construido yo ladrillo a ladrillo y la voy a defender con uñas y dientes durante toda mi vida porque nadie desde la autoridad me dijo nunca que no la pudiera construir".
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