"Desde el principio tomé el toro como una cosa romántica"
José María Montilla consiguió ser galardonado con el trofeo San Cristóbal de Venezuela, aunque dejó su carrera por no cumplirse sus expectativas como figura del toreo




AL cumplirse 50 años desde que tomó la alternativa en el desaparecido Coso de Los Tejares, José María Montilla reflexiona sobre su vida, sobre los cordobeses y sobre los difíciles momentos actuales en el país.
-¿Usted fue torero para escapar del hambre?
-Yo pensé en ser torero porque mi padre, mi madre y un tío mío eran muy aficionados a los toros. En casa de mi abuela escuchábamos las emisiones taurinas de Radio Nacional y yo estaba encantado con los triunfos que cantaban de Luis Miguel Dominguín, de Antonio Ordóñez, de Julio Aparicio o de Martorell. Eso me aficionó hasta el punto de que a la edad de ocho años ya tenía mi capotillo y mi muleta y con diez años andaba saltando las tapias del matadero para torear las vacas que venían de deshecho de los tentaderos. En aquella época Enrique Vega, mi primo José Sanjurjo y varios amigos más íbamos allí y las toreábamos. Luego con 12 ó 13 años veía que la salida principal para aspirar a tener una vida mejor era indiscutiblemente ser torero. En mis inicios me ayudó mucho Matías García.
-Así que toreaba en el matadero, como en la época de Lagartijo.
-Recuerdo que Peña, que era el encargado del matadero, me decía "mañana vendrán vacas de Félix Moreno" o de otro ganadero, disimuladamente, y al otro día estábamos allí pendientes para torearlas. La primera vez que toreé fue un tentadero junto a Pepín Castro, que era un novillero extraordinario y fue capaz de llenar en 12 ocasiones seguidas la plaza de Los Tejares.
-¿Una vez decidida su profesión, hay un momento en el que toreando dijese "lo que hago tiene sentido"?
-Yo es que siempre tomé el toro como una cosa romántica. Nunca pensaba ni en el ambiente que pudiera tener entre el público ni en el dinero, algo que no me ha preocupado nunca en la vida. Mi meta era otra, era torear y estar a gusto toreando para mí. Lo que sí procuraba era torear mejor que los demás. En determinados momentos había faenas en las que me sentía a gusto, pero no toreaba para el público, que lo quería era la regularidad.
-¿Detrás de esas veces, de esas faenas para usted, veía que un toro es algo más que un toro, que hay un misterio detrás?
-Yo veía el toro como un animal bellísimo. A mí siempre me ha gustado mucho el toro en el campo, me ha gustado ver como lo paren las vacas, como crece, verlo mamar. Soy un enamorado del toro bravo y cuando me he encontrado con el toro en la plaza a mí me encantaba poder expresar mis sentimientos delante de él, pero nunca con el afán de matar el toro. He sufrido mucho cuando he visto que un toro no me ha dejado matarlo bien. Cuando he pinchado varias veces , yo notaba dentro de mí que de alguna manera sentía la necesidad de matarlo pronto porque no me gustaba que el animal sufriera. Creo que el toro es el animal más bonito que hay gracias a la selección de los ganaderos y creo que el toro perfecto estaba en los años 60. El toro de hoy es exagerado, no es el toro bravo armónico de antes, que no paraba de embestir. El toro de hoy día está provocando el aburrimiento de la gente y que no acuda a la plaza. El toro es el principal protagonista de la fiesta, aunque la gente vaya a los tendidos a ver a los toreros.
-¿Le hablaba al toro?
-Me ha gustado hablarle a los toros. Recuerdo un toro que toreé aquí en Córdoba, junto a Pedrés y El Cordobés, que no le di más de 20 muletazos pero lo hice diciéndole: "Qué bonito eres, embiste, vente, vente..." Pero no es este vente de ahora, que parece que estamos en una verbena, era otro y yo sentía la comunicación con el toro y me guirraba de gusto cuando sentía que el toro venía. A mi manera sí le he hablado al toro, quizá a quien no le he comunicado ha sido al exterior, he sido discreto.
-¿De alguna manera veía que el toro le entendía?
-Sí, había toros que me entendían. Ha habido animales que hubiera preferido que los hubiesen indultado, me hubiera emocionado mucho más que el matarlo y cortar el rabo. Para mí el indulto del toro es fundamental porque es salvar la vida de un toro que ha tenido la culminación que los ganaderos han pensado. El indulto y la suerte de varas son los que ponen al toro de protagonista.
-Estuvo sólo un lustro toreando, ¿por qué se fue tan pronto o, quizá sería mejor decir, por qué actualmente hay toreros que alargan su vida torera sin pena ni gloria en los últimos años?
-El año que me retiré recuerdo que me fui teniendo firmada una corrida en Madrid, de esas complicadas de agosto. Aquello me sirvió para torear al año siguiente en San Isidro y el domingo de Resurrección en Madrid. Aunque me fui del toreo porque no vi con claridad que aquellas corridas me pudieran solucionar la aspiración que yo tenía de ser figura. Estaba en un grupo donde yo no me veía a gusto por mi forma de ser, por torear para mí mismo. Yo veía que ni el público ni yo estábamos de acuerdo en que yo pudiera ser figura del toreo. Lo que yo pensé que sería cuando comencé a saltar las tapias del matadero no se estaba cumpliendo.
-Fue protagonista de la película 'El paseíllo' en 1968, ¿qué tal la experiencia?
-Hice El paseíllo cuando ya estaba retirado. Las escenas me las sacaban siempre tapándome con la barrera la barriguita.
-Era una película al estilo de 'landismo'. ¿Quién era más yeyé, El Cordobés o usted?
-Éramos completamente distintos. Benítez tenía una comunicación muy grande con la gente y yo mis cosas siempre las he llevado más en silencio. Lo que sí es verdad es que tengo un recuerdo muy agradable de Ana Mariscal Y de Alfredo Mayo. Cuando me venía para Córdoba, Yale (Felipe Navarro García), autor del guión junto a Tico Medina, me dijo que me querían lanzar como actor. Me querían dar papelitos poco a poco y si me gustaba ir a más, pero me decían que debía intentarlo. Lo que pasa es que a mí tampoco me ha emocionado mucho el mirar para el exterior.
-Es decir, podríamos haber estado ante un galán.
-No, en realidad mi vida son mi familia y mis niñas; mi vida ha estado siempre dedicada a la familia y lo que sí me encanta es el arte, eso me emociona. La poesía, la música, la pintura y eso de que los pintores y los poetas, como Lorca o Goya, se hayan acercado a los toros me emociona. Todo lo que toques está dentro del toro. Por eso, cuando alguien dice que los toreros vamos en contra de la civilización es que no han leído a Hemingway, a Cela, no han visto cine, ópera...
-¿Había antitaurinos en los 60?
-Sí, los había. A mí me dieron una cornada muy grave en Linares y recibí una carta mientras me recuperaba en el sanatorio de los toreros, un sitio extraordinario. La carta estaba en inglés y como no lo entendía la guardé durante mucho tiempo. Un día apareció la carta y se la di a un amigo que sabía inglés y me la leyó y la carta se acordaba de toda mi familia, me llamaba asesino y deseaba que el toro me hubiese partido la barriga y que ojalá me muriese. Yo creo que hasta ese extremo no se puede llegar, pero no sólo perdono a la que me escribió la carta sino que veo que en parte tenía razón porque pensaría que los toreros maltratamos al animal y yo respeto su opinión, como debe respetarse la opinión de los que vienen aquí y ven el toreo como un arte. El buen aficionado debe darse cuenta de que la defensa que tiene no es decir que el toro no sufre porque yo ha visto meter al toro en los corrales y el toro pasa un berrinche cuando lo metes en un cajón, cuando lo sacas de su ambiente, del campo. Lo que sí es verdad es que con la selección al toro se le ha hecho un animal que se crece ante el acoso. Creo que los taurinos deben defender al toro hablando de lo que es el toro: la segunda potencia en economía en España, el toro mantiene al año un millón de personas que se mueven por el toro y las corridas.
-¿Se ha perdido el sentido de lo que es realmente un animal?
-El toro bravo tiene una intimidad distinta a cualquier otro animal. Los ganaderos llaman a los toros bravos por su nombre, se acercan a ellos, los revisan, el toro se da cuenta de con quién está hablando. El trato que tiene el toro en el campo es como el de un perro y yo sé que un animal es sensible y sufre pero el ganadero tiene una gran sensibilidad mientras el toro está en el campo. El toro tiene una comunicación con la persona distinta a cualquier otro animal. Yo no sé de nadie que haya querido a un borrego, o a una vaca suiza estabulada, pero sé de los ganaderos que aman a sus toros.
-¿Qué buenas lecciones nos pueden dar los toros hoy en día?
-El toro sigue siendo un animal de comunicación constante con el público. Cuando llegas a una plaza de toros ves hombres que se juegan la vida y es un espectáculo único, es verdad, en el teatro todo es de mentira. El toro está muy mal tratado por el estado, que le exige un 18% de IVA, mientras que el cine tiene el 8%. Afortunadamente el toreo ha entrado en cultura, pero no se nota.
-¿Qué ha cambiado en Córdoba en estos 50 años?
-Córdoba es la ciudad más bonita del mundo. Desde la parte nueva del AVE hasta la Judería todo es de una belleza sin igual, en la que se conjuga lo antiguo con lo moderno. La Judería no la tiene nadie. Yo siempre viví en mi época de la juventud en la Judería. A mí, de torero, me gustaba tomarme mi copita, no era como los otros toreros, que siempre estaban entrenando. Me gustaba dar una vuelta por allí y encontrarme con los flamencos, con La Tomata, que si hubiese sido sevillana la habrían hecho la más grande, igual que El Pele, que podría haber sido lo que hubiese querido pero él es mucho más feliz siendo un gran artista que siendo el mejor de los artistas.
-¿En estos 50 años los cordobeses no han cambiado, siguen retraídos y encerrados en vez de pretender ser alguien?
-Hay casos excepcionales como Benítez en el toreo, pero en general sí. El carácter del cordobés es el de no salir de aquí. Gala, por ejemplo, con toda la categoría que tiene, tampoco se ha dedicado a publicitarse en el extranjero; el modernizó el teatro y comenzó de una manera muy personal sin exteriorizarlo mucho.
-¿Fuera del toreo, a quién ha admirado más?
-Fuera del toreo he admirado mucho a Lorca, aunque sea por lo que ha hecho por el toreo, por lo que ha transmitido al exterior siendo un hombre muy sensible, un hombre al que le encantaban los animales, le encantaba que un pájaro no estuviera en una jaula. Pero él vio las cosas positivas que tenía el toreo y nunca renunció a ser aficionado a los toros. A través de él se puede explicar lo que es el toro bravo, que tiene un 10% de cosas malas y un 90% que nos puede enseñar muchas cosas.
-¿Hubiera borrado alguien de la historia?
-Todos los que han hecho las guerras. Estoy completamente en contra de la guerra. No puedo admitir que en la Alemania nazi se hayan cometido asesinatos de millones de judíos, lo mismo que tampoco veo que se está exterminando a millones de niños que no tiene para comer mientras que hay gente ahí a la que se le paga para hablar en contra del toro. Nunca he estado en una manifestación, pero iría con estos que protestan contra el toro si fueran a protestar contra el hambre o contra el paro. No hay derecho a que haya gente parada, la riqueza está mal repartida. En estos momentos todos debemos estar juntos, no debía haber derechas ni izquierdas, esto hay que levantarlo juntos. Hay momentos en la vida en las que hay que apoyar todo lo que sea en beneficio de la gran mayoría. Es un momento para unirnos y dejarnos de las dos Españas, que ya ha pasado mucho tiempo de aquello. Esta nación es grande. ¿Qué nación ha tenido a nuestros artistas, o a Averroes y Maimónides? Da igual que gane un partido u otro, debemos juntarnos todos para solucionar los problemas. Yo soy creyente y confío en que el amor que desprende Jesús pueda ayudarnos a lograr que el país salga adelante.
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