Los 'primeros' y el espíritu de Don Bosco

El complejo residencial que los Salesianos tienen en Trassierra, Campobosco, acoge durante estos días a un grupo de 38 jóvenes procedentes de varios centros de menores

Un grupo de jóvenes participantes, caracterizados de payasos, durante uno de los talleres lúdicos.
Un grupo de jóvenes participantes, caracterizados de payasos, durante uno de los talleres lúdicos.
Estrella Serna (Efe)

28 de agosto 2015 - 01:00

El "para muchos somos molestos, para Dios, los primeros" es el lema del campamento que reúne en Córdoba a 38 jóvenes, la mayoría inmigrantes africanos con medidas judiciales e historias de abandono, para pasar unas vacaciones que, pese a sus diferentes credos, se ambientan en el carisma de San Juan Bosco. Todos los años, el complejo residencial que los Salesianos de Don Bosco (SDB) tienen en la zona cordobesa de Trassierra, Campobosco, acoge a un grupo de jóvenes procedentes de diversos centros de menores, con alguna medida judicial y extutelados por la administración, para que participen en alguno de los proyectos educativos o sociolaborales que la Fundación Proyecto Don Bosco tiene en todas las provincias andaluzas y en las Islas Canarias.

En el año del bicentenario del santo italiano, en el que miles de salesianos, religiosos y seglares han pasado sus vacaciones de verano en Italia recorriendo los lugares emblemáticos de su fundador, el campamento de Los primeros de Córdoba es quizá la supervivencia más fiel de aquel primer "oratorio" que un recién ordenado Juan Bosco formó con jóvenes de la calle, abandonados y pobres del barrio obrero de Valdocco de Turín a finales del siglo XIX. "Los Primeros es una experiencia de vacaciones para chavales que por sus conductas disruptivas, por sus pintas o por su pasado, son rechazados en sus lugares de origen", explica el director del campamento, José Luis Aguirre, un salesiano que lleva toda su vida implicado en marginación, muy especialmente con inmigrantes, que poco a poco se han convertido en los mayores beneficiaros de esta experiencia.

Una experiencia que tiene un componente formativo, se trabajan habilidades sociales, control de impulsos y autoestima, y hábitos de vida saludables con ejemplos reales, como la visita a Peniel, una institución que trabaja con personas drogodependientes para que los 38 participantes, con un complicado día a día, sean conscientes del valor de llevar una vida sana.

Haciendo uso de las herramientas educativas del sistema preventivo de Don Bosco se trabaja, incluso, el aspecto trascendental de la vida: "Nunca hablamos de Jesucristo, sino de Dios, que es lo que nos une con los musulmanes, para quienes tenemos habilitada en la sala Felipe Rinaldi un lugar de oración", cuenta Aguirre, quien explica que incluso en momentos "tan salesianos" como las "buenas noches, me dirijo a los cristianos, a los musulmanes y a los no creyentes", todos ellos "enamorados" del carisma salesiano.

Tanto es el apego a estos chavales que hasta uno de los salesianos fundadores de Los Primeros, José González, capellán de la cárcel de Jaén y ligado a proyectos de marginación en cada destino al que los salesianos lo mandan, sigue subiendo cada verano a Campobosco donde ha recordado que "empezamos hace 23 años porque a los chavales de barrios desfavorecidos de la Inspectoría salesiana los echaban de los campamentos de los alumnos de los colegios por su mal comportamiento".

Así es que, él, junto a otro salesiano, Francisco Mármol, cogieron rotuladores, cartulinas y recolectaron 800 pesetas para que los verdaderos chicos de Don Bosco, quienes tenían en la calle su vivienda, pudieran disfrutar de una experiencia con "casa, escuela, patio y taller".

Un estilo de vida que han asimilado como propio algunos chicos como Mohamed, un argelino que lleva cuatro años haciendo vida en España y que confiesa que "todo lo que he hecho, estudiar, ha sido gracias a los salesianos y ahora tengo trabajo y vengo al campamento solo de visita".

Abdelatif, un marroquí que conoció a los salesianos en el centro de menores en el que vivió desde pequeño, afirma que "gracias a ellos" ahora trabaja, estudia el grado de Educación Social y sonríe diciendo que "quiero trabajar con ellos para aportar a los salesianos el punto de vista de los propios chavales, porque yo he sido uno de ellos". Este beneficiario salesiano convertido en educador muestra que no hay ningún imposible. Al igual que el anterior, Amid es otro marroquí que comenzó como voluntario y ahora es animador de uno de los talleres. Éste comenta que "la vida que dan los salesianos es un regalo de Dios porque los jóvenes sienten el amor y cariño que les ha faltado de sus familias y aprenden a respetarse" dejando de lado las creencias religiosas.

stats