"La gente decía que el cura no era buena persona", relató ayer el padre de Vasile Tudose, el joven acusado de matar a golpes con un radiador al párroco de Villafranca, Tomás Pérez, en julio del año pasado. Los familiares del procesado dibujaron ayer la relación que la víctima y el presunto homicida mantuvieron durante varios años, una relación que el propio padre de Vasile intentó romper: "El cura no paraba de llamarlo. Iba a recogerlo a casa los fines de semana, se iban por ahí, pero Vasile no me decía qué hacían".

Esta amistad tan estrecha levantó las "sospechas" del familiar del procesado, sobre todo por el alto salario -350 euros a la semana- que el párroco le pagaba a su hijo por trabajar como albañil. "Me parecía raro lo que ganaba. Tenía las llaves de la casa del cura y también cogía sus coches. No me gustaba, yo quería apartarlo", aseguró el hombre, un inmigrante rumano que trabajaba como jornalero en Bujalance.

La tía del procesado también testificó ayer y ratificó las palabras de su hermano. Ambas declaraciones avalarían la tesis del letrado de la defensa, Manuel Fernández Poyatos, para quien el crimen tuvo un móvil pasional. "Yo no me metí mucho en esa relación, pero a mi hermano no le gustaba. Cuando iba a casa a recogerlo, el sacerdote vestía de civil. La gente comentaba algunas cosas y mi hermano quería sacar a su hijo de esas discusiones", relató la tía del presunto agresor, quien aseguró que Tomás Pérez condujo una vez hasta Cuenca y otra hasta Badajoz, donde Vasile trabajaba como temporero, para visitarlo. Una vez en el coche, el presunto agresor hablaba por el manos libres y su tía escuchó una afirmación del párroco que le sorprendió: "Le dijo, vamos, Vasile, que te quiero".

"Vasile nunca había ganado tanto dinero", relató la madre del procesado. "Mi marido oyó muchas cosas de ese sacerdote y le dijo a mi hijo que no trabajara con él", aseguró la mujer, quien recordó que "mucha gente" les comentó que "no estaba bien lo que el cura hacía con su hijo".