Una política ecológica que daña la economía familiar
Tecnología para todos
De aquellos polvos, estos lodos. Las fuertes inversiones en energía solar del pasado se han traducido en un presente en el que estamos pagando la energía eléctrica a precio de marisco
HACE algunos años ya, a la zona de la Campiña cordobesa le salió una especie arbórea nueva, la placa solar. Apoyadas por las subvenciones, las plantas solares se convirtieron en uno de los negocios más interesantes a nivel de inversión. España llegó a ser el primer país en producción solar del mundo. Durante aquellos maravillosos años, políticos de todos los colores hinchaban su pecho para decir la palabra "renovable", pero lo que en realidad tenían que haber dicho es "no rentable".
Por otro lado, las facturas de la luz suben y suben con una parte fija que en algunos casos multiplica la parte de consumo de luz. ¿Se ha ido alguna vez usted de vacaciones durante un mes entero y ha podido ver la factura? Si es así, es posible que se haya encontrado con una factura de unos pocos euros en consumo -que es lo que le habría gastado el frigorífico- y una base variable de varias decenas de euros, dependiendo de la tarifa que tuviera usted contratada. Después de verla, seguro que pensó que algo tenía que estar mal.
Pero la cosa no queda ahí. El nuevo decreto de autogeneración pretende gravar las unidades que no sean totalmente independientes. Es decir, que si en su casa de campo tiene unos paneles solares que necesitan un respaldo en un momento dado, ya sean días nubosos o épocas de mayor consumo, tendrá que pagar de forma extra, por producir y volcar a la red lo que le sobra y por tener la posibilidad de auxiliarse de la red pública en un momento dado. Dicho decreto ha sido criticado desde varios países con titulares como "España le pone impuestos al sol". De estos tres párrafos, que parecen independientes, vamos a intentar sacar una historia común.
Eran los años de prosperidad en España, los gobiernos hacían trenes de alta velocidad al fin del mundo y la construcción pública y privada crecía sin cesar. Los rendimientos de los paneles solares todavía no eran tan buenos como en la actualidad y su precio podía llegar a ser unas diez veces el que tiene ahora. Entonces se aprobó una ley por la que la generación de energía solar estaría altamente subvencionada. Tan altamente subvencionada que no eran raros los casos que tenían generadores de gasolina conectados a la red para que le pagaran dicha electricidad a precio de solar.
Haciendo números gordos, la inversión se amortizaba en una media de entre cinco y siete años (dependiendo de los casos), y a partir de ahí todo debían ser beneficios. Además, a las placas se les esperaba una vida útil de unos 25 años. Por ello, las empresas más grandes de España y muchas del extranjero se pusieron a construir parques solares como si no hubiese un mañana. Los números eran excelentes y las ayudas estaban avaladas por el Estado español, que les garantizaba su subvención solar. ¿Quién en estas condiciones no querría una parte de la tarta?
Evidentemente, el precio de producción solar era muy alto debido a los costes de los materiales y a las eficiencias, y el Gobierno tenía que pagar unas subvenciones elevadísimas para regularlo a precio de otros medios de generación, ya que el consumidor no estaba dispuesto a abonar el coste de la energía fotovoltaica sin subvención. La carga anual del Estado iba en aumento con las eléctricas y se le hacía insostenible hasta el punto que en plena crisis decidió dejar de pagar las ayudas. Consecuentemente, ahora tiene varias demandas interpuestas por fondos de inversión de países de todo el mundo.
Esa gran pelota de ayudas y subvenciones se tienen que pagar, así que pasa directamente a nuestra factura de la luz. Se enmascara en sobrecostes y galimatías dentro de la factura que hacen que cuando consumamos 10 euros de electricidad nos cobren 50 euros. Ya tenemos dos cosas relacionadas, ¿y el nuevo decreto? Pues bien, resulta que ahora, por precio y eficiencia, la energía solar auto-producida es más rentable que la que nos sirven en casa. Ya no hacen falta subvenciones, ha mejorado la tecnología y la instalación es sencilla. Sí, ya es más rentable producir luz que comprársela a cualquier compañía.
Pero, si no necesitamos tanta energía porque podemos producirla más barata y más ecológicamente ¿quién pagará la deuda de todas aquellas subvenciones y sobrecostes? No se preocupen, que para eso está el Gobierno. Ponen una tasa por autogeneración, y a correr. Y aquí está el nuevo decreto.
Hoy en día hay países que siguen creciendo en su producción solar (a precios y eficiencia actual), pero lo hacen con sentido y con una estructura y supervisión gubernamental adecuadas. Mientras, nosotros a pagar la luz a precio de marisco.
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