La poetisa y educadora que hizo historia
María del Rosario Vázquez Angulo fue la primera cordobesa que entró a formar parte por derecho propio en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de la ciudad
Nace el 4 de octubre de 1839. Sus padres le impedirían estudiar por ser mujer, aunque su carácter decidido favoreció una formación cultural autodidacta. Siendo muy joven conoció en una reunión de la época a Manuel Alfaro de Góngora, amigo de la familia que estudiaba en el seminario y estaba a punto de cantar misa, hasta que la conoció y contrajeron matrimonio. Impulsaría y alentaría su sensibilidad intelectual, pero fallecería a los pocos años (1875), dejándola viuda a los 45 y al cuidado de cinco hijos de corta edad (el último nacería a los pocos meses de enviudar). Aun así, no desistió de su formación y compaginó sus labores domésticas con los estudios en la Escuela Normal, obteniendo el título de maestra de Instrucción Primaria e impartió clase particulares a los niños de las más distinguidas familias de la ciudad.
María del Rosario Vázquez Angulo participaría igualmente en las tertulias literarias de su tiempo (asidua concurrente a las que celebraba el conde de Torres Cabrera y el barón de Fuente de Quinto) y en las revistas que entonces se publicaban: Diario de Córdoba, La Lealtad, La Crónica, La Verdad, El Noticiero Cordobés, así como en revistas católicas locales.
Su creación poética, destacada por su riqueza y precisión del lenguaje, le proporcionaría varios premios en los Juegos Florales de la ciudad y demás certámenes literarios de su entorno.
Llegó a publicar sus composiciones líricas en algunos de los más difundidos medios de comunicación del país, como La Tradición, El Amigo del Hogar, etc. Asimismo, fue invitada a incluir sus poemas en algunas de esas obras colectivas que tanto auge y difusión alcanzaron durante la segunda mitad del siglo XIX, como las tituladas Corona a la memoria de Matilde González Ruano (Córdoba; Imprenta La Alborada, 1860), y Álbum de la Academia Bibliográfica Mariana de Lérida [...] (Lérida, 1867). Precisamente, es en esta última obra donde se ha conservado uno de los escasos que conocemos en la actualidad, el titulado A nuestro Santísimo Padre Pío IX ("Siempre en el mundo querido...").
De sus publicaciones, una se conservaba en el Ayuntamiento de la capital. Hoy día extraviado en una mudanza, había un tomo manuscrito por el hijo de la autora, Manuel de Alfaro Vázquez (catedrático de Caligrafía en el Instituto Nacional de 2ª enseñanza de Córdoba) de 300 hojas y fechado en 1882: un episodio del pronunciamiento de 1854, la novela Rosina o la corona de siemprevivas. Las traducciones del francés (que aprendió de su marido) como La huida a Egipto, Cuentos caldeos y La leona reconocida, o un relato imitando al escritor alemán Redwilz (La apuesta).
También su producción cuenta con tres ensayos, con temas dedicados a la mujer: La imaginación: importancia del desarrollo de esta facultad en la mujer, La mujer es una flor y La educación, que la sitúan en un pensamiento moderno, debatiéndose entre la sumisión y la insubordinación.
En la producción poética de Vázquez Angulo predomina el tema religioso y en nuestros días sólo se conserva un libro impreso -Explicación de los misterios de la Santa Misa (1898)-, de cuya popularidad da cuenta una segunda edición de 1900. Obra que, desgraciadamente, no refleja su excelente producción lírica.
A pesar de tocar temas tradicionales (la familia, el esposo, los hijos, su convicción religiosa, el dolor por la enfermedad, las ausencias o la pérdida de los seres queridos) también escribió algunas composiciones con una fuerte crítica social, como a El lujo y Las joyas.
A los 80 años, un nuevo drama aparece en su vida plagada de desgracias, ya que a la sordera que padecía se suma una ceguera, pero también se sobrepuso a ella y la llevó a ser nombrada presidenta honoraria de la Asociación de Ciegos de Córdoba. El 18 de enero de 1913, la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba la acogió como la primera mujer cordobesa perteneciente a esta corporación cultural.
Murió en Córdoba el 20 de marzo de 1915. La corporación municipal acordó concederle una sepultura perpetua en el cementerio de La Salud y poco después hizo colocar una placa de homenaje en la que había sido su residencia, en la casa número 35 de la calle de San Pablo.
Redescubierta y rescatada por la también escritora cordobesa Rafaela Sánchez Cano en 2007, hizo entrega de todos los datos investigados al Ayuntamiento de Córdoba, a la Real Academia, al Ateneo de Córdoba y al colectivo abierto de poetas cordobesas, reflejados en 2009 en su libro Hacia la ruptura del canon femenino, publicado por el Ayuntamiento de Córdoba, que también rotularía una calle, con su nombre, en los aledaños de la hoy avenida de la Libertad.
Sus escritos constituyen un pionero alegato feminista que la llevaría con frecuencia a plantear críticamente la situación de las jóvenes de entonces. "¿Por qué la sociedad es tan tolerante con el hombre que deja pasar como desapercibidos sus mayores defectos, siendo por otra parte tan injusta con el sexo débil?", escribiría. Su tesón, voluntad e inteligencia han dejado en su familia una saga de escritores y periodistas.
Rodolfo Gil de Benjumea, en su libro Córdoba contemporánea, la calificaría como "una de las mejores poetisas cordobesas" de todos los tiempos.
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