En plata
‘El Día’ está anclado en el sentido común, la moderación constructiva, la información veraz y en la completa apertura a la opinión libre
Estoy seguro de que, si vuelvo la vista atrás veinticinco años, soportaría la imagen con valentía, pero es también muy probable que la pinta, y el volumen, que me devolviera el espejo me hiciera reconocer al paso del tiempo cicatrices varias, desconchones severos en la fachada encaladita de la casa propia que es uno mismo y más de una avería seria en los interiores que importan. Por fortuna, creo que ningún roto de tanta entidad como para rendir las armas. Riesgos ciertos, sí; amenazas de ruina, también; pero desmontaje de andamios, bártulos y herramientas, no.
En cinco lustrosos lustros habrá habido, claro, momentos y etapas para el goce, el recreo, la responsabilidad cumplida que alegra y el éxito que espolea – un poquito menos que el fracaso, pero, dónde va a parar, mucho más agradable. También me los miro, pero, como lo que más ha pasado es tiempo, uno, por fuerza (casi por permanencia), ya sabe más, se sorprende menos, se alegra y enfada con más teatro y menos hondura y solo se rebela ferozmente si ve cuestionada, pero seriamente y mucho, su radical independencia y libertad de criterio.
Sospecho que este periódico que festeja unas bodas de plata con sus lectores, con la ciudad, con el grupo editorial al que pertenece y con la libertad de prensa en una sociedad democrática, madura, contradictoria, exigente y ambiciosa, si se mira en el espejo de los veinticinco años cumplidos afrontará un poco de vértigo, igual que un servidor. Digo yo que habrá, a partes iguales, objetivos imaginados entonces que se habrán convertido en realidades; habrá también algunos que se abandonasen por elección, necesidad o simple obsolescencia determinada por la velocidad de los acontecimientos; y habrán surgido entre medias de los unos, nuevos compromisos satisfechos, y de los otros, más o menos dolorosas concesiones en la columna del debe.
A mi me pasaron así las cosas en veinticinco años porque he crecido. Al periódico le pasaron así también porque ha crecido. Cuando uno se mira hacia atrás, nota diferencias (unos dirán más viejo, otros dirán más maduro), pero no se pierde la traza. Hay algo que se mantiene, aunque no se perciba en la importancia que tiene porque estemos muy acostumbrados a nosotros mismos. Se ve más desde fuera.Yo creo que en El Día de Córdoba tiene, conserva y cuida esa impronta singular. El Día es muy de la ciudad, es también vocacionalmente andaluz, aunque no aburra mediante una afirmación impostada que conlleve vaciar cualquier otra identidad compartida, español y europeo. De aquí, con orgullo, pero sin chauvinismo cateto que tanto limita.
El Día de Córdoba es moderno. Lo fue cuando salió, con un diseño que escapaba del blanco y negro dominante (algún mínimo apunte de color había, pero poquísima cosa) y hoy sigue ganando, y arriesgando. No ha perdido esa vitola de ser actual. Lo es en papel y lo es en digital. El Día no pontifica. Es plural. Su línea editorial se parece mucho al cordobés medio, al andaluz medio, al español medio. Sin tonterías baratas de última hora políticamente correctas, pero ineficaces. Anclado en el sentido común, en la moderación constructiva, en la información veraz, cercana y contrastada y en la completa apertura a la opinión libre, siempre que esté escrita bien en términos de forma y respeto.
Estas raíces que veo, y celebro, se han mantenido, con todos los matices que se quiera, en las distintas etapas del periódico. Las vi con Tuto al frente, con Juan y, ahora, con Raquel. Jamás un límite; siempre un acicate. Libre, libre, libérrimo. Lo que más celebro de El Día es que seguirá. Yo ya soy más de festejar lo que venga que de repasar lo festejado. Como tengo cincuenta, me empeño en afinarme con lo que tengo cerca más joven y proponer algún plan chulo con que cansarme, sin que se note, a ser posible, por los demás. Así que, periódico mío, jovenzuelo El Día de Córdoba, te propongo jugar a mantenerte firme con ese papel, sea como sea, de guardián y divulgador de esta sociedad y la que venga, democrática, madura, contradictoria, exigente y ambiciosa. Que lo veamos, que tú lo cuentes, que yo lo opine y que si quieres, en tus 50 y mis 75, ya sabes, nos leamos.
También te puede interesar
Lo último
CONTENIDO OFRECIDO POR AMAZON