Lotería La Primitiva deja un premio de 3,5 millones en la ciudad

Tras la pista del millonario

  • En El Realejo se desconoce quién es el vecino agraciado

Han pasado más de dos días desde que un vecino de El Realejo se hizo con un botín de 3,5 millones de euros gracias al sorteo de la Lotería Primitiva y nada se sabe del paradero del afortunado. Se multiplican los rumores en cada rincón de este barrio del Casco Histórico de ciudad. Cada uno ofrece una versión diferente de los hechos. En la panadería, en el bazar o el estanco, entre otros comercios, apenas si se habla ya de las obras que tienen este enclave manga por hombro desde poco después del término de la pasada Semana Santa. El centro de las conversaciones es ahora un ciudadano de identidad desconocida y con una suculenta cantidad de euros. Pero si en algo coinciden los residentes de El Realejo es en que el agraciado reside en menos de un kilómetro a la redonda. "Antes sí venía más gente a comprar lotería aquí, pero desde que estamos en obras tan sólo pasan los vecinos", explican los encargados de la Administración de Lotería que vendió el boleto.

Mari Carmen y Rafael, los titulares del punto de venta, abordan el premio con orgullo, pero aseguran que saben "lo mismo" que cualquiera de los clientes que se aproximan a este estanco. Todos preguntan si hay novedades al respecto y, ante la negativa, aseguran que "no aparecerá" hasta que las aguas no se tranquilicen y nadie se acuerde de esta lluvia de millones. "Será difícil ocultar que te han tocado 600 millones de pesetas porque es una cantidad más que suficiente para que te cambie la vida", precisa una de las clientes de este establecimiento.

Rafael, no obstante, recuerda que "ha habido ocasiones en las que un premiado no se ha enterado de que le habían tocado los millones hasta que no vino a comprobar el boleto". En cualquier caso, concreta que es el mayor premio que ellos han concedido, si bien recuerda otros de menor cuantía, todos ellos inferiores al millón de euros.

En la panadería, a escasos metros del estanco, las conversaciones son parecidas. Jesús, responsable del comercio, cree que "será difícil que lo encontremos" y señala que los clientes de su establecimiento "tampoco parecen tener mucha idea" de su paradero.

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