Córdoba

Los pequeños testigos de la fe

  • Las calles del Casco acogen el recorrido procesional de los alumnos de los colegios de la Trinidad l devoción Varias decenas de niños se metieron en la piel de nazarenos, costaleros, mantillas y hasta capataces de paso.

No será hasta mañana cuando el cortejo de la Borriquita -que vuelve este año a salir desde su casa en San Lorenzo- marque el inicio de las procesiones en la capital, pero en los últimos días las representaciones de la fe se han sucedido en algunos barrios y colegios. Ayer les tocó el turno a los alumnos de los colegios de la Trinidad, que aprovecharon el Viernes de Dolores para celebrar su tradicional procesión infantil, en la que no faltó ni un detalle. Los alumnos de las seis clases de Infantil y de tres de Primaria se volcaron para ofrecer un cortejo que ilusionó tanto a los niños como a los padres y familiares que siguieron orgullosos el recorrido por la Judería. En total varias decenas de niños que se metieron en la piel de auténticos nazarenos, roquetes, mantillas, costaleros y hasta de músicos en una banda.

Ya desde la nueve de la mañana, grupos de padres comenzaban a arremolinarse a las puertas de la Iglesia de San Roque, donde la Obra Pía de la Trinidad cuenta con una residencia de mayores desde la que sale la procesión. Sin embargo, no fue hasta pasadas las 10:10 cuando la Cruz de Guía cruzaba el dintel de la iglesia y abría el paso a la Borriquita, recibida por los orgullosos progenitores con múltiples aplausos más por los pequeños hebreos, con palmas en ristre, que por otra cosa. El cortejo desfilaba raudo entre los nervios de los profesores para ver salir al paso de Cristo, un nazareno, a los sones del himno nacional. Tras él, la gran novedad de este año, una sección de nazarenos ataviados de negro y con tambores roncos que precedían a una réplica del Vía Crucis que hace su estación de penitencia el Lunes Santo. Cerrando, una perfecta Virgen de la Trinidad bajo palio. Quienes acuden por primera vez a la procesión quedan sorprendidos por la calidad de los pasos y el vestuario de los alumnos, realizados ambos por el taller de padres del centro. Los niños también ayudan en los últimos retoques. "Ellos se lo toman como un juego, pero nosotros nos encargamos de enseñarles todo el sentido religioso de la Semana Santa", afirmaba una de las maestras de los más pequeños.

La ilusión por tan especial momento se nota en los rostros. Es el caso de Irene que, a sus cinco años, era ayer una auténtica mujercita vestida de mantilla. Su madre la acompañó con muestras de cariño a lo largo del recorrido. "Hoy no ha sido necesario despertarla, porque estaba ya nerviosa esperando este día", aseguraba. También María lucía luto riguroso con su vela, ya apagada, en el último tramo de un cortejo que no quería que se acabara nunca.

Un pequeño capataz daba la orden a los costaleros para levantar al Cristo, portado de forma ejemplar en la esquina de Buen Pastor. Mientras, con la Puerta de Almodóvar como testigo, decenas de padres, madres y abuelos se apretaban en las aceras con la sonrisa floja cargada de orgullo.

Frente a la entrada de Infantil de Trinidad I, los alumnos de sexto de Primaria interpretan La Saeta con sus flautas y la emoción desborda a los presentes. De fondo, las campanas de La Trinidad repican sin cesar para dar la bienvenida a sus pequeños titulares. Todo ha salido bien, son ya muchos años celebrando esta procesión infantil.

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