El pasado común de Córdoba y Siria
El encuentro se celebra en la Arruzafa, donde el sirio Abderramán I construyó su residencia. Los opositores se mostraron como unos turistas más en su visita a la Mezquita .
Córdoba y Siria están unidas estos días y puede que la vinculación entre ambos pueblos traiga el inicio de la paz en el país de Oriente Próximo, que lleva tres años inmerso en un conflicto bélico que ha dejado ya la pérdida de más de 130.000 vidas. Elegir a Córdoba como escenario de una reunión de la oposición siria no es casual. Así lo dejaron claro los diferentes participantes en el encuentro y quedó reflejado en detalles como precisamente el lugar en el que se celebra el cónclave, el Parador de la Arruzafa. En este finca construyó su residencia de verano el sirio Abderramán I, emir de Córdoba. Abderramán I, en palabras del director general español para el Magreb, África, Mediterráneo y Oriente Próximo, Manuel Gómez-Acebo, "encontró su nueva patria en Córdoba" y todo estaba dispuesto ayer para que los sirios se encontraran como en su casa y contribuir así al inicio de la paz en el país.
La agenda de los opositores comenzó temprano y a las 09:00 iniciaron la primera reunión, que contó con un mensaje de bienvenida al que pudo acceder la prensa. Entre los participantes también había más de uno impresionado por la expectación que había generado el encuentro. A final de la mañana se hizo una pausa para visitar la Mezquita-Catedral, la joya del patrimonio cordobés y que impresiona a todas las expediciones que recalan en Córdoba. Los sirios no fueron menos y desde que asomaron al Patio de los Naranjos no pararon de echar fotos como unos turistas más. Los más de 130 participantes fueron entrando por grupos y cada uno tenía su guía en distintos idiomas, árabe e inglés, para conocer todos los detalles del monumento. El subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado, y el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, se unieron junto con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, al final de la visita para la foto de familia. La estampa de la delegación siria en el edificio más visitado de la ciudad dejó boquiabiertos a más de un turista. Curioso fue el caso de uno que se grabó con su propia cámara de fotos mientras los opositores salían del templo para relatar lo que allí estaba pasando y hasta aventuró que el encuentro no serviría para nada. Ojalá se equivoque. Sorprendente también fue que no dejaran entrar a ningún periodista a la Mezquita durante la visita, mientras que el resto de turistas accedían sin problemas. La respuesta se encuentra en la extrema seguridad con que cuenta esta cumbre a través de un dispositivo especial con más de 400 agentes.
La fuerte presencia de policía era palpable y se convirtió en comentario habitual entre los cordobeses. Los acceso al Parador de la Arruzafa estaban más que vigilados y un taxista que llevó a un cliente tuvo que enseñar hasta el maletero antes de acceder al hotel la noche anterior al inicio del encuentro. Controles en glorietas, policías secretas y guías caninos en un gran despliegue que no pasó desapercibido a nadie. Espectacular fue también el traslado de parte de la comitiva -en concreto, de los informadores- desde la Arruzafa a la Mezquita, en un autobús escoltado por la Policía que tenía vía libre en su recorrido hasta llegar a su destino. No había manera de acceder a los escenarios donde se habían convocado actos sin el control previo y continuo de la organización de la cita.
El último punto de encuentro de la mañana de ayer fue la Casa Árabe, donde los participantes hablaron con el ministro García Margallo y también disfrutaron de un cóctel en un enclave privilegiado. No faltó representación de la gastronomía cordobesa y, aunque se omitieron algunos platos, hubo salmorejo, como no podía ser de otra manera.
La cuestión es que los opositores estén cómodos en esta Córdoba con la que comparten pasado y quizá también futuro ya que otra de las cuestiones más repetidas de la jornada de ayer fue el ejemplo que la transición española puede suponer para la próxima etapa que le espera a Siria. Todo sirva, y así se desea, para poner fin a un conflicto que ya dura demasiado.
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