francisco javier Jiménez. Coordinador Provincial Fundación Secretariado Gitano

"La mujer gitana ha sido el motor del cambio"

  • Los prejuicios contra determinadas etnias siguen presentes en la sociedad y la crisis ha potenciado conductas que parecían haberse guardado en un cajón para siempre

Francisco Javier Jiménez, en la sede de la Fundación Secretariado Gitano en Córdoba.

Francisco Javier Jiménez, en la sede de la Fundación Secretariado Gitano en Córdoba. / reportaje gráfico: juan ayala

En España se calcula que la población gitana roza las 800.000 personas. Esta comunidad se encuentra con gran cantidad de prejuicios todavía y las asociaciones trabajan para eliminar esa imagen que se tiene de una población que, en el caso de Córdoba, se reparte por toda la ciudad. Una de esas asociaciones es Secretariado Gitano y Francisco Javier Jiménez es su responsable en la provincia de Córdoba.

-¿Cuál es la situación actual del colectivo gitano en Córdoba?

-La comunidad gitana en la provincia está en una situación muy genérica y parecida a la de la gran mayoría de los cordobeses. Estamos en un momento de crisis económica y de vivienda que ha influido mucho. Especialmente en algunas zonas de exclusión la crisis ha dado más fuerte y cuesta más trabajo poder mejorar o salir de ahí. Es cierto que la comunidad gitana en Córdoba está en la mayoría de los barrios, puede haber zonas con un mayor número (Alcázar Viejo, Fuensanta o Guadalquivir), pero es muy heterogénea. No es un grupo igualitario donde estén todos cortados por el mismo patrón. Hay un gran número de personas gitanas que, si bien están en una situación complicada por la crisis, no son el estereotipo de la zona exclusión. Tienen las dificultades habituales de cualquier cordobés.

-¿Existen diferencias con el resto de España o en Andalucía?

-Hay grandes diferencias. Habría que diferenciar la situación en Europa y España. En Europa hay mucha segregación, hay algunos perseguidos por la ley incluso, hay barrios apartados. En España, gracias a que ha habido políticas generalistas, como el acceso por derecho a cualquier recurso social, se ha mejorado la situación. Sin olvidar que hasta hace pocos años estaban perseguidos por ley. Es cierto que hay un gran número de personas gitanas con dificultades generales, y en Andalucía hay diferencia con el resto de España, no Barcelona o Madrid, pero sí con el resto. En Córdoba estamos en una zona media.

-A pesar de no existir una concentración muy polarizada, sí hay barrios con mucha población gitana. ¿Por qué ocurre esto?

-Aquí siempre han convivido las familias gitanas, en los antiguos patios del Alcázar Viejo, por ejemplo. Por desgracia, la despoblación hace que eso no ocurra ni por un lado ni otro. Muchos piensan que eso ocurre por el estereotipo que tienen de la comunidad gitana de exclusión o marginación, que ocurre también, pero no son la gran mayoría. De 100 personas gitanas, el 33% está en la imagen que casi todo el mundo tiene, la de exclusión, en torno al 7% se corresponde con los grandes artistas, y el 60 es la gran mayoría. Se escucha mucho la frase de "no lo pareces" y eso sigue ocurriendo. El hecho de que se concentren en algunas zonas viene de dos partes. Primero, la concepción de familia de la comunidad gitana, que no es padre, madre, hijo, sino padre, madre, hijo, abuelos, tíos… El modelo familiar es diferente al habitual y eso origina que se quiera estar cerca de la familia. Todos buscamos la vivienda donde nos sentimos a gusto. Y, por otro lado, las políticas sociales de vivienda se iniciaron cuando había mucho chabolismo, se pusieron en marcha barrios para acercar esa vivienda y la comunidad gitana fue la última en incorporarse a este derecho teniendo la misma necesidad que el resto. Al ser los últimos, la gran mayoría quedaron en los mismos tipos de viviendas.

-Este año, el Día del Pueblo Gitano ha estado centrado en la segregación escolar, ¿cómo se combate?

-El primer paso para combatirla es ser consciente de que existe. El segundo, ver por qué ocurre. Esto es algo que hay analizar con la Consejería de Educación. Aquí hay libre elección de centro, cualquiera puede elegir el centro que le interese, pero vemos que hay una concentración en unos colegios y no porque tenga un nivel educativo mayor. Muchas veces el facilitar a una persona la matriculación puede suponer segregación. No creo que la segregación sea directa ni que se haga conscientemente, pero somos conscientes de que ésta, al final, origina que los niños y niñas gitanos no tengan las mismas oportunidades que otros. Y seguro que sus padres lo que quieren es que las tengan.

-¿Ha aumentado esa segregación?

-Simplemente está y ese hecho ya es penoso porque estamos privando de oportunidades a unos niños porque las fórmulas no son las más idóneas. No creo que la segregación esté aumentando. Y esto no ocurre sólo en Córdoba, sino en toda España. Y muchas veces la segregación se produce a raíz de la zona de exclusión. Hay políticas que se pueden poner en marcha y son los poderes públicos los que pueden hacerlo. Estoy convencido de que el profesorado de estos centros es de calidad, pero está en una situación en la que no puede desarrollar todo lo que quieren.

-También con respecto a la educación, han puesto de relieve los altos niveles de absentismo y abandono escolar. ¿De quién depende ponerle solución?

-Es una tarea de todos. Nosotros pusimos en marcha hace ya diez años el programa Promociona con el que vimos que la solución de esto está en tres patas: la familia, que tiene que tener implicación, el centro educativo, con el profesorado y los tutores, y la administración. Con el programa pretendíamos y pretendemos romper la brecha del fracaso escolar. Hay que tener en cuenta que el absentismo no es una condición étnica, sino de exclusión (falta de oportunidades, situación económica…). Y la Administración en muchas ocasiones no adapta el currículo. Nuestros datos dicen que el 64% de la comunidad gitana tenía fracaso escolar, es decir, antes de los 14 habían abandonado los estudios; y con el Promociona hemos conseguido que el 75% de los niños titulen y sigan estudiando. No apostamos sólo para que el niño vaya a la escuela, sino por que sea bueno en matemáticas y luego a la universidad.

-El Defensor del Pueblo hablaba el otro día del gran porcentaje de población gitana en las cárceles, ¿a qué cree que se debe esto?

-La población gitana con respecto a la general es menor, la delincuencia no diferencia entre etnias y hay que ver el tipo de delitos. Habría que analizarlo. La estadística no puede explicarlo. No hay condición humana que diga que por pertenecer a una etnia puedes tender a la delincuencia y quien lo piense debería hacérselo mirar. Hay algunos estudios sobre prisiones que dicen que ese porcentaje tan alto también se corresponde con mujeres que no eran ni las infractoras del delito, sino las encubridoras. Muchos delitos son de salud pública y menores y en zonas de exclusión. Condicionar a la etnia esa situación no puede hacerse, aunque haya más personas gitanas en la cárcel en proporción.

-Existe un gran porcentaje de paro. ¿Cuál es la situación laboral?

-En Córdoba hay una tasa de paro del 30% y el empleo es temporal en un 95%, el sector que prima es el servicios y es complicado encontrar un trabajo. Nosotros sí lo conseguimos a través de programas. Nuestros estudios sí confirman que hay mayor tasa de desempleo en la comunidad gitana, un 13% por encima de la general, mayor tasa de actividad porque empiezan a trabajar antes, a los 18 años, y terminan después, hay muchas personas gitanas de 75 años trabajando (no por gusto, sino por necesidad). Eso nos hace pensar que hay un gran número de población gitana disponible para el trabajo, pero la situación de mercado y sobre todo la de formación, lo hace difícil. Por eso trabajamos en la cualificación, formando en nuevas tecnologías, intentando que la venta ambulante utilice técnicas de autoempleo…

-¿Cuántas personas gitanas hay en puestos de dirección?

-Por suerte, cada vez hay más en puestos de dirección y en cualquier tipo de empresa. Venimos de unos empleos tradicionales, como la venta ambulante, pero en los últimos años el acceso a un trabajo por cuenta ajena se hace con más naturalidad. Hay profesionales como abogados, por ejemplo, y cada vez va a más. También hay que tener en cuenta la aportación económica que hace la comunidad gitana a cualquier ciudad. Sí ocurre que uno no va mostrando la etnia y estando en el puesto que se esté sigue existiendo esa imagen negativa o la frase del "tú no lo pareces".

-¿Es Córdoba una ciudad inclusiva?

-Si se compara con otras situaciones, sí. Pero esto no quiere decir que esté todo hecho. Sigue habiendo discriminación hacia la comunidad gitana (y hacia otros grupos de personas). Sigue teniendo más difícil acceso a una serie de servicios, como el ocio, pero, en definitiva, es una ciudad donde se puede ir avanzando porque todavía hay muchas personas que no parten de cero, la comunidad no quiere estar 20 pasos por delante de nadie, sino salir desde el mismo punto de partida del que sale toda persona.

-¿Cómo se perciben esos prejuicios?

-La crisis no ha sido económica, sino también de valores y ha salido más racismo. Por suerte, no tanto como en otros lugares. Nos preocupa mucho la discriminación indirecta. Por ejemplo, tener todo preparado para acceder a una vivienda, todo firmado, y cuando te ven la cara te dicen "ya está alquilado" o ir a una tienda y te ven muy morena de piel, de cabello y tienes al guarda de seguridad al lado diciendo que está haciendo su trabajo, pues sí, pero hay más clientes. Pero también debe partir de la comunidad gitana que tienen que ejercer su derecho a ser gitano, no normalizar la discriminación. Soy ciudadano y puedo, como mínimo, decirlo, no debemos callarnos tan fácilmente. No hablo de grandes manifestaciones, sino de empezar a nivel individual. Hay fórmulas de trabajarlo y de denunciarlo a nivel judicial.

-En cuanto a la población romaní, ¿en qué situación se encuentra?

-Aquí empezamos a sumar, por desgracia, elementos discriminatorios. Sumamos el hecho de venir de otro país, en unas condiciones de exclusión muy duras, el ser gitano, las mujeres más todavía… La imagen social es muy negativa. Antes había en Urende asentamientos de 200 personas y el problema era que lo veía todo el mundo y daba vergüenza, por verlo, no era porque estuvieran viviendo en la calle, y ahora ya no me da vergüenza porque no se ven. Ahí hay que trabajar. Y tener en cuenta además de que los estos ciudadanos son cordobeses, llevan aquí más de diez años.

-¿Es la comunidad gitana una comunidad machista?

-Pertenecer a una etnia no te da más o menos machismo, la etnia gitana no es más ni menos machista que otros. El machista es el hombre o la mujer. Sí es cierto que algunos aspectos de mejora sí se tienen que trabajar. Existe machismo como en cualquier sociedad y se ha avanzado. También hay que tirar de historia. La mujer gitana salía, vendía, trabajaba, había profesoras en la época de la dictadura. De ahí que algunos planteen si es una sociedad patriarcal o matriarcal. Pero sí digo que la mujer gitana ha sido el motor del cambio porque ha visto las formas de actuar para conseguir mejor resultado. Accede más al empleo, a la formación a la universidad. Se está produciendo un cambio manteniendo siempre la familia como un bien propio, un principio básico de la comunidad.

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