Música
  • El cantautor catalán se despide para siempre de la ciudad con un emotivo recital en el Teatro de La Axerquía en el que regala un repertorio con sus grandes clásicos de siempre

Algo se le muere en el alma a Córdoba cuando Serrat se va

Joan Manuel Serrat, durante su actuación en el Córdoba. Joan Manuel Serrat, durante su actuación en el Córdoba.

Joan Manuel Serrat, durante su actuación en el Córdoba. / Juan Ayala

Escrito por

· F. J. Cantador

Redactor

Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia / pero su tren vendió boleto de ida y vuelta. Joan Manuel Serrat, ese hombre con espíritu del Renacimiento al más puro estilo de Leonardo da Vinci, ha vuelto a demostrar en Córdoba que aquello que perdiste un día dejándote el corazón tocado para nada lo mató el tiempo y la ausencia. El inigualable arte de su música consigue que el corazón recuerde con la ternura más infinita aquellas pequeñas cosas que nos dejó, a cada uno, nuestro particular tiempo de rosas en un rincón, en un papel o en un cajón. ¿Cómo iba a faltar el clásico entre los clásicos, Aquellas pequeñas cosas, incluido en su super obra maestra en forma de disco, Mediterráneo, en su despedida de Córdoba?

El Nano, "ese que no es mi primo, sino mi hermano", como le cantó su íntimo Joaquín Sabina, ese genio catalán irrepetible de la música y la letra, el mejor amante de unas musas que le han inspirado canciones que forman parte de la banda sonora de muchos de los presentes [y por supuesto, del cancionero popular español] ha hecho derramar en La Axerquía con esos sus temas -que destilan alma- alguna lagrimita, como aquella que derramó la Patro, la de su Romance de Curro el Palmo, al cerrar la cajita.

Pero esas lágrimas que se han escapado en el recital del Noi del Poble-sec [el chico del Pueblo Seco, su barrio natal] por una parte no han sido de tristeza como las de la Patro, sino fruto de la respuesta del corazón a unas melodías y a unas letras que son indisolubles a la existencia de cada cual, que forman parte, insisto, de la banda sonora del Cuéntame particular de cada uno. Por otra, contrastes de la vida, sí lo han sido de tristeza, lágrimas de despedida derramadas en una gira que ha dado en llamar El vicio de cantar. 1965-2022, con la que dice adiós a los escenarios

En cuanto Joan Manuel ha comenzado a entonar los primeros versos, escritos por otro inmortal, Miguel Hernández, de la primera canción del repertorio, Dale que dale, la emoción ha empezado a verterse en un Teatro de la Axerquía deseoso de abandonarse al serratismo, una emoción que se ha acentuado con los primeros versos de Mi niñez -un clásico que tiene ya 52 años, poesía pura-.

Como clásicos de la música en español son todos y cada uno de los temas de un repertorio en el que no falta El carrusel del Furo. Antes de continuar con Romance de Curro El Palmo, en un monólogo con el público de los que le gusta practicar en sus recitales, ha detallado que el Furo era su abuelo Manuel, un honrado secretario del ayuntamiento de su pueblo. En sus canciones, los personajes "siempre son fantasía con notas de realidad, o realidad con pedacitos de fantasía, personajes que, como su música, no envejecen, como no han envejecido con el paso de los siglos Romeo y Julieta".

Se prohíbe la nostalgia, porque, a partir de ahora, todo es futuro”, suele insistir en sus conciertos de esta su gira de despedida, en la que asegura que aún, después de medio siglo, desconoce el nombre de esa Señora a la que le dedicó esa canción del mismo título y a la que le confiesa en ella, recital tras recital, que "ese con quien sueña su hija / ese ladrón que os desvalija de su amor / soy yo, señora".

¿Y cómo no? El adiós no puede ser perfecto sin Lucia, "la más bella historia de amor que tuve y tendré"; ni sin ese tema a medias con Augusto Algeró, Penélope, quien cada concierto "se sienta en un banco en el andén y espera que llegue el primer tren meneando el abanico"; y tampoco sin No hago otra cosa que pensar en ti, "nada me gusta más que hacer canciones / pero hoy las musas han pasao de mí / andarán de vacaciones".

Poesía pura, como la de su reivindicadísimo Miguel Hernández. Cuando interpreta la tristísima Nanas de la cebolla consigue hacer sentir al respetable el peso de la soledad del poeta aunque le rodee una multitud. Lo mismo que sobrecoge su interpretación de Para la libertad; a la par que nos recuerda que tiene Algo personal contra esos "hombres de paja que usan la colonia y el honor / para ocultar oscuras intenciones / tienen doble vida, son sicarios del mal / entre esos tipos y yo, hay algo personal", insiste Joan Manuel.

Silencio. En sus conciertos, la gente se sabe todos los temas, pero prefiere callar y escuchar a cantarlos, como ocurre con Es caprichoso el azar, interpretada a dúo con su violinista. O con la muy sentida Cançó de bressol, en la que habla sobre su padre y su madre. A ella, dedicada a “sus labores, o sea, que no hizo otra cosa en su vida que trabajar como una mula”, que en sus momentos de ocio confeccionaba pijamas para complementar "el salario familiar". Y también ocurre con Hoy por ti, mañana por mí, canción de La orquesta del Titanic, álbum grabado con su amigo Joaquín Sabina; con Para la libertad, aquella canción incluida en un disco homenaje a su, insisto, añorado Miguel Hernández; y con Los recuerdos.

El público cordobés, entregado a Serrat de principio a fin. El público cordobés, entregado a Serrat de principio a fin.

El público cordobés, entregado a Serrat de principio a fin. / Juan Ayala

Llega el turno de presentar a su magnifica banda y lo hace al ritmo de No hago otra cosa que pensar en tiRicardo Miralles, al piano, que está con él "desde hace más tiempo del que me resisto a recordar", como atestigua también el paso del tiempo por su persona; igual que Josep Mas Kitflus, a los teclados, al otro lado del escenario; David Palau, a la guitarra; Úrsula Amargós, al violín y a una dulcísima segunda voz a dúo con el maestro en Es caprichoso el azarJosé Miguel Sagauste, al saxo; Vicente Climent, a la batería, y Raui Ferrer, al violín gordo, como el Nano llama a su contrabajo. "Ellos le ponen la música a las letras para convertirlas en canciones", asegura el Noi.

“Todo lo que empieza tiene que acabar”. Y el ocaso empieza a llegar con Hoy puede ser un gran día -y vaya si lo es- para continuar con Pare y de forma sublime con ese himno dedicado "a los inmigrantes desesperados en las pateras, a los que se ahogan en el mar, cadáveres arrastrados mansamente a las playas, y a los que no pueden saltar las vallas fronterizas si tienen la suerte de llegar a tierra", como destacó en su gira anterior: ese himno es la inmortal Mediterráneo. No menos himnos son Cantares -tantos años tomando los versos prestados de Antonio Machado para enseñarnos que no hay camino, que se hace camino al andar-; La Saeta, también machadiana, que cada vez que la interpreta se convierte en uno de los momentos más destacados del recital; y esa explosión de, valga la redundancia, vida que es Fiesta, para poner el epílogo, antes de Penélope, a la verdadera fiesta, la de una despedida en la que Córdoba ha puesto de manifiesto que algo se le muere en el alma cuando ese gran amigo apellidado Serrat se va.

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