ModaHogar: valentía en medio de la posguerra y supervivencia ante el mundo digital

Comercios con historia

El negocio llegó a tener una decena de tiendas repartidas por diferentes barrios de Córdoba

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El gerente de ModaHogar. / Rocío Aguilar

Después de la posguerra, cuando el futuro era incierto, un valiente, como así lo describe su nieto, fundó un comercio destinado a la confección de tejidos y moda para el hogar. Él fue Pedro Romero, que junto a su mujer, Lola Ponce, fueron artífices de la historia de este comercio que hoy vive su tercera generación y que ha pasado por diferentes fases durante toda su vida.

A finales de los 40 y principios de los 50, situada en la plaza de la Fuenseca, se inauguró la primera tienda germen de lo que posteriormente se llamaría ModaHogar Pedro Romero. En esos años, se presentaba en sus calles como una tienda con su nombre. Enrique Romero, el ahora responsable de este negocio, que añadió su nombre en lugar del de su abuelo, explica que anteriormente "una cosa que funcionaba muy bien era el dar crédito o dar cuentas; como todo el mundo se conocía, confiaban los unos en los otros". En aquellos años, la rotación de prendas y productos no era la misma de ahora y la forma en que la gente se acordara de ti era la cuenta: "Cuando volvían a entrar a la tienda a pagar, veían que había nuevo género", describe.

Como visionarios, su nieto los recuerda de esta forma: "Fueron valientes, porque era una época donde había carencia de todo y todo venía bien", explica Enrique mientras habla de unos años en los que las familias numerosas vivían en casas sin calefacción, de ahí la necesidad de vestir también su hogar. "Antes se vendía de todo. Mi abuelo se especializó en ropa y en tejido, porque antes no había tanta ropa confeccionada, la gente compraba tela para hacerla. Vendía tejidos de sábana en rollos, una tradición que ahora se ha ido perdiendo", dice.

La siguiente tienda que abrieron fue Loype, de la unión de Lola y Pedro, en la zona de Puerta Nueva. "Fue un sistema que estaba funcionando y se movieron a otro barrio más cerca, vendían lo mismo. En los años 60, el siguiente barrio en crecimiento era San Pedro y Jesús y María. Aquí se abrió en principio la tienda ModaHogar Pedro Romero y luego se amplió a un concepto que no se tenía, que era La Frontera de las Camisas", describe el nieto del fundador.

Enrique Romero en su establecimiento / El Día

Respecto a la vida de los Romero, este matrimonio tuvo varios hijos que se fueron involucrando también en el negocio. Ya en 1973, la plantilla de esta empresa ya no solo era los fundadores e hijos, sino que había más familia. "Mi tío Pedro se especializó en temas de contabilidad, aunque se fue un poco para el tema de ropa de caballero. Mi padre fue más para hogar, cortinas o tapicerías, y mi tía Loli a ropa de señora; también estaba su marido, José, el cuarto hijo", explica la tercera generación de este negocio. "En esta época, mi abuelo era más el director de esta orquesta. La empresa fue creciendo en la etapa de ebullición del comercio en Córdoba", explica Romero, haciendo referencia a los años 80 y comienzo de los 90, cuando todo el comercio y las zonas especializadas se fueron creando, como la avenida Barcelona, la Viñuela o Santa Rosa. Después de estos años gloriosos, llegó la crisis, cuenta el gerente.

Una decena de tiendas

Unas diez tiendas fueron inauguradas por la familia, creando una especie de hogar entre sus empleados; a día de hoy, sin embargo, solo vive la situada en la calle Jesús y María, pese a lo cual la ilusión y la positividad por su trabajo sigue intacto.

La llegada del actual gerente al negocio no fue de la mejor manera. "Desgraciadamente, mi padre falleció en 2001 y fue una cosa muy repentina. Yo estaba estudiando una carrera, pero tenía claro que no me gustaba el Derecho. Como tenía conocimientos de inglés porque estudié en Estados Unidos, siempre ayudaba con los clientes de fuera. Esto se empezaba a convertir en una zona muy turística, ahora más habitual", recuerda.

En la entrada en el nuevo siglo, Romero recuerda que también se sintió un cambio cuando desapareció la peseta, ya que empezaron a funcionar otra vez los negocios. "Aunque años después, fue a partir del 2009 cuando empezó a reducirse la plantilla. En la empresa que fundó mi abuelo hubo gente que ha estado desde siempre. Entraron cuando mi padre estaba recién nacido y se han jubilado aquí. Es un concepto de empleado que hoy no hay, eran familia, hacíamos piña", señala orgulloso Enrique.

"Soy un dinosaurio"

Con respecto a la evolución del comercio, el gerente de ModaHogar Enrique Romero señala que, "a día de hoy, soy un dinosaurio, salvo para la gente a la que le gusten los objetos confeccionados a medida", señala con una sonrisa. "Los barrios son cada vez menos barrios, ahora es raro encontrarte una frutería. Hay días en los que me voy orgullosísimo. La foto que tengo ahí es de mi padre y mi abuelo", narra mientras se emociona. "Los tengo ahí para que me peguen una colleja de vez en cuando. Cuando estoy apurado pienso en ellos y en cómo hubieran actuado. Soy un romántico del comercio", destaca.

Hoy, los catálogos de servicios de este establecimiento se resumen en cortinas, visillos, tapicería, confección a medida de estores, persianas enrollables y ropa de hogar, y, por supuesto, un asesoramiento en decoración personalizado tanto para hogares como establecimientos, donde una atención al cliente es el ingrediente principal,

Para finalizar, Romero comparte una opinión muy personal, "una de las cosas por las que me hice autónomo, aparte de que estuviera enamorado del trabajo, es porque tengo una niña con necesidades especiales y mi intención es que mi familia se críe en un ambiente tan ideal como yo. Mi hija nació en 2014 y necesita que se trabaje más con ella, y todo el mundo dice que la conciliación es posible y solo es asumible si tú la pagas", comenta resignado mientras agradece a su mujer Noelia su apoyo incondicional.

Enrique Romero ha creado su hogar con el destello que heredó de sus abuelos: valentía y positividad para afrontar cualquier situación. Comercios como este seguirán iluminando las calles, mientras el pasado de sus fundadores siga dejando huella en el presente.

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