La memoria dormida de Córdoba
El Archivo Histórico Provincial conserva documentos sobre la provincia de Córdoba que se remontan al siglo XV
Uno de los valores que menos se le suele echar en cuenta a las ciudades es el documental, la riqueza que se almacena en sus archivos y que constituye la referencia fiel del pasado, la base para el trabajo de investigadores, la memoria, en definitiva, de la ciudad. Entre los grandes depósitos de documentos que hay en Córdoba destaca el conocido como Archivo Histórico Provincial, situado en la antigua parroquia de Santo Domingo de Silos, junto a la plaza de la Compañía. El acceso al edificio se realiza por una casa de la calle Pompeyos con orígenes en el siglo XVIII, de la que cuentan que se basaron en la policromía barroca de su patio para reconstruir la fachada del Palacio de la Merced. El patio, con columnas de mármol de Cabra, fuente con surtidor en el centro e innumerables macetas, no refleja los tesoros que se custodian a escasos metros.
Este edificio está conectado con el antiguo templo fernandino al que se accede a través de la antigua capilla de Nuestra Señora de la Concepción, fundada en 1397, que es el resto mejor conservado del edificio medieval. A partir de este lugar, los estantes con los documentos se convierten en los protagonistas del espacio, incluso en las reconstruidas tres naves de la antigua parroquia, donde los volúmenes arquitectónicos de otros tiempos se combinan a la perfección con medidas de seguridad de vanguardia para proteger un material de alto valor. Los pilares de piedra caliza y una breve muestra del artesonado se alternan con puertas cortafuegos y anaqueles metálicos entre otras medidas de seguridad.
Aunque no lo parezca, este espacio alberga 5.000 metros lineales de estanterías; es decir, la distancia aproximada que hay en línea recta desde la plaza de las Tendillas hasta Medina Azahara. En ellas se custodia la vida cotidiana de infinidad de cordobeses de todas las condiciones que han ido dejando su rastro en escrituras notariales o en los más diversos documentos de la administración. Porque este Archivo Histórico Provincial es el puerto donde recala definitivamente toda la actividad que realizan tanto los servicios periféricos del Estado como los de la Junta de Andalucía.
Para hacer más comprensibles estas magnitudes hay que recurrir a los datos. De este modo, hay más de 5.000 cajas con documentos judiciales de los últimos siglos, así como protocolos notariales con una antigüedad que se remonta a 1440, o todo el volumen de papeleo generado por el Movimiento Nacional a través de organismos como el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, el Auxilio Social, la Prensa del Movimiento o los Sindicatos Verticales.
Alicia Córdoba es la directora del archivo desde 2005 y reconoce que "los protocolos son la espina dorsal seguidos de los archivos de Hacienda". Los primeros, vistos desde una mentalidad actual no ofrecen a primera vista más información que las transacciones comerciales, pero esta archivera subraya que en siglos pasados existía la costumbre de dejar constancia ante el escribano público de los mínimos gestos de la vida cotidiana como el contrato de las criadas, la venta de esclavos o los llamativos perdones de cuernos. Además, esta base documental es imprescindible para el trabajo de los historiadores del arte, puesto que en estos papeles encuentra hasta el mínimo detalle del encargo de un cuadro, un retablo o una imagen de culto.
El archivo de Hacienda, en cambio, conserva en 4.114 cajas la historia tributaria de los cordobeses desde mediados del siglo XVIII. Esta documentación se complementa con el célebre Catastro de Ensenada y la información catastral generada a partir de la II República y que se condensa en 2.689 mapas que delimitan las propiedades rústicas de la provincia.
Los documentos de las diversas administraciones están al alcance del interesado, porque es un derecho constitucional. Cualquiera puede tener acceso a un expediente relativo a su persona, siempre que no afecte a terceros o haya datos nominativos de otros. Esta parte es la que crece a una velocidad más acelerada. Alicia Córdoba afirma que decir que el ritmo es geométrico "es quedarse cortos". No hay más que imaginar el volumen de papel que se origina cada año, por ejemplo, con la declaración de la renta o en la actividad diaria de cualquiera de las delegaciones de la Junta de Andalucía. Expedientes, solicitudes de subvenciones, bolsas de trabajo, oposiciones, son algunas de las actividades administrativas que tienen como destino inexcusable acabar en el archivo provincial. Pero la ley, que además de ordenar la custodia es consciente del problema de espacio que puede generar, permite que en determinados casos se realicen expurgos para que sólo se guarde una parte testimonial.
El espacio es, sin lugar a dudas, el principal problema de este recinto. La Delegación de Cultura, encargada de la gestión del Archivo Histórico Provincial, inició los trámites el pasado año para solicitar al Ayuntamiento un solar donde el Ministerio de Cultura -propietario de buena parte de los fondos- levantaría un nuevo edificio, como ya informó este periódico.
En la solicitud se explica que los 5.000 metros lineales de documentación de Santo Domingo de Silos se colmataron a comienzos de la década de los 90 del pasado siglo. Desde ese entonces se han generado 8.000 metros más, por lo que, con una mínima previsión de futuro para los próximos 50 años serían necesarios 25.000 metros de estanterías, nada menos que 25 kilómetros.
La falta de espacio ha sido una constante a lo largo de la historia de esta dependencia oficial. Desde su creación en 1946, ha cambiado en varias ocasiones de sede por quedarse éstas insuficientes. De la antigua Delegación de Hacienda de Gran Capitán pasó en 1965 a un bajo de la calle Luis Ponce de León en donde estuvo hasta que en 1984 se trasladó a la plaza de la Compañía. De aquí, en un futuro, irá a donde el Ayuntamiento proponga.
Junto a los protocolos notariales y al archivo de las distintas administraciones aquí conservados, el recinto de la calle Pompeyos tiene también documentación relativa a casas nobiliarias, como los condes de Frías, los duques de Fernán Núñez o los marqueses de Valdeloro. También está todo el archivo de la familia Romero de Torres, adquirido por la Junta de Andalucía hace unas dos décadas y que supone una herramienta fundamental para conocer la vida artística y social de la ciudad entre los siglos XIX y XX. Una curiosidad son los papeles de la familia Valera, de Cabra. No corresponden al famoso literato y diplomático, pero, por ejemplo, reflejan cómo vivió una familia cordobesa las consecuencias de la guerra de Cuba.
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