"La medicina rural salía adelante con ingenio"

Nacido en el sevillano barrio de la Macarena, este médico de Espiel estuvo en el germen del sindicalismo sanitariol precariedad Tan escasos era los medios materiales que un paciente que recibió un disparo tuvo que ser operado con la ayuda de una cuchilla de afeitar.

Navas, en la sede del sindicato, en la calle Molinos Alta.
Navas, en la sede del sindicato, en la calle Molinos Alta.
Ángel Robles

05 de octubre 2008 - 01:00

Cuando el presidente del Sindicato de Médicos de Córdoba (Simec), José Luis Navas, obtuvo su plaza como médico rural en Espiel los medios eran prácticamente inexistentes: "Sólo teníamos el material que portábamos en el maletín. Una vez, un señor recibió una perdigonada y, como no disponíamos de hoja de bisturí, hicimos la operación con una guillete esterilizada". Corría el año 1983, tiempos difíciles para los jóvenes que en aquellos momentos empezaban su carrera en la sanidad: "El número de licenciados era muy superior a la oferta, ya que salían escasamente mil plazas de especialistas para 30.000 aspirantes", recuerda Navas, un sevillano del barrio de la Macarena que decidió opositar al cuerpo de médicos rurales.

"No sólo éramos los encargados de la salud pública, sino también del cupo de la seguridad social. Tenías, además, la obligación de prestar asistencia sanitaria las 24 horas del día", revive. A pesar del panorama, Navas optó por la oposición y la "suerte" lo ayudó a obtener una plaza en la localidad cordobesa de Espiel, donde aún conserva su puesto. "Era un pueblo que no sabía ni dónde estaba, pero los vecinos fueron muy receptivos y, dentro de lo penoso de la situación laboral, me adapté bien", recuerda con humor.

Lo ayudaron a encajar en el mundo rural andaluz sus compañeros, que ya contaban con algo de experiencia. "Recuerdo aquellos años con doble sentido. Por una parte, con la angustia de no poder compaginar la vida familiar con mi trabajo, y por otra parte fue una fuente de experiencia muy importante", dice. Las condiciones de trabajo eran "penosas": "La medicina rural estaba abandonada. Prácticamente no había medios y tenías que echarle ingenio para salir adelante. Espiel era el paritorio de toda la comarca porque todavía no existía el hospital de Pozoblanco, así que hubo que atender muchos partos sin nada de material. A algunos niños se les calentaba con una estufa", revive. "Pero todo eso era muy gratificante, porque luego los vecinos volvían al consultorio para agradecértelo", recuerda.

En aquellas circunstancias nació el germen del sindicalismo en el sector de la sanidad. El Simec, en concreto, se constituyó en el año 92, cuando la reforma sanitaria emprendida por las administraciones llevaba ya varios años de andadura. "Habían empezado a introducir mejoras, pero no contaban con los profesionales y nuestra palabra era importante para la estructura de las guardias, la dotación de material o el mismo diseño de los centros", reivindica. Había, por ejemplo, "macrocentros que contaban con una magnífica placa de mármol recuerdo de su inauguración pero, en cambio, las consultas no se pasaban en condiciones". Así, a base de reivindicaciones, el movimiento que iniciaron 40 profesionales cuenta hoy con casi un millar de afiliados. Algunos problemas persisten: "El más importante es la no disponibilidad de médicos a vincularse con el Servicio Andaluz de Salud (SAS)", lamenta.

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