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Un mantenimiento natural para las piscinas de Córdoba

  • Ya hay empresas que ofrecen el material necesario para la instalación de clorificadores salinos, una alternativa al cloro químico

  • Puede aplicarse a piscinas particulares y comunitarias

Trabajadores durante el proceso de cloración salina.

Trabajadores durante el proceso de cloración salina. / El Día

Uno de los aspectos más laboriosos del mantenimiento de una piscina es controlar los niveles de calidad del agua para que ésta se mantenga limpia y desinfectada y no genere problemas a sus usuarios, ya sea para uso particular o comunitario.

Para ello, lo más conocido es el uso de cloro químico que mantiene la limpieza del agua en las piscinas aunque se trata de un agente que puede irritar ojos y piel y generar diferentes complicaciones derivadas de su condición química.

Sin embargo, hay alternativas que ofrecen un sistema que permite una desinfección natural del agua a través de un elemento muy común en el día a día: la sal

Una de esas empresas es el grupo Baeza. El jefe de ventas de las sección Andalucía Occidental del grupo, Antonio Ortiz, señala que se trata de un sistema que “simula el estado del agua del mar y la sensación que deja es bastante agradable”. Este sistema tiene una instalación sencilla “y sustituye el cloro químico por el cloro de sal”, una opción más económica y que se desmarca de “los problemas del mercado que se está generando con el cloro”.

Para conseguir que este proceso se lleve a cabo, se vierte la sal en el agua –cinco gramos por litro de agua– y “se realiza un baipás en la tubería de impulsión” para introducir una célula eléctrica “que transforma el cloruro de sodio (sal común) en hipoclorito sódico”, un tipo de cloro derivado de la sal que actúa como desinfectante del agua. Tras el proceso, el agua vuelve a la tubería y cumple “el proceso de depuración normal de cada piscina”.

Esta instalación puede realizarse a nivel particular o industrial sin ningún tipo de inconveniente ya que “lo importante es dimensionar bien la cantidad de sal necesita en función de la piscina, pero en cualquier caso se trata de una instalación fácil y económica”, afirma Ortiz, haciendo de la cloración salina una alternativa de ahorro tanto en la instalación como en el propio mantenimiento, además de los efectos positivos en la salud.

En Córdoba, según explica el Ortiz, “ocho de cada diez piscinas comunitarias tienen este sistema instalado”, que el grupo ofrece desde los años 90, ya que tiene varios beneficios que lo convierten en una opción mejor que el cloro químico.

Por un lado, al tratarse de un cloro natural no perjudica la salud de los usuarios, es inoloro y no reseca la piel.

Además, no presenta los riesgos que puede conllevar el manejo y almacenamiento de químicos, siendo especialmente fácil “controlar los niveles de PH del agua y el cloro”. Según matiza Ortiz, en los últimos ocho años se ha producido un auge en el consumo de este sistema, ligado “a la cierta decadencia en el consumo del químico, todos los años se venden más equipos”.

Ortiz revela, además, que este sistema es autosuficiente y que el mantenimiento no implica complicaciones diferentes a las del cloro químico. De hecho, las innovaciones tecnológicas han permitido el desarrollo de “un clorardor que permite, a través de la conexión wifi y el acceso a la nube, controlar todo el proceso sin importar donde se localice el usuario”.

El grupo también ofrece formación a los cliente respecto a esta instalación, teniendo en cuenta “los factores climáticos de cada región que afectan al mantenimiento de la piscina”. Ortiz detalla que hay que tener en cuenta que “en zona como Córdoba, las altas temperaturas hacen que haya una mayor evaporación. No es lo mismo una instalación aquí que en ciudades donde no se sobrepasan los 20 grados”.

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