Antonia y Marcos no cesan en su intento de conseguir un trabajo que les aporte la estabilidad necesaria para criar a sus tres hijas. Ayer se plantaron en la puerta del Ayuntamiento para hacerse oír ante las autoridades competentes con una pancarta que rezaba "Pido trabajo para que coman mis tres hijas". Este periódico ya ha contado la historia de esta pareja que, al igual que muchas, vivió los coletazos más duros de la crisis económica. Ambos trabajaban cuando la recesión arrancó, ella en un supermercado y él en la construcción, y una vez se quedaron parados tan solo han encontrado algunos empleos para días sueltos.

Ahora, con el miedo de no poder darle a sus hijas todo lo que necesitan, han iniciado una serie de protestas que también pretenden llevar ante la Delegación de la Junta y la Subdelegación del Gobierno central. Ayer en Capitulares tuvieron la suerte de encontrarse con la alcaldesa, Isabel Ambrosio, y con el delegado de Servicios Sociales, Rafael del Castillo, aunque las soluciones no las vieron muy claras. Mientras desde el entorno de la alcaldesa les comentaron que la concesión de un trabajo tiene que seguir una serie de protocolos, Del Castillo les recomendó acudir al centro social Rey Heredia. Según explicó Antonia a el Día, el responsable de Servicios Sociales les aconsejó acudir al antiguo colegio para recibir alimentos y echar una mano, aunque esta madre reclama algo más que eso, ya que sus niñas (una de cinco años y las mellizas de uno) también necesitan alimentos como fruta o pescado, además de ropa.

Tras cobrar todos los subsidios posibles, la pareja se ha visto obligada a hacer un poco más de ruido para que se les escuche. Ahora viven en su casa que estuvieron a punto de perder por un proceso de desahucio, aunque finalmente el banco se la quedó a través de la dación en pago y tienen que afrontar un alquiler social de 60 euros. Su objetivo lo tienen claro: continuar con la lucha hasta asegurar el futuro de sus hijas.