Coronavirus en Córdoba

"Lo peor es llegar del hospital y no poder abrazar a nuestras hijas como antes"

Rafael Castro y Natalia Pascual, en la puerta de una Unidad Covid del Reina Sofía.

Rafael Castro y Natalia Pascual, en la puerta de una Unidad Covid del Reina Sofía.

Las vidas de Rafael Castro y Natalia Pascual están unidas en lo profesional y en lo personal. Ambos trabajan en el Reina Sofía y además son matrimonio, por lo que están viviendo y batallando juntos esta crisis del coronavirus en el hospital y en casa. Esta guerra no acaba al salir del centro sanitario, sino que los protocolos se han extendido a su hogar para evitar contagiarse o contagiar a sus dos hijas, "que es el mayor de nuestros miedos", confiesan.

Para ellas, el cambio provocado por la pandemia ha sido bastante drástico y no solo por el confinamiento, "sino porque ahora tienen que asumir responsabilidades que, por edad, puede que aún no les correspondan, lo que nos hace estar muy orgullosos de ellas", explican. En todo este proceso, sin duda, lo que llevan peor es "no poder abrazarlas o besarlas como antes; nosotros aún no nos atrevemos", apunta este matrimonio.

Rafael Castro se incorporó el pasado mes de enero al Reina Sofía -en el que se formó como residente- como subdirector médico asistencial, por lo que se ha tenido que adaptar de manera muy rápida al funcionamiento del centro. Natalia Pascual, por su parte, hizo la especialización de Neumología en el hospital cordobés entre 1999 y 2003 y, tras un año fuera, volvió a finales de 2004. Antes de esta crisis sanitaria su labor se centraba en la asistencia a los pacientes de planta de hospitalización y en la atención ambulatoria en la Unidad de Ventilación Mecánica Domiciliaria, con especial dedicación en la asistencia multidisciplinar de los pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Tras el inicio de la pandemia, "todos hemos cambiado nuestra forma de trabajar, sobre todo en la unidad de Neumología, en la que nos hemos convertido en equipos asistenciales Covid" en los que se han integrado especialistas de Alergia, Digestivo, Cardiología y Cirugía Torácica, "que de forma generosa han querido colaborar", explica esta doctora.

"El ambiente de cooperación hace que nos sintamos orgullosos de esta profesión", indican

Este ambiente de "cooperación y entrega de todos los profesionales sanitarios hace que nos sintamos orgullosos de nuestra profesión y nos recuerda el sentido de servicio que tiene todo aquel que se dedique a la atención de pacientes", manifiesta Natalia.

Tanto ella como Rafael destacan que en el Reina Sofía "más que nunca se ha trabajado en equipo, un equipo grande compuesto por todos: facultativos, enfermería, auxiliares clínicos, celadores, limpieza, lavandería y todos los servicios generales".

Máxima precaución para no llevar el covid a casa

A nivel personal creen que los cambios que se han producido en sus vidas por el coronavirus no son muy diferentes a los que están viviendo el resto de personas, que "no solo tienen que estar confinadas, sino que a la vez teletrabajan, atienden a la familia o realizan las tareas domésticas". "Nosotros, al menos, salimos todos los días de casa para ir a trabajar, lo que da una normalidad al paso de los días", puntualizan, con la "contrapartida" de que están más expuestos.

Para reducir al mínimo la posibilidad de llevar el virus a casa, han adquirido una serie de rutinas, siempre extremando el cuidado: dejan los zapatos a la entrada y meten en una caja las llaves, los móviles y todo lo que haya salido a la calle. Luego, van "derechos a la ducha", casi sin saludar a sus hijas, que tienen 15 y nueve años, hasta no haberse cambiado de ropa.

Aunque algunos de sus compañeros han optado por aislarse de sus familias para evitar contagiarlas y están alojados en residencias habilitadas, este matrimonio no ha contemplado esa opción "pensando que sería más perjudicial para las niñas que los dos nos alejáramos de ellas". Por ello, viven los cuatro bajo el mismo techo, pero con la medida auto impuesta de no darles abrazos ni besos -por mucho que lo echen de menos- porque toda precaución es poca para evitar contagiarlas.

"Nuestra familia nos ha dado una lección de responsabilidad", manifiestan estos doctores

Trabajando en el hospital, Natalia y Rafael están expuestos cada día al covid, algo que sus familias han vivido con "la preocupación lógica inicial", aunque conforme pasan los días "se va atenuando al comprobar que, al menos, de momento todo está bien". "Nuestras familias tienen asumido cuáles son los riesgos de nuestra profesión y nos dan lecciones de responsabilidad por cómo están cumpliendo el confinamiento", indica esta pareja, que desde el principio tenía la "preocupación adicional" de que sus familiares pudieran enfermar.

Pero la mayor lección de responsabilidad se la están dando sus hijas "ayudando en tareas domésticas y a veces incluso realizando la comida". Al principio han pasado muchas horas solas, explican estos doctores, "pero desde pequeñas ven la vocación de sus padres y, de hecho, siguen teniendo la ilusión ambas de ser sanitarios".

A pesar de los momentos complicados vividos a causa del covid-19, Rafael y Natalia sacan varios aspectos positivos de esta crisis, sobre todo "la generosidad que han demostrado muchas personas, no solo con su dinero, sino con lo que cada uno ha tenido a su alcance, ya sean conocimientos, habilidades o simplemente su tiempo para ponerlo a nuestra disposición". En este sentido, destacan la labor de ciudadanos y empresas, con una mención especial a los makers que están haciendo protectores faciales coordinados por el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic) y al grupo de costureras "Batas para héroes".

Además, esta situación ha hecho que se "reavive la vocación de servicio a los pacientes" que conlleva el ejercicio de la Medicina, concluyen.

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