Libertad y costes
Marcela, una canción de Cervantes | Crítica de teatro
La ficha
*** Marcela, una canción de Cervantes. Intérprete: Celia Frejeiro. Dramaturgia: María Folguera. Dirección: Leticia Dolera. Fecha: jueves, 8 de mayo. Lugar: Teatro Góngora. Dos tercios de entrada.
Una vez más regresamos a los cimientos de la literatura universal para apreciar su incalculable valor y hacer revisión sobre su trascendencia en temas importantes de hoy. Quién mejor que Cervantes como autor elegido y la novela cumbre de su obra. Entre la multitud de pasajes, don Alonso y Sancho se encuentran en el capítulo XIV con la sepultura del malaventurado Grisóstomo “suicidado” al no ser su amor correspondido por la bella pastora Marcela. Ante la indignación de los amigos que acompañan al finado, dispuestos a vengar su muerte y ajustar cuentas con la pastora, aparece la supuesta culpable en pleno velatorio.
Es allí cuando pone a todo el mundo en su sitio y al muerto especialmente, soltando un monólogo de antología: ella vive tranquila y su mayor deseo es la libertad, por eso eligió la soledad del campo. Tampoco tiene la culpa de ser guapa. Aunque los hombres la desean, Marcela nunca hace caso a sus agasajos. Si Grisóstomo se quitó la vida por ignorarlo, solo él ha sido el culpable de su desdicha. Concluido el alegato, don Alonso investido en juez dictamina sentencia a favor de la pastora y advierte que tomará medidas si alguien se atreve a dañarla.
Este admirable pasaje y la enorme dimensión que toma en el contexto actual dan impulso al trío artístico responsable de su escenificación. María Folguera deconstruye el capítulo, manteniendo intacto el monólogo de Marcela y la sentencia de Quijote, transformando el texto en una especie híbrida entre talk-show y reality que comenta lo ocurrido y las reacciones de los protagonistas.
Leticia Dolera dirige la puesta en escena y se rodea de multitud de recursos sonoros, lumínicos y visuales muy llamativos para captar la atención de un público familiarizado con la nueva forma de ver contenidos. Celia Frejeiro se emplea a fondo para interpretar la propuesta con la voluntad que toda profesional atesora. Sin embargo, a veces disponer de buenos ingredientes no garantiza obtener el mejor guiso.
Salvando el monólogo de Marcela donde Frejeiro muestra fortaleza y regala momentos de autenticidad, el resto de la pieza deambula por un surtidor de efectos y pastiches diseminados con el propósito de dinamizar y justamente generan el efecto contrario. Esto provoca demasiada distancia, mata el ritmo y las energías que fluyen entre actriz que ejecuta y público que observa. Si la intención es frivolizar, con menos artificios se hubiera logrado. Aunque también da la impresión de querer estirar algo más la goma de un montaje que anuncia durar 50 minutos y a duras penas llegó a los 40 el pasado jueves.
Por último, pregunto: ¿existen voces de actores profesionales suficientemente reconocidos en este país como para no tener que recurrir a la voz en off de Luis María Ansón? Lo hago desde el respeto a la carrera de este señor profesional del periodismo y escritor.
Marcela, esa loca (para muchos) que como sus cabras tiró al monte para vivir su vida y la dejaran en paz. Así lo cuenta Cervantes en 1605 y la defiende su alter ego convertido en caballero de las causas nobles, pero siempre perdidas. Cervantes soñaba a través de Alonso por un mundo más justo e igual y con su capítulo XIV no quiso dejar fuera el papel de la mujer. Cuatro siglos, unidos a los anteriores, han pasado y esa ficción comienza a formar parte de nuestra realidad. Pero aún queda.
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