"Las leyendas en torno a las mujeres de Al-Ándalus hacen complicado su conocimiento"
Entrevista
Andrea D. Morales presenta su novela 'La biblioteca de Córdoba', en la que recupera la figura de la esclava e intelectual andalusí Lubna
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Córdoba/La gran biblioteca de la Córdoba omeya era conocida en todo el mundo y a ella llegaban personas de diferentes procedencias para consultar sus libros. Ubicada junto al Alcázar, este lugar de leyenda es el centro de la nueva novela de la escritora sevillana Andrea D. Morales, en la que hace protagonista a Lubna, la esclava e intelectual andalusí, famosa por sus conocimientos en gramática y por su poesía, que fue secretaria personal del califa Al-Hakam II.
Pregunta.¿Cómo descubrió la figura de Lubna?
Respuesta.Yo soy medievalista y estoy especializada en historia de género en Al-Ándalus, entonces conocí la figura de Lubna desde que empecé con todos estos objetos de estudio. Lubna es un nombre que resuena muchísimo en todo el tema de cultura en Al-Ándalus.
P.¿Qué ha llegado a nuestros días de ella?
R.Lubna es un personaje que en entornos académicos sí resuena mucho por el tema cultural, le pasa igual que a Wallada la Omeya, suelen ser las figuras más notorias, pero también es verdad que en general es muy difícil discernir realidad de ficción. Hay pocos datos de Lubna y además ha predominado mucho en el imaginario colectivo que se dedicaba a la biblioteca de Córdoba, que era bibliotecaria. Y nada más lejos de la realidad, de hecho, no se dedicaba a la biblioteca, sino que era secretaria personal de Al-Hakam II. Le pasa un poco lo que a la mayoría de figuras femeninas, que siempre son poco conocidas en contraposición con los hombres. Luego, hay que destacar todo el misticismo, todos los bulos, todas las leyendas que se forman en torno a sus personas, que muchas veces hacen complicado su conocimiento por parte de la población.
P.Más allá de que era la secretaria personal de Al-Hakam II, ¿qué más sabemos de ella?
R.Sabemos muy poquito. Sabemos que se dedicaba a la correspondencia personal y estatal de Al-Hakam II, que probablemente se la instruyó en la corte, a la que llegaría siendo bastante pequeñita, y que allí se la pondría bajo el mando de los instructores. Estos eran maestros, profesores de renombre, sabios cortesanos que se dedicaban precisamente a instruir a pequeños esclavos y esclavas que luego ocuparían posiciones importantes en la corte.
P.¿Cómo la retrata en su novela?
R.Me adscribo lo máximo posible al rigor histórico, a lo que sabemos de Lubna, o lo que creemos que sabemos de ella. Por otro lado, todo lo que he tenido que ficcionar en torno a su personalidad ha sido adquiriendo matices de unas y otras esclavas, de lo que habría sido la vida de una esclava, que es una vida muy dura y que te lleva a tener una serie de habilidades. Entonces, Lubna es muy observadora porque ha tenido que vivir en un entorno muy hostil, es muy calculadora, es muy lógica, es muy analítica. Y luego, posteriormente, se inserta en el círculo cortesano, que también es un lugar muy violento. Es una persona muy sagaz, es muy intelectual, es muy sumisa también, porque forma parte de esa esclavitud. Entonces, tiene un poco de aquí y allá.
P.¿Ella vivía en Medina Azahara?
R.Esto no lo sabemos con absoluta totalidad. El entorno cortesano sí que habita en Medina Azahara desde que Abderramán III la construye, mueve allí a todos sus círculos cercanos y promueve su población mediante dinero. Lubna podría haber vivido perfectamente en Medina Azahara porque al final es un entorno cortesano, pero, por ejemplo, la biblioteca de Córdoba, técnicamente, debería estar en el antigua Alcázar cordobés. Entonces, con absoluta seguridad no se sabe nada. Yo, desde luego, la emplazo en Medina Azahara, aunque su lugar, al final, casi que de oficio en la biblioteca, esté en Córdoba capital.
P.¿Cuando hablamos de la biblioteca de Córdoba nos referimos a la biblioteca del califa?
R.Es la biblioteca real de Córdoba, que se levanta en tiempo temprano. Comienza con Abderramán I y luego se continúa con su construcción, con el mecenazgo y con la labor de traducción y se convierte en una de las más grandes que había en su tiempo. Poseía una de las mejores colecciones de libros.
P.A consultar sus libros venía gente de muchas partes. En su novela aparece, Nasir, que llega a Córdoba desde Bagdad. ¿En qué contexto introduce a este personaje?
R.Nasir es un médico que hace un viaje larguísimo hasta llegar a Córdoba. Viene buscando un manuscrito perdido que se dice que trajo Abderramán I. Y ese es el eje central que estructura toda la trama de la novela y tiene mucho sentido precisamente porque había mucha afluencia de visitas de toda la zona oriental hacia Córdoba para precisamente visitar la biblioteca real, para poder leer los libros, para consultarlos. Y no solamente es una visita, sino que es una estancia perpetua: la gente se vuelve prácticamente ciudadana cuando conoce Córdoba. Desde Abderramán II se intenta precisamente propiciar que Córdoba se convierta en un hervidero cultural. Entonces, aquí empiezan a llegar médicos, matemáticos, astrónomos... de todas partes del mundo, pero especialmente de Oriente. Se vienen para acá, les gusta la vida que hay aquí, les gusta la sapiencia que hay aquí, y finalmente se quedan. Esto se convierte en una tónica general. Un ejemplo es el músico Ziryab, que además se queda en la corte de Abderramán II e incluso monta su propia escuela de esclavas cantoras, la primera de este tipo que hay en la península Ibérica.
P.¿Por qué se le encomienda a una mujer un papel tan importante como el de cuidar una biblioteca?
R.En primer lugar, porque aunque nosotros tengamos la idea popular de que la mujer en Al-Ándalus vivía muy oprimida, muy encerrada entre las paredes de su casa, dedicándose únicamente a las tareas que consideramos tradicionalmente femeninas como el cuidado de los hijos o el cuidado de la casa, esto no es para nada cierto. Las mujeres tenían muchísima libertad y se las valoraba mucho. Y, más concretamente las esclavas, eran personas que tenían muchísima sabiduría y en las que se confiaba mucho. Estaban preparadas desde muy pequeñas para albergar muchísimo conocimiento de todo tipo: matemático, astrónomo, caligráfico, paleográfico... Entonces, hubiera sido completamente normal que al final a Lubna se le hubiera dado una biblioteca porque, en general, los califas confían plenamente en sus esclavas: se casan con esclavas, tienen a esclavas como secretarias califales, agradecen mucho su presencia y confían plenamente en ellas en muchos haberes cotidianos.
P.¿Qué más personajes conocidos pasan por la novela?
R.Almanzor es el más conocido. Luego, aparece la gran señora Subh, Al-Hakam II, el príncipe Hixém II y el médico Albucasis, reconocido mundialmente. Aparece la propia Luna y otras esclavas califales, como Nizam, que será la secretaria califal de Hixém II, o Muzna, la secretaria califal de Adderramán III.
P.Finalmente, ¿cómo acaba la biblioteca?
R.Su final es parecido al de la biblioteca de Alejandría. Hay un desmantelamiento sistemático a partir del encumbramiento de Almanzor, que para ir ganando adeptos a su causa, a su gobierno, intenta ganarse el favor de los más ortodoxos. Entonces, hace una criba de todos esos libros que son vistos como reprobables. Muchos acaban enterrados y otros muchos quemados. Los que se salvan tampoco sufren un destino mucho mejor porque acaban vendiéndose para subvencionar la guerra del siglo XI contra los almorávides, porque las guerras son muy costosas. Una vez que llegan a Córdoba los almorávides y sitian la ciudad, saquean la propia biblioteca. Al final, los ejemplares que quedan, en muchos casos, se los reparten como pueden los reyes de Taifas de Almería, Toledo, Córdoba, Sevilla... En otros casos, hay ejemplares que sí acaban en otras bibliotecas reales de gobernantes, como es el Corán del Califa Osmán, que con Abderramán I pasa de Damasco a la Biblioteca Real de Córdoba, y de esta pasa al Magreb, a la Biblioteca Real de Yusuf Ibn Tasufin.
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