José Bretón confiesa por primera vez que mató a sus hijos

Reconoce a un escritor que acabó con la vida de sus dos hijos pequeños en 2011 en Córdoba

"No había enfermedad mental, sino maldad"

José Bretón, en el juicio por el asesinato de sus hijos en Córdoba en octubre de 2011.
José Bretón, en el juicio por el asesinato de sus hijos en Córdoba en octubre de 2011.

Córdoba/El nombre de José Bretón forma parte de la crónica negra española desde que en octubre de 2011 acabara en Córdoba con la vida de sus dos hijos pequeños, Ruth, de seis años, y José, de dos. Por ello fue condenado a 40 años de cárcel, aunque nunca reconoció el crimen.

Ahora, más de 13 años después, José Bretón ha confesado por primera vez que mató a sus hijos en una conversación con el escritor Luisgé Martín, con el que desde hacía varios años mantenía correspondencia por carta hasta que, finalmente, tuvieron un encuentro en la prisión de Herrera de la Mancha en diciembre de 2023.

Una parte de esa conversación ha sido reproducida por el escritor en el periódico El Confidencial como un adelanto del que será su próximo libro, El odio (Anagrama), que se publicará el 26 de marzo y en el que se adentra en la miseria humana y los límites de la crueldad a través de este crimen.

José Bretón, en la reconstrucción de los hechos en el Parque Cruz Conde.
José Bretón, en la reconstrucción de los hechos en el Parque Cruz Conde.

José Bretón relata al escritor que después de que su mujer se separara de él, una decisión que le comunicó el 15 de septiembre de 2011, empezó a sentir "mucha angustia" porque pensaba que no iba a volver a ver a sus hijos y porque estos iban a estar con su familia materna (que vive en Huelva), a la que considera "tóxica".

"Poco a poco", se fue "convenciendo de que la única salida era acabar con la vida de mi hija Ruth y mi hijo José", resalta el condenado. "Me deprimía la idea de que mi hija Ruth y mi hijo José crecieran entre ellos sin estar yo delante. Ahí fue cuando empecé a volverme loco", reconoce.

Bretón, que pensaba que su mujer, Ruth, lo había dejado por un antiguo novio, le escribió una larga carta prometiéndole que se iba a convertir "en otra persona" y la iba a amar, "pero le ofrecía también que ella amara a Alfonso y me dejara simplemente estar a su lado, o al lado de mi hija Ruth y mi hijo José".

¿Por qué mató a sus hijos?

"A mí no me parecía mal el divorcio, pero me atormentaba esa incertidumbre, el hecho de no saber qué iba a pasar con mis hijos", dijo Bretón a Luisgé Martín. El escritor le pregunta directamente: "¿Por qué matarlos tan solo tres semanas después?", a lo que el condenado responde: "Por la impaciencia".

En ese sentido, añade que "necesitaba que esa situación se acabara, que desaparecieran las dudas y la incertidumbre. Es como si se me hubiera metido un monstruo dentro de la cabeza que no me dejara dormir ni pensar en otra cosa. No podía encontrar soluciones. Y cada día era peor que el anterior".

Aunque se escuda en la "impaciencia", más tarde reconoce que cuando Ruth lo "abandonó" entró "en cólera": "Al principio no tuve pensamientos extraños, pero después se fue abriendo paso la idea del asesinato".

José Bretón, en una reconstrucción de los hechos.
José Bretón, en una reconstrucción de los hechos.

Pensó en la idea de secuestrarlos y llevarlos fuera de España, pero era consciente de que lo "habrían encontrado enseguida" y "habría acabado en la cárcel".

Sobre el Orfidal con el que drogó a los niños, asegura que "no lo había comprado para matar a mis hijos". A lo que explica que tiene "muchas manías" y "una de ellas es la de no soportar el ruido que hace la gente al masticar", por lo que había tenido varias discusiones con Ruth. Cuando le prometió que iban a hacer terapia de pareja y que él iba a cambiar, pensó que "una de las primeras cosas que tenía que hacer era corregir esa manía". Por eso fue "al psiquiatra y por eso tenía el Orfidal". "Luego, cuando me volví loco, se me ocurrió que podía usarlo con los niños", puntualiza.

Luisgé Martín pregunta a Bretón cómo preparó el crimen y si investigó en la deep web (todas las páginas web que los motores de búsqueda no pueden identificar por su contenido inadecuado) cómo hacerlo, a lo que él contesta: "Todos hemos visto muchas películas y somos capaces de imaginar algo así".

Así, añade que "había dos condiciones que tenían que cumplirse: que murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policiaca. Tenía los medicamentos y tenía la leña en la finca, solo tuve que comprar el gasóleo".

"Confiaron en mí"

En la conversación, el escritor también cuestiona al autor del asesinato si está seguro de que los niños no sufrieron, a lo que este explica que disolvió las pastillas de Orfidal en agua con azúcar y antes de poner los cuerpos en el fuego comprobó que no respiraban, incidiendo en que "estaban ya muertos". "Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento", agrega con frialdad.

Nunca pensó en confesar el crimen porque eso significaba "ir de cabeza a la cárcel" e incluso estaba seguro de que no lo iban a pillar porque "si no había cuerpos, no podían acusarme de nada", destaca. "No podían condenarme. Estuve a punto de conseguirlo. Me faltó solo un poco más de suerte", concluye Bretón.

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