El jesuita que trajo a Córdoba el espíritu de una saga bicentenaria
Cordobeses en la historia
Jaime Loring Miró nació reinando Alfonso XIII, creció en la España del subdesarrollo y se volcó en el reparto del bienestar y en interpretar éticamente la sinrazón de la extrema riqueza
CORRÍA el año 1810. El comerciante de toneles George Loring se establecía en Málaga, introduciendo un apellido decisivo para el desarrollo del ferrocarril y la industria minero-siderúrgica del Guadiato. Nacido en Hingham, Massachusetts, castellanizó su nombre y en 1817 casó con María del Rosario Oyarzábal, madre de sus siete hijos. El tercero, Jorge Enrique, heredó la inquietud industrial del padre, se educó en EEUU y fue copartícipe en la construcción del ferrocarril Málaga-Córdoba, que se extendería a Peñarroya. Marqués de Casa Loring por la erradicación de la epidemia de cólera del XIX en Málaga, con Amalia Heredia Livermore tuvo siete hijos. El tercero, Manuel Loring Heredia, pudo ser alcalde de Málaga si un periodista del Diario Mercantil no le hubiera asesinado a tiros en 1891, según cuentan Luís Utrilla y Carlos Herraiz en Jorge Loring. La pasión por la aeronáutica. Manuel dejó viuda a Ana Martínez Loring con seis hijos. Uno de ellos, Jorge Loring Martínez estudió en El Palo, se licenció en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid en 1912 e ingresó en el cuerpo de ingenieros del Estado; sin vacante, se dedicó a la comunicación marítima en Guinea Ecuatorial hasta obtener destino en Ciudad Real. Pidió excedencia para entregarse a la aviación; en 1916 obtuvo el título de piloto y en Barcelona fundó el Aeroclub de Cataluña. Entregado al vuelo en aeroplano, autogiro, globo o zeppelín, se cruzó en el Paseo de Gracia con Monserrat Miró Bordás y el enamoramiento truncó los proyectos familiares de boda con una prima. Cautiva a la catalana sobrevolando la casa costera del Malgrat y se casan en San Cugat del Vallés un 18 de noviembre de 1920. Jorge había conocido un año antes a Juan de la Cierva, para quien construyó en 1926 en su fábrica de aeronaves de Carabanchel el autogiro C-7. En Madrid la empresa de aquel hombre emprendedor crece a la par que sus ocho hijos: Jorge, Adela, Monserrat, Mercedes, Nuria, Concepción, Jaime y Carmen.
Jaime Loring Miró, el Padre Loring, había nacido en Madrid el 16 de octubre de 1929. Recibió como sus hermanos los valores del padre y una educación esmerada. Tuvieron una institutriz irlandesa que les enseñó a leer en inglés antes que en castellano y un padre religioso, que no beato, del que apenas pudo gozar. Por su pertenencia a la CEDA fue juzgado y absuelto por un tribunal popular; pero el resentimiento de un exempleado lo condena a morir en la fábrica de Carabanchel, donde hallan su cadáver un 22 de septiembre de 1936. Comienza así un éxodo que lleva a Jaime, con 6 años, y a su familia a Barcelona, vía Valencia. En la Ciudad Condal están sus primeros recuerdos. Encuentra "una Barcelona más ordenada, viajes en el tranvía, refugios en el metro y un boquete en la Diagonal". El Comité Internacional de la Cruz Roja, que entregaba a la madre cuatro botes de leche condensada semanales, les ayudó a huir por Port Bou; cruzaron la frontera hasta Bayona e Irún y, en enero de 1939, desde Fuenterrabía, atravesaron la Península en tren hasta Málaga, esquivando la zona republicana. Un 8 de febrero de 1939 los acoge allí su tía Cristina; pero no hay espacio material para todos y esa noche duerme en el colegio de El Palo. La pensión de viudedad y orfandad no sería aprobada hasta 1942 y con los jesuitas permanece el niño, incluso en verano, hasta los 15 años. El Puerto de Santa María, Granada y Chamartín culminan en 1950 los estudios de Filosofía del ya jesuita, que completaría con los de Teología, Ciencias Económicas o Ingeniería Agronómica, con estancias en Sevilla, el Puerto, Granada o Toulouse. Llega a Córdoba en 1962 para dar forma a un proyecto que perpetúe la memoria del joven Rafael Luís López Jiménez, e inspirándose en otros centros creados en España funda la mítica ETEA, que tiene su origen y su primer escenario en el patio de la Casa de San Hipólito.
Jaime Loring Miró, absolutamente humanista y solidario, se implica de lleno en los incipientes movimientos sociales y la izquierda clandestina de la Córdoba de los sesenta. Preside el Juan XXIII y, en los setenta, Filomeno Aparicio y Ernesto Caballero le proponen la Alcaldía en las primeras elecciones, que veta el Provincial. Profesor, investigador, ensayista y comprometido con la Teología de la Liberación, imparte docencia en el Alma Máter de Centroamérica y Cuba ya desde la dictadura de Videla o en 1989, cuando compartió la residencia universitaria en El Salvador con Ignacio Ellacuría, dos meses antes del asesinato de jesuitas. Fundador de la Cátedra de Cooperación de la UCO, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, preside la fundación que lleva su nombre y está jubilado "de todo, menos de mis clases en Centroamérica y de www.iemakaie.es, que significa bienvenido; un proyecto en el que estoy plenamente involucrado y para el que pido toda la colaboración". Esta asociación, con sede en Guadalcázar y prolongación en otros puntos como Montoro, cubre el vacío institucional que sufren drogodependientes, enfermos de sida, reclusos, sin techo, prostitutas, psicodeficientes y niños con trastornos. Es el último gesto de entrega y compromiso de este Hijo Adoptivo de Córdoba de una mente lúcida y brillante, científico clarividente, que acusa al sistema financiero de no cumplir los derechos y objetivos de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU; un pensador y ensayista capaz de sintetizar la causa de esta inestabilidad económica y toda la palabrería extraña que conlleva en una sola frase: "La carencia de principios éticos en el sistema financiero está en el origen de la crisis".
También te puede interesar
Lo último