Córdoba

"Al inicio de los trasplantes, la Administración iba por detrás de los médicos"

  • Este cirujano fue el impulsor del tratamiento estrella del centro cordobés y puso en marcha casi todos los injertos

El doctor Alfonso del Castillo es el culpable de que el Hospital Reina Sofía sea hoy referente mundial en temas de trasplantes. Él echó a andar una maquinaria que ha cogido un ritmo vertiginoso que ya no tiene freno. Desde hoy, el centro sanitario se suma a este logro con la celebración de la Semana del Donante.

Del Castillo asumió el resto de coordinar el primer programa de trasplantes de Córdoba -y también de Andalucía- en la década de los 80, y casi 30 años después la cuarta parte de los injertos que se hacen en toda la comunidad los realizan profesionales del complejo sanitario cordobés.

Aunque los primeros injertos datan de finales de los 70 -sobre todo de riñón-, el programa como tal no nació hasta 1986, coincidiendo con el primer implante de corazón. "Lo más complicado fue montar la infraestructura; me tuve que coordinar con Cataluña, Navarra y Madrid, que en esas fechas estaban a la cabeza en este tema", recuerda.

Reconoce que el nacimiento del tratamiento estrella del centro cordobés fue posible por la dedicación de los médicos que se embarcaron en esta aventura. "Era gente muy trabajadora, con ilusión y bien preparada; de hecho, en esa época, la Administración iba por detrás de nosotros, "aunque luego nos cogió bien el pulso", reconoce. El Servicio de Nefrología -dirigido por Pedro Aljama- fue el primero en realizar un trasplante, y después se sucedieron los de médula, huesos, hígado o córnea. El de pulmón no llegaría hasta algún tiempo después, y precisamente hoy el Reina Sofía es referente andaluz en este tipo de operaciones. "Empezamos sin prácticamente nada; había más ganas que medios, muy diferente de ahora", cuenta. Reconoce el papel "tan importante" que jugó el director-gerente de los años que estuvo al mando del timón a finales de 1980, el doctor Gabriel Pérez Cobo, quien supo captar la señal que le mandaban sus compañeros y apoyar todo el proceso.

Del Castillo se vio abocado a entrar en contacto con las fuerzas vivas de la sociedad, como la Judicatura, para que agilizara los trámites de muerte cerebral y el Ejército de Tierra y Aire, para el tema de los traslados de órganos. "Debo reconocer que todo fueron facilidades, que captaron el mensaje y que nos prestaron su apoyo", insiste.

Después de tres décadas, los tragos más amargos de la magia de salvar vidas gracias a la solidaridad de las personas siguen siendo los mismos. Para esto la Medicina no encuentra cura. "Los momentos más duros eran cuando tenías que pedir a una familia que se encontraba al límite de la ansiedad y del dolor por la muerte de un ser querido, que sus órganos podían devolver la esperanza a otra persona", recuerda el doctor, quien hoy sigue trabajando como cirujano.

Alfonso del Castillo tiene grabado en su memoria unas cifras que son el mejor ejemplo de la acogida que tuvo el programa de trasplantes. En 1983, sólo se registraron tres donantes, mientras que en 1986, más de medio centenar de personas dijo sí a este gesto generoso. "La concienciación fue creciendo progresivamente, el ambiente ciudadano fue positivo", afirma, al tiempo que insiste que "fue un trabajo que realizó Córdoba al que luego se enganchó Andalucía".

A su juicio, lo más complejo fue crear las instalaciones. "Fuimos copiadores de las regiones más avanzadas, las cuales a su vez habían salido de España para aprender el proceso", subraya Del Castillo, quien reconoce que "ahora es todo más rutinario, es como apretar el botón". Con la perspectiva que le da la experiencia, dice que el futuro de los trasplantes puede pasar por la terapia génica, aunque ahora mismo "es ciencia ficción". Hay más demanda que donantes, por ello el trasplante de donante vivo es una posibilidad muy válida más para acortar la lista de espera. Las novedosas técnicas quirúrgicas y los avances en la inmunosupresión son dos de los grandes aliados de los trasplantes, que han logrado que el índice de rechazo haya bajado. También se ha mejorado mucho en el tiempo de isquemia, el plazo que transcurre desde que se extrae y se implanta el órgano.

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