Ilustradores en tiempos de inteligencia artificial: "Lo que aportamos los artistas jamás lo alcanzará la IA"

La ilustración se adentra como arte en un siglo XXI con retos como la IA, el plagio o la precariedad del sector. Clara Gómez Campos, Almudena Castillejo y Julio Muñoz, profesionales cordobeses, analizan la coyuntura actual

¿Cuáles son los planes de los artistas cordobeses este verano?

Una ilustradora trabaja en su obra
Una ilustradora trabaja en su obra / Imagen cedida por Clara Gómez

Está presente en nuestro día a día. En la publicidad, en los medios de comunicación, los libros, las redes sociales. La ilustración es un arte cotidiano que lucha por lograr el reconocimiento que merece en un escenario complejo, más con la extensión del uso de la inteligencia artificial. ¿Cómo se vive desde Córdoba? Clara Gómez Campos, Almudena Castillejo y Julio Muñoz son algunos de los ilustradores cordobeses que aman su trabajo y que explican los entresijos de esta disciplina.

Clara, empezó a ilustrar de manera "casi orgánica, como un impulso natural desde niña", explica. Cercano a ella siempre había un cuaderno o un libro de colorear donde pasar sus ratos libres. Su estilo se fue forjando a través de la experimentación pasando por distintas técnicas y procedimientos como el óleo, el acrílico, el grabado, hasta llegar a la témpera. Técnica que "en la actualidad es mi modo de expresión, a través de una paleta vibrante de formas precisas, la representación de la mujer, comida icónica y cultura pop". Como cuenta, al principio era un dibujo intuitivo, "hoy es una narrativa conceptual donde lo cotidiano, el consumo, la historia del arte y la identidad femenina dialogan con sutileza y contundencia", explica Clara.

Clara Gómez Campos
Clara Gómez Campos / Imagen Cedida por la artista

Como referentes, personas que admira y con las que comparte pasión, Gómez lo tiene claro "Mis referentes actuales son, por ejemplo, Sonia Pulido, María Herreros, muralista e ilustradora, con una visión que desborda lo bello y lo grotesco; abrazar la imperfección como espejo social algo que comparto profundamente".

Respecto al panorama actual, Clara describe a grandes rasgos lo que ha sido para ella poder impulsarse en esta ciudad, "Creo que el panorama ha mejorado, pero todavía hay grietas. Existen iniciativas a nivel local, provenientes de la Casa de la Juventud que me dieron un empujón fundamental y aún siguen contando conmigo". A pesar de esto, también describe esta profesión como solitaria en algún ámbito "fui yo quien organizó mis primeras exposiciones y creo que eso dice muchísimo sobre lo que aún falta: un compromiso real y sostenible que no nos deje buscándonos espacios solos. Necesitamos más impulso, más aire fresco, nuevos espacios que generen nuevas". Con respecto a esto, la ilustradora refuerza el valor de Objeto Dardo, "espacios como este, sobre todo localmente, para que el arte emergente no dependa de sorteos o éxitos aislados, sino de estructuras que lo sostengan", declara.

El plagio es uno de los grandes problemas que se encuentran. "Desde mi perspectiva, sí existen conflictos potenciales con los distintos tipos de plagio, pero la manera de abordarlos depende mucho del contexto creativo y de la ética personal del artista. El plagio puede manifestarse de varias formas: desde copiar literalmente un trabajo ajeno, hasta apropiarse de una idea, un estilo o un concepto sin reconocimiento. Lo que a veces genera confusión es la línea difusa entre inspiración y copia, sobre todo en un mundo donde el acceso a imágenes y referencias es inmediato gracias a internet y redes sociales".

Y, en otro debate general, la IA también se presenta ante la vida de los artistas. "La IA irrumpe como una mano mágica genera imágenes finas al instante, y algunos lo prefieren por costos o velocidad. Pero lo que los artistas aportamos jamás podrá ser alcanzado por la IA".

Almudena Castillejo en su estudio
Almudena Castillejo en su estudio / Cedidadas por A.C

Almudena Castillejo se adentró en el mundo de la ilustración alentada por una de sus profesoras, que la animó y vio en ella más que aspectos artísticos. Fue una de las primeras alumnas del Curso de ilustración que se enseñaba en Córdoba. Uno de sus referentes fue Arthur Rackham, su estilo "puede definirse como un retrato ilustrado contemporáneo. Se caracteriza por la estilización de los rasgos fisonómicos desechando los detalles más superfluos, el uso de paletas cromáticas saturadas y contrastantes, y el uso de motivos florales y simbólicos que funcionan a simple vista como ornamento, pero realmente son una metáfora visual. Nada se encuentra por casualidad, todo está ahí por algo". "Mis retratos exploran la identidad y la memoria afectiva, en donde la figura humana se integra a un entorno natural idealizado, generando una estética que oscila entre lo poético, lo lúdico y lo simbólico". "Mi estilo es muy narrativo y conceptual: cada ilustración siempre debe de contar una pequeña historia o evocar un concepto", añade.

Ahora, Almudena no es solo ilustradora, sino que a veces apoya o guía a jóvenes que como ellas necesitan impulsar su arte en algún lugar. Gracias a este pensamiento, ha convertido su taller Recoveco en un lugar de encuentro cultural, donde artistas que imparten diferentes disciplinas tienen que ubicación para crear, ya que en sus inicios le hubiera gustado conocer un espacio con estas posibilidades. Para Almudena, las luchas del sector están claras, y desgraciadamente todos los artistas suelen pasar por ellas, "la infravaloración o precariedad, lucha por un salario".

Para Castillejo, sí podrían ser una ayuda las redes sociales, que dan visibilidad, aunque no todos los ilustradores pueden permitirse un asistente que les ayude a llegar al público y a posibles clientes por medio de estas plataformas. Las nuevas tecnologías forman parte del día a día; cuando se habla de IA, lo asocia a una herramienta donde los clientes pueden ver en ella un apoyo para hacerle llegar los encargos con más claridad, pero siempre llegando a ellos.

Julio Muñoz y sus obras
Julio Muñoz y sus obras / Cedida por J.M

Por último, Julio Muñoz, también lleva a cabo su arte en la ciudad de la Mezquita; licenciado en Historia del Arte, su formación en Ilustración también fue determinante. "Empecé con las tintas planas en cercanía al Pop Art, para poco a poco cambiar hacia la acuarela y las posibilidades que esta me ofrece. El color, la mancha y lo floral se adueñó de todo. Tras esto, y la necesidad de hacer dibujos rápidos, sencillos y hondos en sentimiento, sobre todo en la pandemia, me llevaron a los rotuladores y de ahí a simplificarlo todo, a líneas negras sobre fondo blanco y con un toque magenta en ciertas partes", explica.

Sus referentes viajan desde, desde los primitivos flamencos por la calidad de su dibujo, a los maestros renacentistas, pasando por los barrocos y los prerrafaelitas. Sobre una de las luchas interiores de los artistas, poner precio a sus obras, Muñoz explica que "es muy muy difícil. Es más, muchas veces hay ciertas obras que son parte de ti, y desprenderte de ellas y encima tener que tasarlas, es muy complicado. ¿Cómo puedes poner precio a tus sentimientos? Es muy complicado".

Como reflexión, el artista explica cómo es el vivir de esta profesión: "Es algo maravilloso cuando entiendes y aceptas que vivir del arte no te va a hacer rico, o por lo menos, por ahora. Es tu trabajo y tesón el que te permitirá vivir del arte, pero es un trabajo lento y en el que muchas veces no vemos la relación entre el producto y el proceso". En definitiva, saber evolucionar con el entorno en una profesión que asombra a la vista, pero que a veces no tiene la visibilidad que merece.

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