¿Cómo era la iglesia de San Hipólito hace 500 años? La vida secreta de los clérigos

Historia

La Real Colegiata de San Hipólito tuvo una gran autonomía, su propio estatuto de limpieza de sangre y una relación con altibajos con la Corona

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La Real Colegiata de San Hipólito de Córdoba. / El Día

20 de enero 2025 - 06:59

¿Alguna vez ha pensado sobre la historia que encierra la Real Colegiata de San Hipólito en Córdoba? Quizás ha pasado por su puerta muchísimas veces, pero no sabía que durante siglos tuvo una jurisdicción propia, aunque apenas hacían caso a sus estatutos. Su proyecto como panteón, los años que el monasterio permaneció en la sombra para la Corona o la falta de cumplimiento de las normas son algunos de los elementos que escriben su historia.

¿Qué es San Hipólito desde su fundación hasta 1850? Es una colegiata o una iglesia colegial, que no una catedral. “Desde la época medieval a los lugares que hay que dotar de un culto porque sean panteón regio se les va a dotar de un cabildo, de una pequeña jurisdicción. Aquí tenemos un caso muy interesante en Córdoba en el que van a convivir el cabildo de una catedral y una colegiata, porque van a estar enterrados reyes, aunque no lo estén de verdad hasta el siglo XVIII. El obispo no podía obligar al párroco a nada". Así lo explica Antonio José Díaz Rodríguez, profesor de la Universidad de Córdoba, durante una conferencia, la primera de un ciclo en torno a la historia de San Hipólito en Córdoba.

Alfonso XI fundó el monasterio de San Hipólito en conmemoración de su victoria en la batalla del Salado con la intención de enterrar en la iglesia a su padre, Fernando IV, y luego ser enterrado él. Su devoción por el santo viene por coincidir con el día de su nacimiento. Dicha colegiata durante varios siglos va a limitarse a ser el presbiterio, una capilla muy pequeña, los reyes van a estar enterrados en la capilla real, cuyos capellanes ganan un sueldo más importante que los propios canónigos. Este inicio va a convertir este lugar en un punto muy interesante en lo que respecta a la vida social de Córdoba. 

A partir de 1555, cuando la catedral de Toledo ya tiene su estatuto de limpieza de sangre, este instrumento de exclusión, que exigía a los aspirantes a entrar en una institución demostrar que eran descendientes de cristiano viejo, empieza a extenderse a otras catedrales, no exento de polémica. Córdoba es una de ellas, los canónigos cordobeses van a dotarse de este tipo de estatuto.

San Hipólito va a hacer un primer intento de dotarse de un estatuto de limpieza de sangre, aunque no fue fácil, ya que tenían malas opiniones de los gobernantes. "Había acusaciones por parte de los propios reyes hacia los canónigos de San Hipólito. La documentación que contamos es riquísima. Nos encontramos con una mini catedral, a lo largo del siglo XV van a ser llamativamente discretos, no aparece documentación, se empieza a registrar en la era de los Reyes Católicos, aunque ni ellos saben de esta institución”. Así, se podía decir que esta institución durante unos siglos permanece en la sombra.

Conferencia sobre Canónigos, conversos y cadáveres

¿Por qué quieren este documento? Porque era un elemento de prestigio si estudiamos la extracción social de esa colegiata, explica el profesor de la Universidad de Córdoba. Quieren ese filtro antisemita como una marca de calidad. "Lo que más me llama la atención de esto es que los canónigos de San Hipólito quieren un estatuto que les de ese plus de calidad y Felipe II responde de una forma antes no conocida a estos clérigos. En un principio, dice que no se les va a dar ese memorial, hasta 1570 por la Guerra de las Alpujarras, en ese momento los canónigos se presentan ante el rey y toman consciencia, ya que visita las tumbas de sus antepasados. A partir de ahí vuelven a hacer otro intento, hasta que a los años se les concede".

"A la par que fomentan eso de repetir que son un cabildo de canónigos viejos, ya se va a denunciar a principios del XVII que todo lo relativo a ese estatuto se ha perdido". Con motivo de una visita secreta se les dice a los canónigos que tienen que exigir una prueba, porque "hasta la letra es temblorosa cuando responden", explica el profesor de la UCO. Llega un momento en el que se les piden explicaciones y pruebas sobre su estatuto, y la respuesta de los clérigos es negativa, "ya que ni ellos mismos sabían si cumplían el estatuto porque no sabían lo que este explicaba".

Durante siglos, la vida de estos religiosos fluyó a su manera, incluso se registraron diversos fraudes que habían cometido, ya que ni siquiera daban las misas obligatorias que exigía el gobierno de la época. Pero todo esto llega a su fin cuando el rey Felipe IV en 1624 intenta hacer unas ciertas reformas y asocia estas iniciativas a la Iglesia de San Hipólito, van a reclamar a una persona de incógnito, un inspector para que revise la situación y deje constancia de lo que ocurre en la colegiata. Estos son los problemas que detectó el inspector:

Esto terminará provocando que los canónigos empiecen a hacerlo todo de forma más ordenada, además de llegar un acuerdo con la Corona.

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