Emilio José lleva con su enfermedad a cuestas desde niño. Nació con ella pero, afortunadamente, se trata de un capítulo de su vida que está a punto de cerrar para no reabrir jamás después de ser trasplantado del hígado y los dos pulmones. Cuando nació le detectaron fibrosis quística, un mal de origen genético que puede afectar a varios órganos vitales y que compromete seriamente la salud de los afectados. De esto sabe mucho este joven natural de Cádiz, para quien esta operación supone un soplo de aire fresco que le ayudará a afrontar muchos, pero que muchos, proyectos que tiene en mente y que está deseando comenzar. Emilio José se declara un apasionado de la Semana Santa, aunque tampoco deja de lado el Carnaval, dos fiestas en el calendario que a partir de ahora podrá disfrutar en toda su esencia. El joven recibió la noticia de la aparición de los órganos mientras estaba en su casa intentando sobrellevar su particular penitencia. A las pocas horas ya estaba aquí con toda su familia. De inmediato entró en el quirófano, y no volvió a salir hasta diez horas más tarde con la esperanza puesta en una pronta recuperación. “Antes no podía casi hablar, y me costaba muchísimo trabajo respirar”, recuerda. Aunque todavía tiene por delante un largo tiempo para adaptarse a sus nuevos órganos, –fruto de una donación generosa a la que “siempre estaré agradecido”– ya se siente una persona nueva. “Estoy muy bien, aunque todavía tenga que quedarme algunos días más en la UCI”, dice. Sabe muy bien lo que es tener la vida limitada hasta términos impensables. No poder hablar, ni hacer deporte, ni salir por la noche pronto pertenecerá a una etapa a la que está deseando poner fin. Ahora tendrá que aprender a respirar con sus nuevos pulmones, pero lo afronta con optimismo y normalidad. Con la madurez propia de una persona que ha “pasado mucho”, asegura que “ya era hora de que llegara mi momento”.