Seguridad

El mono que se coló en un piso, el vecino que tenía un lobo y otras historias de la Policía Local de Córdoba con animales

Un agente de la Línea Verde de la Policía Local de Córdoba comprueba el microchip de un perro.

Un agente de la Línea Verde de la Policía Local de Córdoba comprueba el microchip de un perro. / Juan Ayala

La escena es la siguiente: la centralita de la Policía Local de Córdoba recibe una llamada de una mujer que dice que un mono se ha colado en su piso, acudiendo una patrulla al domicilio y encontrando al animal sentado en el salón con el mando de la tele y cambiando de canal.

Podría parecer una imagen sacada de una película o serie de televisión, pero a veces la realidad supera a la ficción. Y bien lo saben los agentes de la Línea Verde del cuerpo. Esta es una de las muchas anécdotas que algunos de ellos, sobre todo los más veteranos, han vivido prestando servicio. En este caso, el mono era de un hombre que lo tenía en su domicilio, por la avenida de América, que lo sacaba de paseo y de vez en cuando se fugaba.

Hay historias en las que es casi imposible que no se escape una risa, y otras sacadas de una tragicomedia. El agente Javier Pedraza cuenta una de las que recuerda con más humor, la de una joven que había comprado por internet un perro american bully en una época en la que esta raza se había puesto de moda. "La gente los compraba sin saber que estaban catalogados como perros peligrosos" y, por lo tanto, el dueño necesita un permiso especial.

La chica no se había sacado el permiso, así que Pedraza y su compañero acudieron a su piso para notificarle la denuncia por carecer de licencia, lo que conlleva una multa de unos 2.400 euros. "La muchacha era joven, modesta y no tenía muchos recursos económicos", recuerda el agente. Cuando iban a rellenar la documentación para hacer la denuncia, le pidieron que sacara al perro y resulta que era… ¡Un bodeguero!

"La habían engañado y, además, cuando fue al veterinario y le contó que era un cachorro de american bully, este le advirtió de que no le parecía esa raza, pero ella insistió en que le habían vendido ese tipo de perro y que lo pusiera así en la cartilla", explica el agente, que le dijo que sería un "american bullyguero porque era un bodeguero de toda la vida y la tontería le iba a costar casi 3.000 euros". "Casi se me pone a llorar allí", destaca.

Javier Pedraza reconoce que ya "son muchos años" en este trabajo -en su caso, 15 en la Unidad de Medio Ambiente- y sabe "quién va de buenas y quien con maldad, entonces cuando te encuentras a alguien que por inocente se ha equivocado en una cosa y puedes darle solución o tiempo porque las sanciones son muy grandes, le explicas de qué manera lo puede solucionar para quitarse el multón de en medio".

Recogida de animales

Una de las labores que desarrolla la Línea Verde es la recogida de animales cuando reciben un aviso. Pero no se trata solo de perros, sino que van más allá: un tejón, serpientes, buitres, mochuelos, autillos (la rapaz nocturna más pequeña de la península Ibérica, con 20 centímetros de longitud), cernícalos...

En esta lista también se incluye un pollo de búho real, "de lo más bonito que he recogido, precioso, con unos ojos impresionantes", asegura el agente. El ave estaba en la finca de la Casa de las Ventanas, subiendo a Trassierra.

Por otro lado, precisamente en Trassierra "hay una colonia importante de buitres por el puente del río Guadiato y cuando son pollos y empiezan a volar, algunos aparecen por Córdoba". Pedraza ha recogido dos y "verlos de cerca es espectacular".

Una serpiente de California albina y de dos metros de longitud apareció en un taller

Por su parte, el tejón estaba en un cortijo cerca del Camino de la Barca: "Se le había metido al hombre en su propiedad, se había comido dos palomos y nos llamó diciendo que había encontrado y capturado un animal que no era de España; era un hombre mayor y no había visto nunca un tejón", puntualiza el agente.

Respecto a las serpientes, "aparecen por muchos sitios", tanto en la calle como en casas, y "cada dos por tres". Una vez localizaron una albina de California de dos metros de longitud que "sería de alguien que no la tenía identificada, era ilegal, se le escapó y apareció en un taller de la carretera de Palma del Río". Cuando la patrulla llegó, los trabajadores ya habían metido al reptil en una caja. Pero no siempre es así: "en otro caso, llamaron dos mujeres que estaban aterrorizadas por una culebrilla".

En general, según explica, en Córdoba las únicas serpientes peligrosas que hay son las víboras y suelen estar por la sierra. "Puede ser que saliera alguna, pero es difícil, lo más normal son las culebras de escalera y la bastarda, que es un poco más grande y agresiva, pero en general, los bichos van a intentar escaparse de ti porque te tienen más miedo a ti que tú a ellos", cuenta según su experiencia. Los policías atrapan a las serpientes con sus propias manos: "La coges por la cola y luego pillas la cabeza, la metemos en una caja, la llevamos al campo y la soltamos", relata Pedraza.

Hubo un tiempo en el que un hombre tenía un lobo y los vecinos no paraban de llamar a la Policía

Trabajar en la Línea Verde da para atesorar muchas anécdotas: Hubo un tiempo -explica Pedraza- en el que un hombre tenía un lobo en su casa y "la gente nos llamaba", así que al final terminó donándolo y está en el Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de Los Villares. "No se puede soltar porque está medio domesticado", destaca el policía. Muchos animales recuperados por la Policía Local y por los agentes forestales acaban en el CREA. "Si se recuperan, algunos logran soltarse en el mismo entorno en el que se recogieron", apunta.

Los ciudadanos también los llaman porque tienen "nidos de murciélagos, pero se les indica que no los pueden matar, que tienen que dejar que salgan y luego taponar el hueco" porque está protegidos.

El agente Pedraza también recuerda que hace un tiempo estaban de moda los cerditos vietnamitas, que algunos ciudadanos tenían en sus casas e incluso sacaban a pasear. Eso dio un problema a la Policía Local porque en el asentamiento rumano del Cordel de Écija criaban y "tuvieron una piara" y "como por el río entran jabalíes se han estado mezclando las dos especies". Durante un tiempo "dieron muchos problemas hasta que les insistimos en que tenían que dejar de criar los cerdos y por lo menos allí no se han vuelto a ver" concluye.

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