Medio Ambiente

El 66% de los habitantes de Córdoba viven en zonas con un índice de vegetación inferior al recomendado

La avenida Gran Vía Parque de Ciudad Jardín, vacía por el calor de agosto.

La avenida Gran Vía Parque de Ciudad Jardín, vacía por el calor de agosto. / Juan Ayala

La imposibilidad de caminar de un edificio a otro en largas avenidas, abiertas, explanadas de cemento que reflejan los rayos del sol en gran parte de la capital de Córdoba revive, cada año, la discusión sobre la necesidad de plantar más árboles en las aceras para mitigar el insoportable calor en una ciudad que registra el récord de la temperatura más alta de España. A la ciudad le hace falta verde no solo para luchar contra el calor, sino contra la contaminación atmosférica, una realidad que podría evitar cientos de muertes asociadas a la polución y a las altas temperaturas. 

El 66% de la población cordobesa vive en zonas con un índice de vegetación inferior al recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es decir, casi siete de cada diez habitantes residen en barrios con escasas zonas verdes, de arbolado, jardines o parques. Así lo refleja el Estudio de Salud Urbana en 1.000 ciudades europeas, del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). La ciudad no sale mal parada si se toman en cuenta otras del entorno, como Cádiz, donde el 97% de su población vive en zonas sin verde, un 75% en Sevilla o el 77% en Granada. 

La falta de zonas verdes está asociada a la mortalidad. Si se cumplieran las recomendaciones de la OMS, según el estudio de ISGlobal, en la ciudad, que fija que debe haber espacios verdes de al menos 0,5 hectáreas accesibles a una distancia lineal de 300 metros desde cada domicilio, se podrían evitar hasta 66 muertes cada año. 

En los datos se refleja que el problema de Córdoba, sin embargo, tiene que ver más con la distribución de las zonas verdes que con la cantidad que hay. El estudio, de hecho, utiliza el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI por sus siglas en inglés), una medición usada para estimar la cantidad, calidad y desarrollo de la vegetación con base a la medición de la intensidad de la radiación que la vegetación emite o refleja. Es decir, mide cómo de verde es un área, y Córdoba supera el objetivo de la OMS en ese sentido, fijado en 0,337, mientras la ciudad se encuentra en una tasa de 0,356.  

El índice varía para cada una de las ciudades estudiadas y la capital cordobesa se sitúa en el puesto 209 de las 866 analizadas, siendo la primera posición la que tiene los peores datos en el índice. 

Córdoba cuenta con un 51% de áreas verdes

El porcentaje de áreas verdes, diferente al índice de vegetación, es un dato del estudio que mide la superficie de terreno definida oficialmente como espacio verde (GA). Esta es la que suele atribuirse a los espacios públicos: parques, plazas o jardines comunitarios. En este sentido, la capital cordobesa registra un muy buen dato, un 51% de zonas de este tipo repartidas por la ciudad, superando en más de la mitad la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, fijada en un 25%. 

Aún así, lo que se puede concluir con el siguiente dato es que los espacios siguen estando mal distribuidos en relación con dónde habitan los cordobeses: el 63% de la ciudad vive en barrios con menos de ese 25% de superficie verde recomendada.

Si se cumpliese con la sugerencia que propone la OMS y los habitantes pudieran vivir a menos de 300 metros de estos espacios, se podrían evitar hasta 23 muertes asociadas a la falta de vegetación. En este apartado, la ciudad sube hasta el puesto 463 de las 866 ciudades estudiadas. 

Contaminación acústica y del aire

El Instituto de Salud Global de Barcelona va más allá y también estudia otros parámetros relacionados con la salud urbana de las grandes ciudades europeas: la contaminación del aire y el ruido que soportan sus habitantes como síntoma de buena calidad de vida. 

La totalidad de la población y del territorio andaluz estuvieron expuestos en 2022 a unos niveles insalubres de contaminación y Córdoba es uno de los principales focos y puntos negros de Andalucía, según el informe que Ecologistas en Acción publica año tras año. Esa realidad se constata también en este Estudio de Salud Urbana en 1.000 ciudades europeas, en el que, sin embargo, la ciudad no sale tan mal parada como otras vecinas.

Uno de los principales factores de riesgo de enfermedad y muerte en todo el mundo es la contaminación del aire y Córdoba supera en 7,8 puntos la recomendación de la Organización Mundial de la Salud en cuanto a partículas en suspensión, que deberían ser de menos 5 microgramos por metro cúbico. Si la calidad del aire en la ciudad mejorase, se podrían evitar 136 muertes cada año, que se elevan a 158 si el nivel se igualase al más bajo registrado entre todas las ciudades estudiadas. Ávila es la ciudad que sale mejor parada en este apartado y Granada la mejor de Andalucía.

En el caso del dióxido de nitrógeno, uno de los principales gases contaminantes del aire, tóxico e irritante y que afecta al sistema respiratorio, la media anual en Córdoba es de 20,8 microgramos por metro cúbico, diez puntos por encima de lo que sugiere la OMS como óptimo. En este caso son 54 las muertes que se podrían prevenir en la ciudad, 86 si se consigue llevar a los nivel más bajos registrados. El transporte genera el 66% de este tipo de contaminación, seguida de la industria con un 15% y el sector residencial, con un 11%. 

Las personas que residen en la capital de la provincia cordobesa están, además, expuestos a una alta contaminación acústica. El estudio también se basa en ello y sugiere que el 70% de la población vive expuesta a unos niveles de ruido que son perjudiciales para la salud. Es decir, siete de cada diez cordobeses viven en zonas donde el tráfico rodado perjudica su bienestar. 

De esos cordobeses, además, el 12% sufre un grado muy elevado de molestias por el sonido que generan los coches cerca de sus viviendas y se ven más afectados por ello en su día a día. Si se redujese el uso del coche en Córdoba a los niveles que recomienda la OMS se podrían evitar unas siete muertes al año por patologías relacionadas al ruido de los coches. 

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