El agua ha comenzado a entrar por las cubiertas del Museo de Medina Azahara, cuyos trabajadores han tenido que cubrir con plásticos las piezas arqueológicas que se exhiben fuera de urnas de cristal y repartir cubos por todo el edificio.

Las goteras no son algo nuevo en la sede institucional del conjunto arqueológico, que fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2018. Desde su apertura, en octubre de 2009, las humedades han estado presentes en el edificio ideado por Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, aunque se intensifican en periodos de lluvias intensas como está ocurriendo ahora con el temporal Elsa.

De esta forma, las filtraciones han causado goteras en el vestíbulo y en la sala donde se exhiben capiteles, basas y otros objetos de cerámica y bronce de gran valor recuperados en las campañas de excavaciones en el yacimiento. Una vez más, ha habido que cubrirlos con plásticos para evitar daños mayores.

Las manchas por las goteras son visibles en el techo y en algunos muros, mientras que  las papeleras están estratégicamente situadas para recoger el agua.

Manchas y humedades en el techo del museo.

En 2013, la Consejería de Cultura, en manos del Gobierno del PSOE, ya reconoció la existencia -más que evidente- de estas goteras y aseguró que se estaban realizando estudios específicos para analizar y determinar las causas, así como para ponderar soluciones. Según anunciaron fuentes de la Junta, la intención era ejecutar la solución más pertinente de forma inmediata.

Seis años después de esas declaraciones, el problema sigue sin solucionarse. En su última visita al conjunto arqueológico, la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, del PP, fue testigo de las filtraciones ya que justo en ese momento había llovido y el vestíbulo estaba lleno de cubos. Tanto es así que advirtió la necesidad de arreglarlo.

Según la Junta, dentro de los 580.000 anunciados para el arreglo de la climatización y para la ampliación de la zona de aseos y descanso, también se incluye la subsanación de las humedades.