El geógrafo cosmopolita y viajero catedrático en pueblología

cordobeses en la historia

Bartolomé Valle Buenestado nació jarote, fue universitario en Granada, Decano y Geógrafo en Córdoba, Profesor en Europa y Norteamérica sin dejar de sentirse y decirse hijo de la Dehesa.

El geógrafo cosmopolita y viajero catedrático en pueblología
Matilde Cabello

30 de junio 2013 - 01:00

LA población española de 1950 alcanzaba los 27.909.009 habitantes y contaba con 35.000 camas sólo para enfermos tuberculosos a un día del inicio del curso escolar 51-52, el último con cartilla de racionamiento. Córdoba despedía la temporada de baños y concursos en el Guadalquivir y al Norte de la capital, en Hinojosa y Espiel, la autoridad intervenía una importante cantidad de trigo y harina. Mientras, Villanueva de Córdoba preparaba su Feria, en el Egido de El Calvario. Pero para Nicolás Valle y María Buenestado la celebración se había anticipado al miércoles 12 de septiembre de 1951 con la llegada de su primer hijo, Bartolomé.

La familia campesina, sin propiedades, arrendatarios y aparceros por tradición, creció con la llegada de la niña, María Dolores. Ambos vivieron su infancia al calor y la sabiduría de abuelos, primos y tíos. Nadie mejor que aquel niño podría expresar los primeros recuerdos, recogidos en el Pregón de Feria de su pueblo en 2011; un manual de historia social, paisajes y sentir común de la infancia rural de los 50: "Las primeras letras en la calle del Pozo, en la antigua casa de la Falange" y, con 7 u 8 añillos, la llegada a la escuela del Maestro don Andrés Gómez.

Don Andrés descubrió las capacidades del niño de ojos vivos y mente despejada, que era ya una "esponja" absorbiendo premisas que impartiría años después en cátedras de dentro y fuera del país. Una de ellas la aprendió del abuelo Fernando siendo apenas un parvulito; el hombre había colocado a uno de sus hijos de aprendiz de carpintero en el tiempo de reposo de la tierra y fue a interesarse por el muchacho. El maestro le dijo: "Se entera a la primera, no hay que repetírselo". Bartolomé dice haber entendido entonces que nos dividimos en dos tipos de personas; las que se enteran a la primera y las que no prestan atención. La atención a su "universo de pueblo" que diría Mario López, cristalizó en el color a origen que destilan su pensamiento y su palabra, tamizada por su condición de hijo de la Dehesa, sello que no pudo ni quiso borrar el tiempo de estudiante por libre en el instituto Séneca, el Premio Extraordinario en Magisterio de 1969, el de Profesor de Bachillerato del 78 al 82, el Doctorado con Premio Extraordinario en Geografía de la UCO en 1983, ni la Cátedra de Análisis Geográfico Regional que obtuvo en 1992.

Ahora el antiguo Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras cordobesa, las direcciones y secretarías de departamentos académicos, los cursos de verano y monográficos forman parte de su intensa actividad. Pero hasta completar más de una treintena de publicaciones, amén de las intervenciones en congresos y proyectos de investigación, fueron múltiples las barreras para el hijo de campesinos, sin más recursos que su firme decisión de completar los estudios que el Maestro don Andrés Gómez aconsejó a los padres. Gracias a ellos, revierte en gentes de su generación toda la pasión por la enseñanza y las personas mayores a través de la Cátedra Intergeneracional.

Becado en Granada, y en mitad del curso, recibió la notificación de la pérdida de esta ayuda a pesar de las excelentes calificaciones. No le dolieron prendas en hacerse un bocadillo y subirse a uno de aquellos trenes eternos al Madrid de los 60 y casi sin dinero para exponer en el propio Ministerio que sin beca no podría seguir. Fue su segundo viaje a la capital, tras otro relámpago, para ver un partido del Córdoba que entrenaba Kubala, arropado por un autobús de aficionados. Todavía no había emprendido la aventura de los trabajos en verano sirviendo copas en la Costa del Sol o bajando a lo más hondo de la tierra para entender cómo enfermaban los mineros de su pueblo. Luego, los viajes llegarían a ser una constante; trenes de juventud y vuelos junto a su compañera de profesión y vida, Ana Padilla, con la que se unió en San Nicolás en 1978. Los dos hijos, Ana y Fernando, recibieron la herencia viajera por infinitas culturas y países.

Humanista, piloto, experto taurino, gastrónomo o Profesor Invitado en numerosas universidades de Europa y Norteamérica, sigue buscando una excusa para escapar a la casa que le vio nacer y reivindicar su Dehesa. Este Maestro que conversó y observó a Severo Ochoa, regala la ocasión de aprender Geografía desde la literatura social de Delibes o las novelas costumbristas de Blasco Ibáñez

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