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Las fragilidades de un enlace de conveniencia

  • La dimisión de Rafael del Castillo (IU) arremetiendo contra sus socios del PSOE y contra la alcaldesa es un capítulo más de las diferencias que vive el gobierno local

El ya dimitido edil de Servicios Sociales, Rafael del Castillo, conversa con varias personas a las puertas del Ayuntamiento.

El ya dimitido edil de Servicios Sociales, Rafael del Castillo, conversa con varias personas a las puertas del Ayuntamiento. / Reportaje Gráfico: Barrionuevo

Un matrimonio de conveniencia es aquel casamiento que se lleva a cabo fundamentalmente para obtener beneficios jurídicos, económicos o sociales comunes, sin que exista un vínculo sentimental intenso entre los contrayentes. En política, esos matrimonios de conveniencia están a la orden del día y cuando se trata de gobernar esa falta de vínculos se traduce en fragilidad, por lo que los problemas, tarde o temprano, empiezan por crecer. El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Córdoba está siendo un ejemplo de todo ello.

El matrimonio de conveniencia de PSOE e IU -que fue posible gracias al apoyo de los concejales de Ganemos Córdoba- está ya sufriendo esos reveses en sus carnes, justo cuando se cumple algo más del ecuador del mandato y más los sufrirá aún -como dicta el sentido común de la política- cuando ambos grupos municipales empiecen a distanciarse de cara a las próximas elecciones municipales.

Del Castillo le deja una difícil herencia a su sucesor, con muchos temas empantanados

Pero volvamos al presente. Y el presente es la esperada o inesperada -no se sabe ya qué pensar- dimisión del edil de Servicios Sociales, Rafael del Castillo (IU). Del Castillo sigue los pasos que dio el pasado mes de marzo Alberto de los Ríos, quien decidió dejar su acta como edil de Ganemos Córdoba, una formación que sigue entre dos aguas ahora que ya tiene claro que no va a formar parte del gobierno local, tal y como soñaban algunos de sus ediles. Ganemos es algo así como el doctor Jekyll y míster Hyde de Capitulares, puesto que por un lado arremete contra el gobierno municipal y por otro lo salva de las situaciones más complicadas, desde los presupuestos a innumerables mociones plenarias en el Ayuntamiento. Y todo ello cuando lo de demandar que se evalúa el grado del cumplimiento de las 51 medidas rubricadas junto al PSOE e IU y que posibilitaron que Isabel Ambrosio accediera a la Alcaldía empieza a ser un bucle por lo reiterado. A día de hoy, la ciudadanía aún no sabe cuántas de esas medidas -la mayoría de las mismas de carácter social, con el llamado rescate ciudadano como medida estrella- se han cumplido y, es más, puede que hasta los tres firmantes del pacto no tengan tan claro ese grado de cumplimiento.

Precisamente, Del Castillo ha decidido marcharse tras considerar imposible llevar a la práctica todas las políticas sociales que había anunciado. Ha abandonado el barco con la deslealtad que destila una justificación que ha hecho sangre en el grupo municipal socialista en general y en la propia alcaldesa en particular, a la que ha culpado directamente de su marcha alegando su escaso apoyo e implicación para sacar adelante esas políticas sociales. Y provocando además un profundo cabreo en el seno de su propio grupo municipal, que aunque ha cerrado filas en torno a él ha sido en buena parte de sus compañeros de cara a la galería -hasta en eso hay diferencias-.

Con su abandono, Del Castillo le deja una difícil herencia a su sustituto, Juan Hidalgo, y a un equipo de gobierno que, aunque no acaba de remontar en la gestión, ha defendido hasta la saciedad en palabras de la propia Ambrosio que era el gobierno local de las personas y que los temas sociales eran su prioridad. Del Castillo se marcha con la frustración propia de quien se ve imposibilitado para hacer realidad las muchas expectativas que, cual Quijote de la política, ha ido levantado en mucha gente que lo sigue y que lo está pasando económicamente muy mal. Es el caso de aquellas vecinos que siguen esperando a que el Ayuntamiento resuelva sus problemas de habitabilidad cuando no tiene viviendas para ello. Pero las expectativas levantadas no acaban ahí. También han hecho mella, por ejemplo, en las trabajadoras de la ayuda a domicilio, que sueñan con acabar siendo funcionarias, sueño que se antoja difícil, ya que el Ayuntamiento a duras penas podrá asumir la carga que supondrían los salarios de en torno a 700 funcionarios más.

Tras la dimisión, tanto el grupo municipal socialista como el de IU han negado que haya crisis de gobierno y el primer teniente de alcalde, Pedro García, ha incidido en que a su grupo le cuesta "muchísima negociación con el PSOE" -ellos tienen cuatro ediles, por siete de los socialistas- y "mucha mano izquierda" para sacar adelante sus políticas.

De momento, no les quedará otra a unos y a otros que, como buen matrimonio -aunque sea de conveniencia-, ceder en distintos aspectos de la gestión para que la remontada sea una realidad y los proyectos -que van a un paso demasiado lento unos o están algo atascados, otros- puedan salir adelante. El equipo de gobierno aún tiene demasiados asuntos por resolver hasta que el sentido común de la política dicte que ese matrimonio de conveniencia deba empezar los trámites del divorcio para afrontar una precampaña y una campaña electoral en la que tendrán que vender su gestión conjunta por separado.

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