Córdoba

El forense niega que el presunto asesino de Rute sufra algún trastorno mental

  • El acusado como cooperador necesario del crimen padece un retraso leve

La forense del Instituto de Medicina Legal descartó ayer que Manuel G. R., para quien el fiscal pide 20 años de prisión por un presunto delito de asesinato, sufriera algún trastorno mental que le impidiera saber lo que hacía cuando, supuestamente, apretó el gatillo para tirotear a su novia en Rute. "En el sujeto no se ha encontrado ninguna patología", subrayó la experta, que descartó así la tesis del abogado de la defensa, para quien el imputado actuó afectado por un trastorno mental transitorio que le impedía conocer lo que hacía.

El suceso se produjo en septiembre de 2006 y la joven, que quedó parapléjica, falleció en agosto de 2009 como consecuencia supuestamente de los disparos. La forense explicó al jurado popular que Manuel G. R. es una persona "absolutamente normal", pues "no tiene ningún trastorno o anomalía psicológica patológica ni ningún déficit intelectivo". La experta dijo, además, que el hecho de que el encartado fuese a buscar una escopeta, la cargara, la escondiera en un vehículo, fuera en busca de la chica, hablara con ella y, por último, le disparara cuando estaba de espaldas puede entenderse como "algo preparado" incompatible con la tesis del trastorno mental transitorio -entendido como un momento de enajenación- que expone la defensa. La planificación "deja poco a un momento impulsivo", zanjó.

La integrante del Instituto de Medicina Legal definió al acusado como una persona "tímida, introvertida y con dificultades para establecer relaciones personales", si bien negó que estos rasgos de la personalidad respondan a un perfil enfermizo. Dijo, además, que durante las exploraciones hubo "un intento de no aportar información" e, incluso, "echó la culpa a terceras personas para eludir su responsabilidad". La forense descubrió una "inversión de la realidad de la situación de pareja", hasta el punto de que la víctima "era la celosa".

El abogado de la defensa destacó que, cuando tenía 14 años, el acusado fue sometido a un test de inteligencia que lo calificó como borderline o, lo que es lo mismo, "al límite de la inteligencia normal". La forense, no obstante, también descartó que su coeficiente de inteligencia pueda considerarse un "déficit". También descartó que el consumo de cocaína y cannabis esgrimido por Manuel G. R. sea de "dependencia", sino un simple "abuso".

El otro acusado, que se enfrenta a 15 años como cooperador necesario, sí padece un retraso mental leve. La forense lo describió como una persona "influenciable y sugestionable", y explicó que el hecho de no reaccionar a los disparos "es una actitud compatible con el retraso mental". Eso sí, el individuo "sabe lo que está bien y lo que está mal".

Manuel R. C. "tiene dificultades para hacer amigos", así que "para captar la estima de otra persona se puede dejar influenciar", explicó la forense, quien destacó que el acusado "no es capaz de adelantarse a las consecuencias" ni tiene facultades "para tramar un relato exculpatorio". Esto llevaría a tomar como ciertas las declaraciones del imputado el pasado martes, quien dijo que desconocía que el presunto asesino le hubiera cogido a escondidas una escopeta de caza y que sólo creía que fueron a buscar a la chica para que le devolviera un móvil que el otro le había regalado. El presunto asesino, sin embargo, aseguró que su amigo le había entregado el arma de fuego y que se encontraba al corriente de lo que estaba ocurriendo.

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