La Fiscalía pide 13 años de prisión por la muerte de los dos militares en Cerro Muriano

Tribunales

La acusación pública reparte la responsabilidad entre el capitán y el teniente y propone la absolución del teniente coronel y el comandante

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Militares custodian el lugar donde se produjeron las dos muertes. / E. P.

La Fiscalía Jurídico Militar solicita penas que suman 13 años de prisión para dos de los cuatro mandos procesados por la muerte de dos militares en la base de Cerro Muriano en diciembre de 2023. En concreto, propone el cumplimiento de ocho años de prisión para el capitán (cuatro por cada deceso) y de cinco años para el teniente (dos años y seis meses por cada óbito) por sendos presuntos delitos contra la eficacia en el servicio, al tiempo que pide la absolución del teniente coronel y el comandante procesados.

El ministerio público reclama, además, el pago de 422.174 euros en concepto de responsabilidad civil, cifra que irá destinada a los familiares de las víctimas, según el escrito provisional de acusación notificado este martes, 16 de diciembre, y al que ha tenido acceso El Día de Córdoba. Las víctimas fueron el cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, de 34 años, y el soldado Carlos León Rico, de 24 años.

El accidente mortal se produjo a primera hora de la mañana del 22 de diciembre de 2023 durante una maniobra consistente en cruzar a nado un pantano, lo que en argot militar se conoce como ejercicio paso de río. Según el escrito de la Fiscalía, el capitán habría ordenado "sin ninguna explicación previa de cómo iba a desarrollarse la actividad que los soldados se quitaran el chaleco anti fragmentos, alguna ropa de abrigo, además de los elementos electrónicos, gafas de visión nocturna y los tubos de simulación de lanzagranadas, con la finalidad de aligerar el equipo, quedando estos efectos depositados en un camión".

Una mina de tres kilos en la mochila

Por tanto, cruzarían equipados con el uniforme camuflaje, fusil de asalto HK, mochila de combate y casco. La mochila iba colocada delante del cuerpo como flotador, para lo que era imprescindible que estuviera perfectamente estanca para poder impulsarse con las piernas. El teniente, sin embargo, "conocedor del diseño y preparación de la actividad, sabedor de que se trataba de un ejercicio de flotabilidad, no ordenó ni se preocupó de hacer las comprobaciones previas necesarias respecto a la estanqueidad de las mochilas y su sección continuó portando una mina de instrucción que se les había asignado, cuyo peso era superior a tres kilos, lo que dificultó posteriormente la flotabilidad y las condiciones para mantenerse en el agua a una temperatura muy baja".

El ejercicio estaba diseñado de tal manera que primero debía pasar el primer pelotón de la primera sección, siendo un total de 15 soldados con sus instructores, pero pronto empezaron las dificultades. Así, según el escrito de la Fiscalía, a escasos metros de la orilla el fusil de uno de los militares cayó al agua, por lo que el capitán procesado paralizó el ejercicio momentáneamente y preguntó "en ese momento y no antes" si alguien no sabía nadar, a lo que contestaron afirmativamente dos soldados.

El capitán: "Me suda la polla todo"

Una vez que fue encontrado el fusil, con el grito del capitán de "me cago en tu puta madre, saca el fusil", y otras expresiones como "me suda la polla todo", "todos para dentro", entraron en el pantano a la voz "vamos al agua". Y ello, supuestamente, "sin objeción alguna por el teniente pese a las dificultades que presentaron los soldados".

Así arrancó de nuevo el fatídico ejercicio, en el transcurso del cual el capitán les indicó "de forma reiterada" que la cuerda que debían seguir de una punta a otra del pantano "era una cuerda guía y no una línea de vida", por lo que no debían sujetarse salvo en el caso de necesidad.

El teniente fue el primero en entrar, seguido de un sargento y luego el pelotón, de uno en uno, junto a los dos instructores. Seguidamente entró en el agua el segundo pelotón, pero "no hubo unas instrucciones claras y precisas por parte del capitán ni del teniente y el desorden se produjo de manera inmediata, puesto que tenían dificultades para moverse por un fondo fangoso y con ramas, la profundidad y la temperatura del agua, de alrededor de ocho grados centígrados".

"Sólo se veían cabezas que subían y bajaban"

En esta circunstancia, la mayoría de las mochilas "no permitían la flotabilidad", unos compañeros se adelantaban a otros, sólo "se veían cabezas que subían y bajaban", sin poder distinguir de quién se trataba, se escucharon gritos de auxilio, se sujetaban entre ellos o buscaban dónde agarrarse a la cuerda, mientras que insistentemente el capitán decía que se soltaran de la cuerda.

En un momento dado, según el relato de la Fiscalía, la cuerda perdió tensión e incluso llegó a quedarse sumergida, siendo utilizada por algún soldado para elevarse. Varios soldados, que pensaron que se ahogaban, se subieron a un tronco que sobresalía hasta que fueron ayudados por otro con la cuerda, que se había cortado. Y otro de los participantes "estuvo diez minutos en el agua y tuvo que ser ayudado a salir, porque se quedó sin fuerza".

Síndrome anóxico por sumersión

En este momento, vieron que el cabo Miguel Ángel Jiménez tenía dificultades para avanzar, pidiendo a los compañeros que le ayudasen; en un momento determinado lo perdieron de vista.

En cuanto al apoyo sanitario, la Fiscalía apunta a que ese día la ambulancia no estuvo presente en las inmediaciones del pantano, por lo que el capitán tuvo que pedir a uno de los presentes que la pidiese "urgentemente"; el vehículo sanitario se presentó en la zona del pantano a las 09:27. A las 09:42, el capitán habló con el 112 para comunicar que un militar se había ahogado. El ministerio público señala, por último, que "no se percataron de la desaparición del soldado Carlos León hasta que no se hizo un recuento de personal en la zona de vivac, situada a unos 500 metros aproximadamente del embalse".

Los cuerpos de los dos fallecidos fueron localizados sumergidos en el lago y recuperados por agentes del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, en sede en Sevilla. El cuerpo del soldado León a las 15:28 y el del cabo Jiménez a las 17:42; en ambos casos, constan informes de autopsia en los que la causa de la muerte fue "síndrome anóxico por sumersión".

Además de la muerte de los dos militares, durante la realización del ejercicio dos soldados precisaron de asistencia sanitaria por síntomas de hipotermia, uno de los cuales fue auxiliado en la orilla del pantano "en estado de inconsciencia", recuerda la Fiscalía Jurídico Militar. Los dos fueron trasladados en la ambulancia al hospital Quirón Córdoba, donde fueron atendidos en el servicio de urgencias con el diagnóstico de "hipotermia".

El cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, de 34 años, casado y natural de Villafranca de Córdoba, ingresó como soldado en el Ejército de Tierra en 2011, siendo destinado al Regimiento de Infantería La Reina 2, donde permaneció tras ascender a cabo en 2019. Había participado en misiones en Letonia y Líbano, y se encontraba en posesión de dos cruces al mérito militar con distintivo blanco.

Por su parte, el soldado Carlos León Rico, de 24 años, soltero y natural de El Viso del Alcor (Sevilla), ingresó en el Ejército de Tierra el 8 de mayo de 2023 y estaba también destinado en el Regimiento de Infantería La Reina 2, con sede en la base militar del Ejército de Tierra en Cerro Muriano.

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