La Feria del Libro revive el esplendor cultural de la Córdoba califal con 'El bibliotecario de Medina Azahara'
Literatura
El historiador Antonio Torremocha presenta una novela en la que retrata a la Córdoba del siglo X como "el faro del mundo"
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La Feria del Libro de Córdoba ha revivido este domingo 18 el esplendor de la Córdoba califal con la presentación de El bibliotecario de Medina Azahara (Almuzara), de Antonio Torremocha. El autor ha mantenido un encuentro con miembros de los clubes de lectura de la Red Municipal de Bibliotecas, donde se ha trabajado esta novela.
El escritor, que es doctor en Historia Medieval, ha relatado que decidió dedicarse a la novela histórica cuando se jubiló porque para él era fácil de redactar gracias a sus estudios e investigaciones y, por otro lado, mediante este tipo de literatura puede transmitir su conocimiento a muchas personas.
Por eso, quiso abordar la época del Califato omeya: "Córdoba en el siglo X era el faro del mundo" ya que era la ciudad más grande de Europa y un centro de cultura y ciencia, ha apuntado.
Torremocha conocía las crónicas históricas, geográficas y la poesía de la época y con ello ha construido una obra en la que el 90% de lo escrito es "real". Sí ha reconocido que el protagonista, Alid ben Idris, el bibliotecario de Medina Azahara, es un personaje de ficción ya que nada se sabe por las fuentes históricas sobre la persona que dirigió dicha bibioteca.
Córdoba como centro cultural
El escritor ha aclarado en su intervención en la Feria del Libro de Córdoba que la convivencia de las tres culturas se dio en la Córdoba califal, no en Al-Ándalus, ya que con almorávides y almohades se acabó ese hermanamiento entre musulmanes, cristianos y judíos.
Buscando datos sobre la gran biblioteca de Córdoba, Torremocha descubrió a Lubna, esclava e intelectual que llegó a ser la secretaria de Alhakén II. Fue una figura muy destacada en el califato, copista, matemática y conservadora de la biblioteca.
En la novela, el escritor cuenta cómo Lubna y Alid ben Idris viajan a Fez y Bagdad para buscar libros que añadir al fondo de la biblioteca. De hecho, ha recordado que Alhakén II tenía representantes o enviados en las principales ciudades de Oriente que compraban libros y los mandaban a Córdoba.
Otro de los personajes reales que ha descubierto en su investigación ha sido Fátima, que estaba al frente de los talleres de copia y traducción en los que trabajaban unas 40 mujeres ilustradas y que dependían directamente de la gran biblioteca de Córdoba.
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