Cuando aumentar la expectativa de vida se convierte en obsesión

Humanidades en la Medicina

Nuestra aspiración debería ser envejecer de la forma más saludable y natural posible aceptando nuestras limitaciones. Y no llegar al edadismo, a discriminar por la edad

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La mirada de una persona mayor
Rafael Recio - Médico traumatólogo

14 de enero 2024 - 06:36

Nadie quiere envejecer, todos queremos parecer más jóvenes. El mejor cumplido es “los años no pasan por ti” y los laboratorios de productos antienvejecimiento están en auge y sus ganancias al alza. Pero de lo que se trata no es tanto de fortalecer nuestra vanidad, sino de encontrar un método para destruir las células senescentes, algo que supondría un gran avance en la investigación y que, por ahora, solo se ha podido corroborar en estudios con ratones. El eliminar esas células de los tejidos aumentaría la longevidad y, lo que es más importante, la calidad de vida.

El envejecimiento es un tema que preocupa a la humanidad desde que el mundo es mundo. Podemos verlo en la Epopeya de Gilgamesh, de origen sumerio; este rey épico abandonó su reino en busca de la inmortalidad. Tenemos más referencias históricas en busca de la longevidad como Juan Ponce de León (1513), que buscaba la Fuente de la eterna juventud; no sabemos si la encontró, pero al parecer está ubicada en Sarasota (La Florida) en un balneario llamado Warm Mineral Springs, que a su entrada dice: “Este manantial es el que buscó en vano Ponce de León”. O más recientemente en la obra El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, escrita como crítica moralizante entre la ética y la estética, en la que el protagonista vende su alma al diablo para permanecer joven mientras su retrato envejece.

Vemos que si nos comparamos con otras épocas, vivimos más tiempo, pero eso no basta, porque aspiramos a una vida de la máxima calidad pero la senescencia tiene un precio, y es el de la aceptación de enfermedades que antes se veían menos como el cáncer, problemas cardiovasculares, demencias, etc. O complicaciones de otras enfermedades como la diabetes tipo II.

Nuestra aspiración debería ser envejecer de la forma más saludable y natural posible aceptando nuestras limitaciones. Los hábitos con evidencia demostrada para vivir más y mejor: no fumar, no beber demasiado, comer una dieta diversa y equilibrada, evitar los alimentos ultraprocesados, tratar de moverse cada día, incluso solo caminar, y mantener la masa muscular. Según un estudio publicado en GeroScience y a la vista de los resultados con los biomarcadores es aconsejable llevar un control de los valores renales y hepáticos, así como de la glucemia y el ácido úrico al tiempo que se envejece. Mantenerse socialmente activo con amigos y conocidos es singularmente importante. La soledad, especialmente para las personas de 50 años o más, tiene consecuencias potenciales negativas: aumento del 50% en el riesgo de demencia, 29% en el riesgo de enfermedad cardíaca, 32% en el riesgo de un accidente cerebrovascular e incremento significativo en el riesgo de muerte prematura por todas las causas.

Pero si nuestra opinión es otra, no dudar en aplicarnos lo que dice Sabina en su canción: Si lo que quieres es vivir 100 años… toma pastillas para no soñar.

Hasta nuestros días, la sucesión de acontecimientos científicos y no científicos han proliferado y han estado marcados por la incertidumbre, por lo que a veces nos encontramos con resultados contradictorios en los estudios. Esto hace que debamos asegurarnos en la toma de decisiones con respecto algunos trabajos que no han verificado mediante los estudios clínicos pertinentes su eficacia, como son los potenciadores NAD, que mejoran la homeostasis de la glucosa. Son avances que por ahora han mostrado mejoras en la longevidad, el rendimiento físico y el perfil metabólico en ratones, pero NO en humanos.

En el estudio etiopatogénico elaborado por María A. Blasco et cols., podemos encontrar algunas respuestas causales en su artículo: Las características distintivas del envejecimiento. Los avances en los estudios de los telómeros y la telomerasa fueron premio Nobel de Medicina del 2009, y la reprogramación celular de Yamanaka, premio Nobel Medicina 2012, están permitiendo por varias vías la apoptosis selectiva de las células senescentes o su reversión. Lo más importante es que estos estudios se realizan para el posible tratamiento de enfermedades degenerativas y no por cuestión meramente estética, de tal manera que puedan llegar a curar a personas con enfermedades raras por alteraciones genéticas asociadas a telómeros más breves, por ejemplo. Recordemos que cuanto más largos son los telómeros "más fuerte es biológicamente" el individuo.

Pero hay un problema en estos avances médicos, y es que detener el envejecimiento de las células no necesariamente conlleva un efecto anti edad en todo el cuerpo.

Cuando opinamos sobre el envejecimiento es posible que nos refiramos a una persona de edad avanzada a la que estigmatizamos con connotaciones negativas, como senil, inactivo, gruñón y débil. Esos estereotipos sobre la vejez puede convertirse en un efecto Pigmalión negativo. En un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psicología, Levy y sus coautores hallaron que “la supervivencia media era de siete años y medio más para los que mantenían ideas más positivas sobre envejecer que para los que albergaban pensamientos menos positivos”.

El revertir las ideas negativas sobre el envejecimiento puede provocar efectos positivos mejorando la memoria, la velocidad al caminar, el equilibrio y la salud en general, o sea un efecto Pigmalión positivo que es lo que nuestra sociedad necesita y no llegar al edadismo, que es la discriminación por la edad cronológica.

Nos preguntamos: ¿se discrimina regularmente por la edad? Deberíamos aprender de los japoneses que integran a las personas mayores en su cultura y celebran la vejez y como consecuencia tienen una larga expectativa de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al período comprendido entre 2021 y 2030 como “la década del envejecimiento saludable”. Esto tiene el sentido de superar la discriminación por edad y las ideas negativas sobre la senectud. Como sociedad, debemos abordar las desigualdades etarias y hallar la forma de aglutinar a las generaciones promoviendo los mensajes positivos sobre la vejez.

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