Religión El cortejo partió desde la iglesia de San Lorenzo

La estela de Don Bosco

  • Los más de 1.300 alumnos del colegio Salesianos y menores de la fundación acompañan en procesión las reliquias del fundador de la comunidad hasta la Catedral

La comunidad salesiana celebra dentro de dos años el segundo centenario del nacimiento de su fundador, Giovanni Melchiorre Bosco, más conocido en España como Juan Bosco o Don Bosco. Hasta que llegue esa fecha y, desde 2009, la urna con las reliquias de Don Bosco está recorriendo todos los países en los que están presentes los Salesianos. Su primera etapa tras salir de Italia hace ya tres años fue Latinoamérica; de ahí viajó hasta Norteamérica, Asia, Oceanía, el sur de África y Madagascar antes de recalar en el continente europeo de nuevo. Tras visitar Portugal y Extremadura, las reliquias llegaron el pasado miércoles a Córdoba, en concreto a Pozoblanco, y ayer mismo a la capital, donde más de 1.300 alumnos del colegio Salesianos y menores de la fundación las acompañaron en procesión desde la iglesia de San Lorenzo, que partió pocos minutos después de las 17:00.

"Es un día importante que invita a toda la familia salesiana a renovar el compromiso con los jóvenes", consideró el profesor y cooperador de la comunidad, Florencio Pérez, quien no dudó en mostrar su admiración por Don Bosco, que nació en el seno de una familia humilde en localidad I Becchi (Turín) el 16 de agosto de 1815 y que llevó a cabo el Sistema Preventivo, un programa centrado en la formación de los niños y jóvenes desfavorecidos. Pérez destacó los valores que propugnó Don Bosco a lo largo de toda su vida, así como su "amor hacia los jóvenes".

Las reliquias -el brazo y la mano derecha- están guardadas en el interior de una estatua de Don Bosco similar a la que se encuentra en la urna conservada en la Basílica de María Auxiliadora de Turín. El rostro, además, ha sido reproducido con el calco que Cellini realizó al día siguiente de la muerte de Don Bosco. Las dimensiones de la urna, más de 600 kilos y dos metros de largo, consiguieron despertar la admiración de cuantos se toparon con ella en su procesión hasta la Catedral, así como la de los alumnos más pequeños del colegio de los Salesianos, que ayer vivieron un día repleto de actividades de carácter lúdico en honor a quien puso en marcha esta orden.

Satisfecho y orgulloso de la llegada de las reliquias al centro, el inspector provincial de los Salesianos, Francisco Ruiz, se encargó hasta el último momento de que la urna encajara sobre el paso de palio de la Virgen de la Piedad, titular de la Hermandad del Prendimiento. "Para nosotros es un día muy grande y significa un acto de gratitud hacia los demás", consideró, y añadió alguno de los valores de Don Bosco: "Trabajo constante, alegría y piedad sencilla". De la vida del fundador de los Salesianos, Ruiz reconoció que se queda cuando decidió ayudar a los niños de las familias más pobres de su región a través de la educación y que consiguieran aprender a desarrollar un oficio. Unos valores que, actualmente, permanecen en el espíritu de los colegios Salesianos.

La música estuvo bien presente durante todo el recorrido, ya que la Banda de Cornetas y Tambores de la Hermandad del Rescatado -que abrió la procesión- y la Banda de Música de María Santísima de la Esperanza se encargaron de ello. La procesión llegó hasta la plaza de Las Tendillas y concluyó en la Catedral, donde se celebró una misa, a la que no faltó el presidente de la Agrupación de Cofradías, Francisco Gómez Sanmiguel. Tras ella, la comunidad salesiana regresó en procesión hasta las instalaciones del colegio a medianoche, donde tuvo lugar una vigilia de oración en la que actuó el grupo musical Brotes de Olivo. El programa de actos incluyó, además, una chocolatada bien entrada de la madrugada, actividades para los jóvenes en el patio del colegio y también se realizaron varios turnos de acompañamiento para que las reliquias de Don Bosco no estuvieran solas en ningún momento de la noche. La vigilia concluyó a eso de las 07:00 en el colegio, donde tuvo lugar una oración de despedida y de las reliquias, que hoy mismo parten hasta Montilla.

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