Manuel Ruiz de Adana | Doctor Ingeniero Industrial de la UCO

"Los espacios exteriores son 20 veces más seguros que los interiores ante el covid"

  • Subraya la necesidad de ventilar de centros docentes y oficinas para evitar la tranmisión del coronavirus por aersoles e insiste en que se cumplan todas las medidas de seguridad establecidas

El doctor en Ingeniería Física Química y Termodinámica Aplicada Manuel Ruiz de Adana.

El doctor en Ingeniería Física Química y Termodinámica Aplicada Manuel Ruiz de Adana. / El Día

Reconoce que una de sus preocupaciones es la ventilación de los espacios interiores, hecho por el que mantienen abierta la ventana abierta de su despacho del Campus de Rabanales. Manuel Ruiz de Adana (Palma de Mallorca, 1966) es doctor Ingeniero Industrial de Física Química y Termodinámica Aplicada de la Universidad de Córdoba y uno de los grandes expertos en el estudio de la transmisión del coronavirus a través de aerosoles.

–Ha sido uno de los 239 expertos que ha instado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a que revisara sus recomendaciones de transmisión del coronavirus por aerosoles. ¿Ha habido un antes y un después de ese llamamiento?

–Es verdad que la OMS ha modificado su posición ligeramente. De no aceptar la transmisión por aerosoles, en el último comunicado lo que venía a decir es que y, siempre con condicionales, que pudiera haber evidencias en la literatura científica dando a entender esa posibilidad, pero no ha quedado aceptada. En nuestra opinión hay una tradición, desde el punto de vista de la medicina de las enfermedades infecciosas por vía aérea, que quizás haya que revisar para adecuarlo al conocimiento de lo que hoy se conoce como aerosoles. Hay un conflicto entre dos enfoques diferentes. En los grupos de trabajo de científicos de aerosoles en los que participo se han recogido evidencias científicas que han sido publicadas y se han comparado con la transmisión en superficie. La diferencia es abrumadora a favor de los aerosoles. Hay países que ya lo reconocen como el Reino Unido.

–¿Qué diferencia hay entonces entre los aerosoles y las gotículas a la hora de transmitir el coronavirus?

–Cuando hablamos, respiramos, tosemos o estornudamos, en los momentos en los que ponemos en juego un flujo de aire a través del sistema respiratorio, emitimos una nube turbulenta de gotas con aerosoles, y sale junto aunque no lo veamos. Los tamaños que son más grandes, como las gotitas que sí vemos, son las gotas y son las que la OMS y otros organismos oficiales toman como referencia para establecer el criterio de mantener una distancia de seguridad de dos metros con una persona para evitar un contacto directo. El resto de gotas, dentro del mundo de los aerosoles, son de cien micras. Tienen tiempo de permanencia en el aire y se quedan como flotando.

–Entonces, ¿son más peligrosos a la hora de transmitir el SARS-CoV-2?

–Claro, son más peligrosos. Por ejemplo, en espacios exteriores cuando dos personas estén hablando a dos metros de distancia el riesgo no es demasiado alto porque se diluyen rápidamente. Todos los brotes hasta ahora documentados de este virus y que han ocasionado un mayor número de personas infectadas a partir de una persona tiene en común que se produce en espacios interiores, muy ocupados y mal ventilados. Entonces, ¿qué herramientas tenemos para actuar y protegernos? Pues, la mascarilla bien ajustada, la distancia es efectiva también. La dosis para contagiarnos es, simplificándolo mucho, el producto del tiempo por la exposición. Es decir, cuánto tiempo estamos respirando esa nube de aerosoles que viene de una persona infectada y, segundo la exposición.

–Entonces, ¿cómo puede afrontar esta situación un colegio?

–Los colegios, de acuerdo a la normativa española, tienen que tener una ventilación y se establece en 12,5 litros por segundo y por persona. Es una cantidad muy grande de aire que hay que coger del exterior y ponerla en el interior para asegurar esa buena ventilación. Si un colegio tiene un sistema de climatización y ventilación que garantice esa tasa de ventilación, ese colegio puede estar tranquilo porque la ventilación es buena y no tendría que hacer nada. Pero si tiene una ratio por debajo de ese valor, tiene varias opciones.

"Los colegios, de acuerdo a la normativa española, tienen que tener una ventilación"

–¿Y cuáles son esas opciones?

–Ese valor depende del aire exterior y del número de personas, entonces esa medida sería reducir el número de personas en el aula. Cuando no se llega a ese valor hay que pasar a otras opciones, como es la ventilación natural, que es la apertura de puertas y ventanas. El exterior, desde el punto de vista de transmisión del SARS-CoV-2, siempre es preferible al interior; entonces todas las actividades de los centros educativos que se puedan hacer en el exterior es mejor. Hay que tener presente que la primera variable, antes de nada, es la exposición. Si el tiempo es mínimo porque se hacen las actividades en el exterior, pues menos riesgo. La segunda conclusión es que cuantas menos personas es mejor porque, de esa manera, se emiten menos aerosoles al aire y la ventilación que haya lo va a reducir rápidamente. La tercera cuestión es aumentar la distancia entre personas. El uso de mascarillas es muy importante y muy ajustada. Próximamente veremos que se acepte en España la vía de transmisión por aerosoles. Por eso, hay que insistir en el uso de mascarillas en los interiores, pero especialmente bien ajustadas. En las aulas hay un tema que se olvida: la cantidad de aerosoles que se emiten varía con el volumen de la voz. De manera que sería deseable que las actividades que se hagan en el aula en las hay que hablar se haga al menor volumen posible.

–Bueno, eso en una clase de Primaria o de Secundaria puede resultar difícil para el profesor

–No es fácil y es un reto para todos. Tenemos que tener claro cuáles son las medidas que nos ayudan a reducir el riesgo de infección.

–Córdoba tiene hasta la fecha unas temperaturas benévolas, pero se acerca el invierno y tener las ventanas abiertas todo el rato puede provocar otros problemas

–La casuística en los centros es muy amplia. Por ejemplo, un colegio que tenga un sistema de climatización que ventile bien no tiene problema. Pero, ¿qué ocurre en la mayoría de los centros que no tienen un sistema de climatización que no llega a la tasa de ventilación requerida? Pues, hay que abrir ventanas y puertas y asegurar una ventilación natural. Y, claro, en la temporada de invierno vamos a tener que las temperaturas del aula no van a ser confortables.

–Pero, hay que ventilar, ¿no?

–Sí, hay que ventilar y también habría que ajustar la cantidad de ventilación. En distintos documentos que hemos elaborado en formato de guías recomendamos que los centros educativos dispongan de un medidor de concentración de CO2 en el aire. El CO2 no mide el virus, pero cuando hablamos o respiramos emitamos aire que sale con CO2 y aerosoles. Eso quiere decir que si medimos el CO2 tenemos una manera de saber cuántos aerosoles hay en el aire. La concentración de CO2 que puede haber en el aire de la ciudad de Córdoba puede ser entre 400 y 500 partes por millón y cuando nos encerramos en un aula si está mal ventilada, esa concentración crece rápidamente porque las personas están respirando. Si el nivel de concentración de CO2 llegara a valores de entre 800 y 1.000 y se mantiene ahí, podemos decir que la ventilación es buena, pero si se supera ese valor, empezamos a pensar que nos falta ventilación y tenemos que actuar. Este equipo de medida nos puede ayudar a saber cuánto tenemos que ventilar para no pasarnos.

El profesor, en su laboratorio. El profesor, en su laboratorio.

El profesor, en su laboratorio. / El Día

–¿Es caro este sistema?

–Estos equipos se pueden encontrar en el mercado a partir de los cien euros aproximadamente. Recomendamos que al menos haya uno por centro, que se puede ir pasando por diferentes aulas y cuando se sepa en cada una, en función de la tasa de ocupación, saber cómo hay que ventilar. Sería una manera de que los profesores y responsables de los centros educativo, pudieran ajustar la ventilación natural, que también es variable, porque un día de viento tendríamos más ventilación natural.

–¿Se puede extrapolar este sistema a una oficina?

–No podemos dar una regla general, pero la respuesta sería: ¿por qué no medimos? Cuando se tienen todas las ventanas abiertas el riesgo, como el aire, se iguala con el exterior, y es mínimo, pero cuando llegue el invierno, empezaremos a tener situaciones de riesgo más elevadas. Realmente, ni los expertos podrían saber si la ventilación es buena o mala, lo que habría que hacer es medir con ese equipo para tener una idea y en vez de abrir de par en par pues una u otra. Tener una rendija abierta es preferible a abrir todo y luego cerrar. Este invierno la situación nos va a obligar a ponernos mucha más ropa de lo habitual en el interior de los espacios de trabajo y los colegios. Tenemos que asumir esta situación porque tenemos que buscar espacios interiores con muy bajo riesgo.

"Este invierno la situación nos va a obligar a ponernos mucha más ropa de lo habitual en el interior de los espacios de trabajo y los colegios"

–Hacía referencia a los aerosoles al principio y su capacidad de transmisión del coronavirus, ¿qué diferencia hay con las gotículas?

–Cuando hablamos, respiramos, tosemos o estornudamos, en los momentos en los que ponemos en juego un flujo de aire a través del sistema respiratorio, emitimos una nube turbulenta de gotas con aerosoles, sale junto aunque no lo veamos. Los tamaños que son más grandes, como las gotitas que sí vemos, son las gotas y son las que la OMS y otros organismos oficiales toman como referencia para establecer el criterio de mantener una distancia de seguridad de dos metros con una persona para evitar un contacto directo. El resto de gotas, dentro del mundo de los aerosoles son de cien micras; tienen tiempo de permanencia en el aire y se quedan como flotando.

–Entonces, son más peligrosos...

–Claro, son más peligrosos cuando por ejemplo en espacios exteriores dos personas estén hablando a dos metros de distancia el riesgo no es demasiado alto porque se diluyen rápidamente, pero cuando ese mismo proceso se pasa a un espacio interior y encima está mal ventilado... Todos los brotes hasta ahora documentados de este virus y que han ocasionado un mayor número de personas infectadas a partir de una persona tienen en común que se producen en espacios interiores, muy ocupados y mal ventilados. Entonces, ¿qué herramientas tenemos para actuar y protegernos? Pues, la mascarilla bien ajustada y la distancia es efectiva también. La dosis para contagiarnos es, simplificándolo mucho, el producto del tiempo por la exposición. Es decir, primero cuánto tiempo estamos respirando esa nube de aerosoles que viene de una persona infectada y, segundo la exposición.

Manuel Ruiz de Adana. Manuel Ruiz de Adana.

Manuel Ruiz de Adana.

–Actualmente hay sistemas de purificación y filtradores HEPA, ¿cuáles son los más recomendables?

–Los elementos de filtración, como los filtros HEPA en equipos de purificación y aire, se recomiendan cuando ya hemos agotado las anteriores. Es decir, si no podemos ventilar o, no podemos reducir la ocupación de personas, entonces solo en esa situación es cuando deberíamos recurrir a elementos de purificación de aire. Y, dentro de ellos, hay mucha tecnología, pero solo recomendamos aquellos que vengan con filtro HEPA y estén homologados.

–Y ¿cómo funcionan?

–Este equipo lo que va a hacer es pasar el aire del local por ese filtro y retener todos los aerosoles. Los filtros HEPA se caracterizan porque retienen tamaños de partículas muy pequeñas que reciben en un porcentaje elevadísimo. Por ejemplo, un filtro HEPA normal en el peor de los tamaños de partículas, de cada 100.000 aerosoles que entran, saldrían solamente 50. Esto quiere decir que si se dimensiona correctamente, ese filtro al hacer circular el aire del local a través del filtro HEPA y, en vez de respirarlo nosotros lo está recibiendo el equipo, por lo que cuando llegue el aire a las personas no tiene aerosoles o una concentración insignificante. Son efectivos siempre que estén bien dimensionados al volumen del local.

–Una de las primeras medidas que adoptaron fue el cierre de parques, aunque finalmente se ha dado marcha atrás. ¿Es efectiva su clausura?

–Los espacios exteriores son 20 veces más seguros que los interiores cuando hablamos de la transmisión del virus por aerosol. La concentración de aerosoles es muy baja y, por lo tanto, el riesgo también. Si en los parques se consigue que no haya concentración de personas, que no haya aglomeraciones, podríamos decir que no tiene sentido cerrar esos espacios, pero si se convierten en puntos de reunión social, puntos de concentración de personas, de niños jugando y tocándose, entiendo que supone incrementar el riesgo. En general, cerrar los parques no está bien si no hay concentraciones de personas, pero si las va a haber y va a haber interacción social –porque somos seres sociables– y estamos luchando contra nuestra naturaleza es el momento que debemos evitarlo porque la mayor fuente de contagios son los contactos sociales, los encuentros de familias y en sitios cerrados. Hay que entender la medida. También se podría haber articulado una medida que fuera de vigilancia del uso que se da a los parques y jardines y que estuviera controlado o limitado el aforo. También hay que ver la higienización de superficies, que es también otro problema. Es decir, medidas para hacer un buen uso y una higienización.

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