Entrevista al entrenador cordobés, oro olímpico en Barcelona'92
  • El ahora técnico celebra este lunes los 30 años del oro olímpico en Barcelona reivindicando instalaciones de nivel e inversión en una ciudad que "debe pegar un paso adelante en todo"

Rafael Berges: "En Córdoba nos falta mucha autocrítica; creemos que somos algo que no somos"

Rafael Berges posa para 'el Día' en la plaza de las Tendillas. Rafael Berges posa para 'el Día' en la plaza de las Tendillas.

Rafael Berges posa para 'el Día' en la plaza de las Tendillas. / Miguel Ángel Salas

Escrito por

· Cisco López

Redactor

Apura las horas a la espera de una llamada que le haga meter de nuevo el chándal y la libreta en la maleta para empezar una nueva aventura, y lo hace en plena celebración de los 30 años del oro olímpico conquistado con la selección en los Juegos de Barcelona,92. Rafael Berges Marín (1971) se convirtió entonces en el primer medallista cordobés en la cita deportiva por antonomasia, abriendo un camino que luego han podido seguir otros... a pesar de las deficiencias que aún hoy se observan en una ciudad que está "muy por debajo" de lo que puede "dar y generar", y no solo en deporte.

–Este lunes es 8 de agosto. ¿Qué se le viene a la cabeza?

–Está claro que es una fecha histórica para todos por lo que se consiguió -el único oro olímpico en fútbol para España, en Barcelona’92- y, a nivel personal, uno de los días más importantes de mi vida. En ese momento quizás no se valoró en su justa medida, pero con el paso del tiempo se ve como un logro muy importante tanto de la selección como del fútbol español.

–Como bien dice, la trascendencia de aquella medalla ha sido mayor con el paso de los años.

–Es verdad que en aquel momento tuvo impacto, pero con el paso del tiempo se recuerda más, sobre todo porque después ha habido grandes selecciones también y no han ganado, porque como yo siempre digo… en el fútbol es muy difícil ganar. Además, en aquel momento teníamos el hándicap de competir en casa, que España siempre en las competiciones importantes no había llegado lejos ni mucho menos a ganar, y todos pensaban que otra vez iba a pasar lo mismo…

–Es que el recuerdo más reciente era el Mundial de España’82, que fue un fiasco.

–Es cierto, y al principio de la competición vas pensando si será como siempre. Pero salió todo a pedir de boca, rodado, había un grupo muy bueno y competitivo, y merecidamente, aunque tuvimos algún partido con dificultades, logramos el campeonato en unos Juegos que para España dejaron unos resultados muy buenos.

–Sin duda, que no haya habido otras selecciones que ganaran el oro da más mérito a aquel éxito.

–Bueno, sí. España siempre ha tenido grandes selecciones, pero es que ganar es muy difícil. Es cierto que a nosotros, tal y como se nos dio el torneo, teníamos que ganarlo, porque tras jugar con Ghana teníamos la medalla, pero es que si no somos oro, no hubiera sido lo mismo. La final fue épica también y conseguimos ganar. Después han pasado unos jugadores increíbles y no se ha logrado ganar, pero es que esto es muy, muy, muy difícil.

–Coincidimos en que es lo más difícil. No sé si estará de acuerdo en que hay que dejar ya de lado el estilo, que debe ser un añadido.

–Mira, yo esas batallas las tengo superadas. En el fútbol solo vale ganar. Hay muchas maneras de ganar, pero básicamente es ganar. Si tú juegas muy bien y ganas, es la leche, pero si juegas muy bien y no ganas, no vale para nada. Y hoy en día, tal y como está el fútbol, que los cuerpos técnicos y los futbolistas están más preparados, ya hay menos tiempo para pensar y poder decidir jugando; hay menos espacios y menos tiempo, y eso hay que llevarlo a un punto de preparación muy grande para ser muy competitivo. Pero siempre lo que ha valido es ganar, aunque unos años nos hemos perdido en unas batallas en las que este juega muy bien y tal… A mí me gusta jugar bien, pero he visto muchos partidos en los que el portero y los centrales han tocado más el balón que el 10 o el delantero, y normalmente los más limitaditos éramos los que jugábamos más atrás. Pero todo evoluciona y creo que poco a poco se está volviendo al sentido común: equipos que no son fuertes defensivamente y sólidos, es muy difícil que ganen, porque no compiten.

El técnico cordobés, durante la conversación. El técnico cordobés, durante la conversación.

El técnico cordobés, durante la conversación. / Miguel Ángel Salas

–Sólidos también de cabeza, aspecto cada vez más fundamental y que aquella selección trabajó de la mano de un psicólogo que también fue pieza clave en la victoria.

–Esa figura comencé a conocerla el año de la preparación de los Juegos, porque casi todos los meses teníamos un amistoso, y luego tuvimos la concentración tras acabar la Liga, y nos sirvió mucho. En aquel momento era una cosa tan novedosa que, a mí personalmente, me ayudó muchísimo. Hoy en día, no hay un equipo de alto rendimiento que no tenga cerca una persona para trabajar los aspectos mentales, porque la cabeza lo es todo; por muy preparado que estés en todos los aspectos, si la cabeza no te funciona, no te funciona nada.

–Más aún como está el mundo, con las prisas en las que vivimos.

–Es importante en todo (interrumpe). Estamos todos atacados, la mayoría de la gente está estresada, porque queremos hacerlo todo bien, rápido y perfecto, y ese tipo de gente que te pueda ayudar, pues nosotros no manejamos las variables que ellos manejan. Hoy es fundamental, porque estamos todos locos perdíos.

–Incluso mirando al futuro, en vuestro de caso, para saber dirigir una carrera como la del futbolista, con fecha de caducidad temprana.

–En mi caso, esa es mi gran frustración, porque era buen estudiante. Pero empecé a jugar en el primer equipo del Córdoba muy jovencito; tenía que salir del instituto, iba al entrenamiento, volvía ya a última hora de clase… y con todo saqué mi Bachillerato. Luego salí al Tenerife, con todo lo que eso conlleva, y aunque quería seguir, lo tuve que dejar. Ya en el Celta, cuando estaba en Vigo, me matriculé en INEF en La Coruña, asistía lo que podía y aprobé algunas asignaturas, pero al final estás asentado, cómodo, y tienes que hacer grandes esfuerzos, y no seguí. Se acaba de jugar al fútbol con treinta y pocos años, y tienes toda tu vida por delante, y hay mucha gente que pasa muchas dificultades para después seguir su vida normal, porque no todos valen luego para seguir trabajando en el fútbol o simplemente para trabajar. Cambiar ese chip no todo el mundo lo puede hacer, y hay compañeros que han vivido dramas importantes; y muchas veces ha sido por dejadez, comodidad y no mirar al futuro.

En aquel momento, el oro olímpico en Barcelona tuvo su impacto, pero con el paso del tiempo se ve como un logro muy importante”

–Ahí es cuando se echa en falta esa persona que te diga que "esto se acaba" y que hay que pensar en cómo reciclarse.

–Totalmente. Es por eso que pienso que los clubes de fútbol deberían dejar un sello en los jugadores y ser claros y decirles: "aquí de 300 va a llegar uno". Pero esa cultura de club, para los otros 299 que han pasado por allí, debe tener un poso que sirva para el futuro: la cultura del esfuerzo, ayudas para estudiar, y preparar a la gente para lo que viene el día después.

–Por cierto, una duda: ¿Qué ganó el fútbol y qué se perdió el resto?

–Me hubiera gustado mucho hacer Medicina, pero con la dinámica que llevaba era imposible. Y pese a la nota tan alta que en aquel momento tenía Medicina, que tal vez no hubiera llegado, siempre hay un cupo de plazas para deportistas de élite que me hubieran permitido entrar. Pero ya te metes en una dinámica de profesional y se te pasa el arroz y estás en otras.

–Me ha hablado de dramas, de frustración… ¿Hay algún momento que le haya hecho pensar "tenía que haber hecho..."?

–Muchas veces. En las épocas en las que estás esperando un trabajo, siempre me lo pregunto: "tenía que haber hecho esto". Pero luego cuando estás en el fútbol, me digo: "es que esto es lo que más me gusta". Yo soy un poco hiperactivo y, cuando estoy esperando una oportunidad, lo llevo bastante mal. Y eso es complicado, porque luego cuando llegas a algún sitio a lo mejor es un sitio de presión y no puedes hacer más de lo que haces, pero ya estoy acostumbrado, porque soy consciente de que todo el mundo tiene su estrés, y no nos podemos quejar, porque yo me considero un privilegiado.

–Volvamos al origen. A nivel personal, aquel éxito en Barcelona’92 supuso la primera medalla olímpica para un cordobés. Ahí es nada.

–Sí, pero es que a mí me gustaría que hubiera más gente, a lo mejor en el fútbol no es fácil, pero sí en otras disciplinas deportivas. Córdoba creo que ha mejorado algo, pero para el deporte de élite nos faltan instalaciones. Me gustaría que en un futuro hubiera mucha más gente de Córdoba que se pudiera dedicar profesionalmente al deporte, porque nosotros éramos unos privilegiados, y hoy la mayoría se tiene que ganar una beca para poder entrenar, y hace un esfuerzo brutal. Es cierto que Córdoba ha mejorado bastante, pero te puede faltar una piscina olímpica, calidad en las instalaciones de atletismo… Córdoba tiene que ser una ciudad que tenga unas instalaciones acordes, porque lo que se demostró en esos Juegos es que cuando se apostó, España dio la talla. Hay que apostar porque los deportistas se dediquen a eso profesionalmente.

–Usted tiene mucho mundo corrido y, con esa perspectiva, ¿qué le falta a Córdoba?

–En Córdoba nos falta mucha autocrítica para todo; creemos que somos algo que no somos. Tenemos una ciudad que es impresionante, pero a niveles de economía, de empresas… nos faltan muchas cosas y nos cuesta trabajo reconocerlo. No me gusta que Córdoba sea de las ciudades más bajas en renta per cápita, o donde no haya empresas, o que tenga un nivel alto de paro, o donde esté uno de los barrios más pobres de España… Esas cosas me tiran para atrás, porque creo que nos falta más autocrítica y, realmente, querer solucionar esos problemas. Para mejorar, lo primero que hay que hacer es saber qué queremos realmente mejorar, y a partir de ahí… He tenido la suerte de jugar muchos años en el Celta, un club que me marcó, y el nivel de actividad que hay en Vigo no lo hay en Córdoba ni de lejos, y eso es lo que nos falta para ser de verdad una ciudad competitiva, una ciudad moderna, y que nos ponga en la élite. Pero en ese aspecto tenemos que pegar un paso adelante.

El oro olímpico en Barcelona, sonriente durante la charla. El oro olímpico en Barcelona, sonriente durante la charla.

El oro olímpico en Barcelona, sonriente durante la charla. / Miguel Ángel Salas

–Dicho de otro modo: nos sobra palabrería y nos faltan hechos.

–Sí, un poco sí. Nos faltan cosas. A la ciudad le falta movimiento, actividad profesional, ejecutivos, empresas de nivel… y eso tenemos que intentar conseguirlo, porque necesitamos que Córdoba sea realmente una ciudad importante. Tenemos una de las mejores ciudades de España y, para mí, creo que estamos muy por debajo de lo que podemos dar y generar.

–Tal vez todo pasaría por vendernos fuera de otra manera.

–Lo que tenemos aquí es un privilegio que nos trae muchísimos turistas, pero necesitamos otros sectores. La gente tiene que trabajar y tener dinero para salir y generar. Todo el que viene a Córdoba se queda encantado, pero nos falta pegar un salto adelante en infraestructuras, en todo. Llevado al fútbol, mira El Arcángel, que cuando estás dentro dices "qué estadio más guapo" y al salir son cuatro placas de cemento. Tiene que haber menos paro, menos pobreza, y ser más solventes.

–Me dice el estadio, pero hay otras instalaciones que...

–En la provincia hay unas instalaciones de fútbol impresionantes, pero en la ciudad hay muchas con deficiencias, y eso trae riesgo de lesión, riesgo de todo; hay que invertir, y esa es la realidad. Decir que somos fantásticos y maravillosos, en instalaciones falta; y deportistas también hay, pero falta hacer una inversión en todo, para que la gente pueda entrenar y competir en la élite, porque después es un orgullo ver a gente de Córdoba compitiendo en grandes eventos, pero para eso hay que echar un cable. Está muy bien hacerse la foto con todo el mundo, pero la alta competición te obliga a especializarse, y a entrenar donde vas a competir. Es una locura que haya gente que se tenga que ir a entrenar fuera porque eso es algo que la ciudad se lo tiene que dar.

–Me habla de fotos, y usted fue protagonista hace nada de una, con el reconocimiento que le hicieron por su trayectoria olímpica.

–Estoy contento y agradecido, y supone un orgullo, no por el hecho de la placa en Vista Alegre, sino por haber podido contribuir a que haya gente de la tierra que pueda competir también en niveles importantes. Aquí siempre ha habido talento, en el fútbol y en otras disciplinas, y eso hay que explotarlo.

–De momento, usted se ha tenido que ir fuera para seguir trabajando, donde la figura del entrenador español está muy reconocida.

–Me encuentro cómodo, estoy bien, y aquí en España hay mucha competencia, y una cantidad de gente esperando tremenda. Siempre tuve la inquietud de salir fuera, y estoy ilusionado con volver y el hecho de ver que somos capaces de trabajar a 15.000 kilómetros de tu tierra. Al final, te montas en un avión 15 horas y cuando te bajas, hay estadios con 80.000 personas, balones, buenas y malas instalaciones… y hay fútbol, por lo que muchas veces hay que abrir la mente.

Al Córdoba lo veo muy bien porque hay un proyecto y una gestión seria; ahora hay que tener paciencia, ya que el resultado va a llegar”

–Ya para ir acabando, le tengo que preguntar: ¿Cómo se ve el Córdoba a 15.000 kilómetros?

–Ahora lo veo muy bien porque hay un proyecto y hay gente seria en la gestión. Ahora solo hay que tener paciencia, porque si hay una gestión seria y hay paciencia, con lo que es esta ciudad, al final el resultado va a llegar, y con buena base, que eso es lo importante y no se ha tenido antes. Hay momentos en la vida en los que uno toma decisiones y para mí la peor decisión que he tomado en mi vida fue venirme de Indonesia y aceptar la oferta del Córdoba con Jesús León, porque no podía imaginar que estaba tan mal, no podía imaginar que íbamos a pasar el año que pasamos. Pero ahora veo el futuro con optimismo.

–Me repite varias veces lo de gestión seria y recuerdo aquellas palabras en las que decía que estaba "viviendo los peores meses" de su vida. ¿Piensa igual ahora?

–Claro, porque eres de aquí y, si sientes el club y lo quieres… Ves lo que está pasando, aunque no lo viera en otros niveles donde yo no tenía acceso, pero a nivel de la gente sin cobrar, de deber a todo el mundo, no poder hacer tu trabajo… Eso no se puede volver a repetir, fue algo increíble. Y lo pasé mal, muy mal, hasta el punto de que acabó el año y lo primero que hice fue irme para Indonesia para entrenar otra vez porque necesitaba desconectar de esto. Fue una decisión que tomé con el corazón en ese momento, sin saber la situación real del club, y acabó siendo una locura.

–Más aún por su condición de cordobés y cordobesista.

–Yo siempre he dicho que el fútbol es muy difícil, y hay veces que te ponen todo en las manos y las cosas no salen, y te tienes que ir. Pero en esos momentos no podíamos hacer nada. Y viendo lo que está saliendo ahora, no puedo comprender que el dinero que entrara al club, por ejemplo por traspasos, que hubo, no repercutiera en la gente, que estaba sin cobrar. No lo puedo entender. Pero gracias a Dios, hoy hay una gestión seria y ojalá el Córdoba vaya donde se merece, que es estar en una posición en Segunda A buena para cualquier año pegar el viaje. El Celta, por ejemplo, es un equipo que está asentado en Primera, y por qué el Córdoba no si la ciudad es como Vigo… Quizás sería más difícil siendo el Numancia o el Huesca, que son ciudades pequeñas, pero Córdoba, con lo que es Córdoba… debería ser un club que siempre estuviera ahí. No conozco a nadie de los que hay en el club, pero les deseo lo mejor y a la gente le pido paciencia porque donde hay gestión, al final el balón acaba entrando.

–Ya la última. ¿Le gustaría sacarte la espina y volver al Córdoba?

–Sinceramente creo que es muy complicado. Yo he sido entrenador del Córdoba, salí en unas circunstancias que para mí fueron totalmente injustas porque yendo octavo en Segunda no se puede echar a un entrenador, aunque es cierto que había un ruido externo, no sé si creado por el presidente, que afectaba al equipo; he sido también director deportivo en una situación muy complicada, y ya como no sea presidente o dueño, que no lo voy a ser, es complicado. Pero me voy a morir siendo del Córdoba, eso está claro. Es difícil ser profeta en tu tierra, he intentado hacerlo lo mejor posible; he disfrutado cuando era entrenador, aunque tampoco mucho porque en aquella época todo parecía poco, algo que con el paso del tiempo se ha valorado, pero la gente tiene muchas ganas de fútbol, y el Córdoba lo veo que va a tirar para arriba.

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