“La presencia de la mujer es imprescindible en todos los campos de la vida humana”
Entrevista a Carmina Gómez | Coordinadora de la Institución Teresiana en Córdoba
Subraya que la vida “camina y crece” y expone que los retos de esta organización laica, con sede en la plaza de la Concha, son la promoción social y personal por medio de la educación y la cultura
Ha pasado toda su vida profesional en Barcelona, si bien cuando se jubiló se trasladó un tiempo en París y, desde allí, recaló en Córdoba hace un lustro. Lleva al frente de la coordinación de la sede de la Institución Teresiana desde hace dos años y sostiene que uno de los retos es ampliar el conocimiento que la ciudad tiene de esta organización ubicada en la coqueta plaza de la Concha de la capital cordobesa.
–¿Cómo llegó la Institución Teresiana a Córdoba desde que la creó Pedro Poveda?
–Llegó hace cien años. La misión, la vocación de la Institución Teresiana, es la promoción social a través de la educación y la cultura. Pedro Poveda, el fundador de la institución, vio que en Córdoba podía ser conveniente la presencia de la misma. Pudo abrir la institución por primera vez en esta casa, en la plaza de la Concha y, durante bastante años se dedicó a esta promoción orientada a la mujer.
–¿Y por qué hacia la mujer?
–En parte, porque en aquel tiempo la educación de hombres y mujeres estaba separada, pero también en gran parte por opción personal de Pedro Poveda de que la promoción de la mujer en el mundo de la cultura era imprescindible y tenía que darse. De hecho, algunas de las primeras personas de la Institución Teresiana fueron las primeras catedráticas de universidad y ocuparon primeros cargos en el mundo de la educación en el campo político… La Institución nace aquí del deseo de la presencia educativa y cultural desde el carisma pedagógico de Pedro Poveda, que es una pedagogía de la apertura, del encuentro… Entre sus notas pedagógicas, Pedro Poveda dice “con suave se educa, con suavidad se educa, con suavidad...”. O sea, una pedagogía de la cercanía del encuentro.
–Un siglo después, la presencia de la mujer en el mundo de la cultura ha avanzado mucho, pero la igualdad se resiste.
–Esa presencia, en alguna situación muy carismática, ha ido normalizándose. Todavía no está, pero se han dado pasos importantes y tenemos que seguir trabajando por ello. La presencia de la mujer es vital en todos los campos: en el social, en el cultural y en el eclesial también, porque estamos hablando de una institución de Iglesia. La presencia de la mujer es imprescindible en todos los campos de la vida humana y hay que seguir trabajando para que esa presencia se normalice. Es como el lema de algunos colectivos: hasta que esta normalidad sea costumbre.
–La Institución Teresiana llegó hace justo cien años a Córdoba, ¿cómo fueron aquellos primeros años? ¿Cómo se fue adaptando?
–En esta primera casa hubo primeramente un colegio, hasta que pasó al centro que ahora tiene la Institución en el colegio Bética- Mudarra y, entonces, se convirtió en residencia de estudiantes hasta que estos estudiantes pasaron al colegio mayor Pedro Poveda, también al lado del colegio actual. Esta casa quedó más liberada y, desde entonces, ha tenido procesos de desarrollo cultural, social, de presencia más de educación y cultura no formal.
–Y ahora, ¿qué ofrece esta casa?
–Actualmente, acoge el espacio cultural Plaza de la Concha y otras actividades convocadas por personas de la institución y otras conjuntas con otras entidades. Acabamos de firmar un convenio con la Universidad Loyola y también se realizan otras actividades que piden desarrollarse en la plaza de la Concha y las aceptamos.
–¿Cómo es la relación de la Institución Teresiana con la ciudad? ¿Se conocen?
–Hay una parte de la ciudad en la que la Institución Teresiana es muy conocida y muy querida. Es la parte de la historia, de los cien años que hay de trabajo con estudiantes y, por lo tanto, todas las personas que proceden de aquí, que han estudiado aquí, madres y alumnos; hay una gran parte de la ciudad con un conocimiento de la casa y con lazos afectivos. Aquí viene mucha gente mayor que ha estudiado aquí y gente joven que tiene ahora sus hijos en el colegio. Hay otra parte que también constato que tiene un nivel de conocimiento de oídas de la Institución Teresiana, sin conocer nada de la misma, que configura una percepción de grupo religioso, que no lo somos. Somos una asociación internacional de laicos, pero el desconocimiento para una parte de la ciudad configura una imagen que no corresponde con la realidad. Luego queda otra parte que no saben ni que existe la casa ni la Institución Teresiana. Creo que hay esas tres realidades y, para mí, la más numerosa y la más potente es la primera: son cien años de personas que son de Córdoba o viven aquí o en otro lugar del mundo, pero que han tenido una relación profunda y que han crecido en la pedagogía de Pedro Poveda en esta casa.
–¿Y por qué hay esa asociación a que es una entidad religiosa si no lo es?
–Quizá por el nombre, quizá porque normalmente los colegios concertados están bajo el paraguas de entidades religiosas… No lo sé decir, pero esa connotación existe en las personas que no nos conocen. A veces he salido de la casa y he visto a turistas y han dicho que es un convento y he intervenido directamente. La casa es una casa histórica, una casa en la que se combinan historia, en realidad romana, árabe, mudéjar, barroca, renacentista y actual.
–Un lujo, ¿no?
–Trabajar aquí es un lujo. Es un lujo venir aquí a un seminario, a una conferencia o a un debate porque la casa entera es un lujo. Los restos más antiguos que tenemos son del siglo I antes de Cristo. Hay testimonios de aquella época, también de la época árabe. Trabajar aquí es una gozada. Salir al patio no es lo mismo que entrar en un despacho de cuatro paredes cuadradas, tiene su encanto. Es una casa con historia. Tenemos la Sala Mudéjar del siglo XIV. Hace poco se reunió un grupo de la Universidad que iniciaba un seminario y les dije que en este mismo espacio desde hace ocho siglos se habían reunido aquí, habían hablado aquí, habían cuestionado, debatido, gestado vida y cultura bajo este mismo techo, en este mismo suelo y con estas mismas ventanas.
–¿Y cuáles son los objetivos principales de la Institución Teresiana?
–Es la promoción social y personal por medio de la educación y la cultura. Por eso hay proyectos culturales en el colegio y en la casa hay varios. En estos momentos, el proyecto cultural Plaza de la Concha es un espacio en el que hay programas de distintas líneas: geopolítica, interreligiosa, como el diálogo islamo-cristiano, que es una constante desde hace un tiempo en la programación de la casa… Son varias líneas de trabajo y la orientación de todo este espacio cultural es la cultura del encuentro. Todos aquellos aspectos de la vida social y cultural que puedan gestar encuentro con uno mismo, lo primero, un encuentro interior, y también con los demás, hasta lo que puede ser el encuentro a nivel global, a nivel internacional. Es la cultura del encuentro. Quizá también porque esta casa guarda una historia de desencuentro: aquí están los restos de Victoria Díez, una mujer víctima del desencuentro que se vivió en España en el año 1936. Digamos que es el tesoro de la casa, vienen mucha gente y grupos a visitarla y cuando la gente viene en días que no hay grupos dice que hay paz. El 99% de las personas que vienen en momento de paz de la casa dicen que hay paz y yo les suelo decir que sí. Para mi esta paz es el contrapunto al desencuentro.
–Resulta llamativo las diferentes líneas de trabajo que ha citado.
–La línea de trabajo sinodal es otra, y no se puede separar de la línea de trabajo que nace de la Agenda 2030 porque todo va a que la vida crezca y crezca desde abajo, desde la base. Tampoco se puede separar de la línea de la geopolítica, ni de todo lo que es el movimiento de jóvenes que entran con aire nuevo, y tampoco de todo lo que es el diálogo interreligioso. Ahora estamos asistiendo a todo lo que está pasando en Irán, en Qatar, etcétera, etcétera y ¿dónde pones el límite a una línea? Está todo interrelacionado.
–Y su trabajo, ¿en qué consiste?
–Pues en coordinar la vida global de la casa, donde está el espacio cultural y donde hay trabajos de otros proyectos, que tienen aquí su base, como el trabajo con migrantes y refugiados. Hay otros grupos que trabajan el tema de la pedagogía de Pedro Poveda, sin formar parte de este espacio cultural… A mí me toca coordinar la casa, no los programas, sino armonizar el conjunto de la vida de la casa y coordinar directamente el espacio cultural de la Plaza de la Concha.
–Este año se ha celebrado el centenario de la presencia de la Institución Teresiana en Córdoba ¿qué actividades se han llevado a cabo?
–Ha supuesto un año entero de actividades mensuales, un evento cada mes, en los que se han ido combinando el tema artístico, el cultural y la historia, cogiendo todo lo que son las diferentes facetas de la vida cultural de la institución.
–Hacía referencia antes a que había una parte de Córdoba que no conoce la Institución Teresiana, ¿no se han propuesto mejorar ese aspecto?
–Sí, uno de los objetivos es que la ciudad entre en esta casa y que esta casa salga a la ciudad de Córdoba. Este miércoles (la entrevista se realizó el 16 de noviembre), tenemos por primera vez a las 12:00 una sesión de puertas abiertas que se harán dos veces al mes: el primer y tercer miércoles de cada mes. El objetivo es que se conozca este monumento histórico, este edificio y lo que en él se desarrolla: qué es la Institución Teresiana, qué actividades lleva a cabo… Unas puertas abiertas es la mente, el corazón y la vida de la institución abierta para que venga quien quiera y, a la vez, el compromiso también de la institución de ir trabajando con otros y con entidades de la migración. Cada una de las relaciones tiene su propio cauce y todo armonizado es la sede de la institución.
–¿En qué van a consistir esas visitas?
–Pues en una presentación de la Casa y de la Institución Teresiana.
–De todos los proyectos que se llevan a cabo en la entidad, ¿se queda con alguno?
–Es la armonización de todo el conjunto. Cada uno de ellos tiene su propia personalidad, no es la rasura de todos, pero lo que sí nos importa es la armonización del conjunto. El proyecto quedaría cojo si no tuviera presencia de la actividad de los jóvenes, quedaría cojo si no hubiera presencia del movimiento religioso, quedaría cojo si no hubiera presencia de todo lo relacionado con el tema de la naturaleza ni de la Laudato si del Papa o si tampoco tuviera relación con el tema de la inmigración… Desde donde se puede abordar la realidad personal, social, internacional todo nos interesa.
–¿Existe relación con el colegio Bética–Mudarra?
–Claro, todo es Institución Teresiana. Por ejemplo, los alumnos del colegio pasan una mañana aquí para conocer la casa y a Victoria Díez. Se ha hecho la asociación de antiguos alumnos y aquí se han consolidado y firmado los estatutos. La relación es imbricada. El colegio tiene su propio estatus de educación formal. La relación existe, pero son dos realidades con identidad propia por sus propias características. La comunicación está.
–Lleva dos años al frente de la coordinación de la casa, ¿qué balance hace?
–Vine a Córdoba sin estos objetivos, surgieron y los asumí. Tengo que hacer el balance de que la vida camina, crece, y que la vida es vida y que hay gente de generar vida, que depende de todos. Hay personas en el equipo con interés en que haya vida porque esa vida es vida para Córdoba, de Córdoba y en Córdoba.
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