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La dramaturga seductora

  • María Manuela Reina Galán. A los premios logrados por algunas de sus obras teatrales se unen su capacidad de observación psicológica y su defensa de la mujer en una sociedad patriarcal

La dramaturga seductora

La dramaturga seductora

Nacida en Puente Genil en 1958, fue dama de honor en la Fiesta de la Vendimia de Montilla-Moriles en 1969. María Manuela Reina Galán cursó Filosofía hasta que decidió abandonar sus estudios para dedicarse a la escritura literaria. A pesar de una larga enfermedad que le impidió trabajar durante casi dos años, fue lectora infatigable e impenitente, autodidacta de trabajo constante y colaboradora habitual en algunos periódicos. Muy pronto, su vocación literaria obtuvo reconocimientos importantes como la Hucha de Plata del Premio de Relato Breve, Confederación de Cajas de Ahorros, por el texto Tarde de domingo, o el Premio Internacional de Cuentos Ciudad de Valladolid, que logra con un relato titulado El silencio. Fue la primera mujer ganadora del premio de la Sociedad General de Autores de España (SGAE) con El Navegante en 1983. En 1984, logró el premio de Teatro Breve convocado por la Caja de Ahorros de Valladolid con El llanto del dragón. El Calderón de la Barca con Lutero o la libertad esclava, dotado con 500.000 pesetas -3.000 euros-, con dirección de Manuel Collado, constituyó su primer estreno profesional.

Hasta entonces, su producción se basaba en situaciones ficticias y diálogos hipotéticos entre personajes famosos del pasado, pero a partir de mediados de los 80 se adentró en el terreno de la comedia realista y la alta comedia, adoptando una mirada femenina pero no feminista, donde destaca El pasajero de la noche (1987), con dirección de Mara Recatero, que hizo que ciertos sectores de la crítica la consideraran como una de las promesas más firmes de la nueva escritura dramática española.

Tras el estreno de Alta seducción (1989) y Un hombre de cinco estrellas (1992), ambos con dirección de Arturo Fernández, y Reflejos con cenizas y La cinta dorada, a cargo de Ángel García Moreno, el hito de la dramaturga alcanzó su máxima expresión. En 1989 La cinta dorada se estrenó en Madrid, precisamente en el Teatro Marquina, con 218 representaciones. La obra se configura como la primera pieza en la que la autora refleja el papel de la mujer desde la perspectiva femenina consciente; fue apertura de la temporada del Gran Teatro de Córdoba en 1990.

Contemporáneamente, otro espectáculo suyo logró un gran hito en la escena madrileña de 1990. Alta seducción se representó en el Teatro Reina Victoria con 395 pases. Es una de las obras que registran la mayor audiencia y a lo largo de todo el año. Paralelamente, se representó en el Teatro Marquina Reflejos con cenizas, desde septiembre hasta el 30 de diciembre del mismo año.

Tanto en La cinta dorada como en Reflejos con cenizas, la obra se desarrolla en los ambientes de la clase media alta de la España actual y plantea problemas y relaciones personales en los que carrera, sexo y poder se encuentran en el primer plano de los intereses. Es evidente en la comedia el general escepticismo de la dramaturga que, con una cierta frivolidad, presenta un mundo en el que todo es mentira, corrupción y ausencia de valores fuera del placer inmediato. La fórmula que caracteriza la obra es la predilecta de Manuela Reina, ya que la escritora propone a los espectadores la rememorización de un suceso, un teatro del pasado, en el que los acontecimientos se reflejan como pasados, no como actuales.

El lenguaje coloquial empleado, el tratamiento franco de cuestiones contemporáneas testimonian una rica formación y su confianza en sí misma y en sus posibilidades. Hace teatro feminista que denuncia los abusos sobre la mujer, que defiende sus derechos contra las imposiciones del patriarcado: los personajes femeninos quieren salir del papel pasivo de la mujer y representan en concreto una agresión a la tradición machista y patriarcal. Todos los personajes utilizan el habla coloquial, a veces vulgar, en otros casos, delicado, pero lo fundamental es que sus diálogos no falseen la realidad. Pone en el centro de sus dramas una figura femenina, en la mayor parte de sus obras, que tiene que luchar consigo misma y contra una sociedad patriarcal.

La presencia de esta voz femenina en las filas de la dramaturgia española ha traído como consecuencia la introducción de una nueva visión del mundo que cambia los cánones de construcción de personajes y la solución de conflictos a los que el público estaba acostumbrado y ha favorecido, por tanto, una nueva mirada sobre el entorno social. Es considerada una de las autoras de más trayectoria en el ámbito del teatro comercial, particularmente de la alta comedia, en la que ofrece una aguda capacidad de observación psicológica.

La recepción de sus obras, representadas por primeras figuras del teatro español, ha sido en general buena tanto por parte de los espectadores como de los críticos, que alaban su agilidad en los diálogos y el dominio de la estructura teatral. En definitiva, esta autora se ha mostrado especialmente activa entre 1983 y 1992, pero después, a mediados de los 90, se alejó de la escena. Cultivó desde el teatro de carácter histórico a la alta comedia. Se le sigue considerando como una de las dramaturgas más destacadas de la escena teatral española moderna. Alta seducción, comedia escrita directamente para Arturo Fernández, el gran seductor de la escena patria, se representa actualmente tan fresca como en 1989 en el Teatro Amaya de Madrid.

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