Córdoba

El dolor infantil: una valoración desde Urgencias

  • La pediatra del Hospital Cruz Roja Corina Márquez explica pautas para evaluar a los más pequeños

Corina Márquez, en su despacho con una escala EVA.

Corina Márquez, en su despacho con una escala EVA. / El Día

La valoración del dolor de los niños es una de las dificultades con las que se encuentran los pediatras en el Servicio de Urgencias, sobre todo cuando los menores aún no pueden expresarse o no colaboran. En otro ámbito, esto también supone un dilema para los padres, que en ocasiones no saben si lo que le ocurre a su hijo es motivo para llevarlo al hospital.

Varios son los métodos y trucos que los especialistas utilizan para realizar esa evaluación con el objetivo de conseguir el mejor diagnóstico y tratamiento. Series numéricas y escalas de colores y caras son los principales recursos que tienen los pediatras en niños que ya pueden expresarse.

En ese sentido, la pediatra del Hospital Cruz Roja Corina Márquez explica que en lactantes y neonatos se utilizan unas “escalas conductuales o fisiológicas, es decir, se trata de observar si el paciente está llorando, cómo es su actividad motora, la expresión de su cara, si está muy irritable...”.

En los niños de entre tres y seis años se utilizan las escalas con colores y caras, principalmente la Escala Visual Analógica (EVA). Esto es, “se les dice que señale cómo se siente. Cada cara tiene una puntuación, por lo que así se ve el tipo de dolor”, indica la especialista.

En cuanto al aspecto psicológico, el apoyo de la familia es fundamental para calmar al paciente

En pacientes algo más mayores las escalas son numéricas para que diga del uno al diez cuánto le duele y, por último, “si tienen una edad en la que se puede expresar bien, le preguntamos directamente dónde es el dolor”, añade.

Márquez incide en que una de las prioridades del Hospital Cruz Roja es concienciar y humanizar sobre el aspecto del dolor infantil en las Urgencias pediátricas ya que de una buena valoración dependerá un mejor tratamiento.

En este sentido, la especialista destaca que “sobre todo en los más pequeños es complicado saber valorar el dolor porque, como no se saben expresar, a veces pasa desapercibido y no se trata bien”.

La escala EVA suele funcionar, pero todo depende de la colaboración que muestre el joven paciente. Por ello, la observación de la expresión facial del niño es fundamental (si llega muy quejoso, sonriente y jugando...).

La pediatra del Hospital Cruz Roja resalta que en el dolor influye mucho el aspecto psicológico. Por ejemplo, cuando les acaban de poner vacunas o han sufrido un procedimiento dolosoro anterior sin una analgesia adecuada “ya vienen predispuestos a Urgencias; no se dejan explorar y están reticentes”. En estos casos especialmente “intentamos ser más dulces y distraerlos con algo para poder abordarlos, todo con la ayuda de los padres y algún auxiliar”.

Por otro lado, Márquez señala que en cuanto al sexo, los estudios indican que los niños son más tolerantes, aunque también depende de la edad (los más pequeños no saben expresar ese dolor). “No hay una causa genética, se cree que es por influencias sociales”, añade.

En el proceso del dolor también influye la familia: “Si le transmite ansiedad e intranquilidad, el niño puede sentir que le duele más”. En este aspecto, puntualiza que el apoyo del entorno es fundamental para calmar al paciente.

La pediatra de Cruz Roja explica que el dolor es un síntoma que acompaña a muchas patologías en los niños, por lo tanto constituye “una de las causas más frecuentes por las que se acude a Urgencias”.

Para saber si es necesario llevar al niño al hospital, Márquez recomienda a los padres que observen el comportamiento del bebé: si está irritable y no se consuela en brazos, tiene el ceño fruncido, está quejoso o deja de comer, entre otras variables. “Ante cualquiera de estos síntomas, recomendamos traerlo a Urgencias para valorarlo y administrarle la analgesia correspondiente”.

Además, desde hace unos meses Cruz Roja cuenta con la analgesia inhalatoria (óxido nitroso), que ayuda a humanizar procedimientos como suturas o curas gracias a una sedación consciente para evitar el trauma que suponen en los menores.

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