El discípulo aventajado de Céspedes y amigo de Góngora
Cordobeses en la historia
Juan de Peñalosa y Sandoval nació en pleno Siglo de Oro, pronto quedó atrapado por las Artes de esos años españoles que siguen deslumbrando al mundo actual, y reposa lejos de su tierra
La vida del pintor y poeta Juan de Peñalosa y Sandoval, discurre entre las postrimerías del reinado de Felipe II y comienzos del de su nieto, Felipe IV.
Aunque viene afirmándose, según algunos autores, que nació en Baena en noviembre de 1579, otros, como la profesora Purificación Espejo Calatrava (Pintura del Renacimiento en Córdoba. Córdoba, p. 269), sostienen que lo hizo en aquella localidad, si bien en 1581. Sin embargo, una reciente línea de investigación abierta y dirigida por el profesor Manuel Pérez Lozano revela que nació en Córdoba en 1581, a raíz de una inscripción hallada en el Archivo Histórico Provincial de la capital, tratándose, por tanto, según el profesor, de una transcripción errónea la que se hace en Baena al confundir la letra "x" con la "f", que en la época de la que se trata se escribían de forma muy similar. Así pues, para Pérez Lozano, el niño nacido en Baena no es este pintor y poeta.
Su nombre aparece por primera vez en Córdoba, relacionado con la pintura, tras la muerte de su maestro Pablo de Céspedes, acaecida en Córdoba en 1608, y ser recogido en el testamento como heredero de este último por el propio padre de Juan, Alonso de Peñalosa (que no Francisco Peñalosa), junto a otro criado llamado Andrés.
Pero a juicio del citado profesor de la Universidad de Córdoba, Juan de Peñalosa pudo intervenir ya en algunas obras de Pablo de Céspedes antes de esa fecha, dadas la enfermedad que padecía su maestro en los últimos años, y sus propias declaraciones haciendo alusión a que ciertos dolores en los dedos dificultaban su trabajo creativo.
Sin olvidar a Leonardo Enríquez de Navarra, Contreras, fray Cristóbal Vela o a Juan Luis Zambrano, de Peñalosa y Sandoval es considerado el último y preferido alumno del escultor, tratadista de arte, poeta y pintor Céspedes -el humanista y racionero de la Catedral de Córdoba, tenido por el impulsor y nexo de unión entre la escuela del Manierismo y la del Renacimiento-, y como su mentor, siguió también los pasos eclesiásticos de aquel e hizo carrera como canónigo en Astorga (León), a donde marchó joven, contando en su producción alguna composición poética en la línea de su amigo y paisano Luis de Góngora.
Desarrolla su trabajo creativo en el siglo XVII, debiéndose catalogar en su Historia del Arte una importante producción de obras, a la postre desaparecidas muchas de ellas por mor de ciertos avatares del siglo XIX como el expolio con la presencia francesa del patrimonio cordobés, o la desamortización de Mendizábal. De su estancia en Córdoba, en el espacio de la Mezquita y próximo a la Catedral, se conserva una Santa Bárbara que presenta algunas de las características de Juan de Peñalosa, como las joyas o la posición de los dedos.
El Museo de Bellas Artes tiene catalogadas en sus fondos diversas obras suyas como La Asunción de la Virgen, dividido en dos espacios que representan en su ángulo superior la imagen gloriosa de ésta entre ángeles y, en la inferior, un sepulcro vacío que rodean los apóstoles; La Virgen del Rosario; San Acisclo y Santa Victoria escoltando los dos últimos a la figura de la madre con el niño de pie, sobre sus rodillas; La Visión de Santa Teresa, donde llama la atención el collar de la cruz que parece estar imponiéndose a la monja carmelita. Y Santo Tomás de Aquino, que vuelve a evidenciar varias características propias del autor como la joya que pende del cuello del fraile; la perspectiva de la mesa sobre la que escribe, los libros y otros objetos de escritorio, la silla, algunos muebles o arcones y el fondo arquitectónico que aparece a la derecha del observador no presentan una perspectiva armoniosa ni técnicamente envidiable, siendo la plasmación de estos elementos y la arquitectura de sus fondos lo más criticable, en sentido negativo, de sus obras.
De su estancia en Astorga se conservan tres retablos, el de "Santa Teresa de Jesús, el de la Inmaculada y el de La Magestad", según refiere el profesor Fernando Llamazares Rodríguez en su obra titulada Juan de Peñalosa y Sandoval, enfermedad, testamento, muerte y almoneda.
Igualmente, en el apéndice documental de la obra citada, un protocolo de Francisco de Balboa, firmado el 1 de mayo de 1633, daba fe de las diversas enfermedades que padecía Juan de Peñalosa, quien figura en dicho escrito como "canónigo de la Santa Iglesia Catedral desta ciudad, el qual padece una fiebre abitual y una ydropesía, enfermedades ambas a dos largas y penosas…" (sic), y un segundo documento de las mismas características y procedencia, certificaba su muerte en Astorga entre las 9 y las 10 de noche del 31 de mayo de 1633 por el médico Miguel Pérez, siendo el pintor y poeta cordobés canónigo de aquella ciudad. Lo sepultaron en el suelo de la capilla de San Miguel de la Catedral de la antigua Asturica Augusta, porque así lo había dispuesto expresamente en su testamento. Juan de Peñalosa engrosa así la larga nómina de artistas e ilustres hombres y mujeres de Córdoba que reposan lejos de esta tierra, por voluntad propia.
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