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El día grande de La Corredera
Varios miles de ciudadanos abarrotan el centro neurálgico del mercado · Los comerciantes aprovechan el buen tiempo para resarcirse de la experiencia de 2009, que fue pasado por agua
La plaza de la Corredera, el centro neurálgico del Mercado Medieval, vivió ayer una de sus mejores jornadas desde que la feria temática se desarrolla en la ciudad (2002). Decenas de miles de personas abarrotaron durante todo el día el eje que forman las plazas de la Corredera y El Potro hasta el punto de hacer casi imposible el tránsito de los viandantes. El buen tiempo reinante hizo olvidar la mala experiencia vivida en las últimas ediciones, sobre todo la de 2009, cuando la lluvia empañó el que está considerado como el día grande del mercado. Entonces, los comerciantes se marcharon prácticamente de vacío a sus respectivas ciudades de origen. La plaza mayor, ambientada por los sonidos andalusíes, se convirtió ayer en uno de esos espacios del Medievo en los que los mercaderes dan a probar sus productos para tratar de ganarse la confianza de los visitantes y así sellar buenos negocios.
A pesar de que la plaza de La Corredera se construyó algunos siglos después de la Edad Media -en el XVII-, una gran cantidad de detalles permitieron retroceder más de 500 años en el tiempo para anclarse en el Medievo. También, como es habitual, los comerciantes se enfundaron en unos trajes de la época y convirtieron sus paradas en unos establecimientos ambulantes al estilo medieval. "Falta que los precios sean algo más bajos, mejor adaptados a nuestro bolsillo, para que nos creamos del todo que estamos en la Edad Media", precisó uno de los ciudadanos que acudieron a la plaza en la mañana de ayer. Efectivamente, el kilo de empanada a 20 euros o una patata asada a cinco euros parecen "no ser de la época, sino más bien de un restaurante de cinco tenedores".
El debate de los precios de la feria medieval, tal vez por la virulencia que ha cobrado la crisis en los últimos meses, tuvo más fuerza que en ediciones anteriores. "La gente compra, pero se lo piensa mucho más que en años anteriores", señaló el responsable de un puesto dedicado a vender quesos. Este mismo comerciante puntualizó que "lo habitual es que lleguen, miren y se den una vuelta para ver si lo encuentran algo más barato". Hay una guerra encubierta de las tarifas o, al menos, así lo ven algunos de los mercaderes consultados por este periódico.
En los días atrás se había hablado mucho de que las tarifas iban a bajar hasta un 50% o, al menos, que se congelarían. En general, todos los comerciantes aseguran a los clientes que su tabla de precios refleja importes más económicos, pero la "realidad no es tal como nos la pintan". Así lo expresa otro de los ciudadanos que se acercaron al Mercado Medieval. De hecho, para almorzar o cenar a un precio razonable hay "moverse bien por la plaza" para elegir el lugar en el que pedir los alimentos y la bebida.
La oferta gastronómica de esta edición del mercado es muy amplia. Los visitantes se pueden decantar por el rápido bocata de chorizo, el montadito de lomo o el kebab o incluso darse un homenaje con carne de cerdo asada al estilo celta. La primera opción requiere de un desembolso que oscila entre los tres y los seis euros -dependiente del lugar en el que se compre-, mientras que la segunda posibilidad, aderezada con pimientos, patatas y chacina, pasa de largo de los 10 euros. En cuanto a la bebida, también hay diferencias. Las misma cerveza puede comprarse a 1,5 euros y a 2,5. Igualmente, un vino similar puede llegar a costar el doble, si bien quienes ofrecen el más caro argumentan que "te llevas el vaso de barro de recuerdo".
La dulcería y los postres en general también se apuntan a esta batalla de los precios. Está la posibilidad de culminar la jornada gastronómica con un crepe de chocolate a 3,5 euros o con la clásica manzana caramelizada a cinco euros. Hay quien opta, sin embargo, por tomarse un trozo de tarta de muy diversos sabores -"pequeño porque es demasiado cara"-, que cuesta a 16 euros por cada kilo.
Una vez comido -hay quien dice que no se come y se bebe por menos de 15 euros- está el momento de comprar recuerdos. Aquí también hay opciones más económicas. En la parte más alta de este capítulo se encuentran las espadas. Hay réplicas de armas históricas, como la Colada del Cid, pero se disparan a más de 100 euros. También se encuentran pequeños botellas de licor a seis o diez euros, juguetes de madera que oscilan entre los tres y los 15 euros y artículos relacionados con la magia que llegan hasta los 20 euros.
"Claro que hemos bajado los precios, pero a nosotros nos han subido la materia prima para elaborarlos o fabricarlos y hasta el alquiler de un espacio en esta plaza", concluyó uno de los comerciantes dedicados al negocio de la chacina al hablar de la situación económica que se vive en La Corredera.
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