Córdoba

Los deseos de los Remedios

  • Como marca la tradición, centenares de devotos visitan la Virgen de la parroquia de San Lorenzo durante el martes y 13, el único de este año

Los devotos besan la mano de la Virgen de los Remedios y piden sus deseos.

Los devotos besan la mano de la Virgen de los Remedios y piden sus deseos. / Juan Ayala

Numerosas supersticiones son las que se han originado alrededor de la combinación del día 13 con el martes, una fecha que en la mayoría de los casos infiere un mal augurio en España. El refrán dice que, en martes y 13, ni te cases ni te embarques porque, sencillamente, es un día de mala suerte.

No obstante, en Córdoba la tradición es otra muy diferente, pues está cargada de esperanzas. Todos los martes y 13 del calendario, devotos de todas las edades se acercan a la parroquia de San Lorenzo Mártir para pedir hasta tres deseos y, según la tradición, la Nuestra Señora de los Remedios te concede al menos uno de ellos.

Este martes no ha sido menos. Desde primera hora la mañana, centenares de cordobeses y curiosos del lugar guardan cola a las puertas de la iglesia. Los seguidores de la Virgen se unen al besamanos en honor a la imagen con ramos de flores, ofrendas y encienden velas.

No obstante, antiguamente, se colocaban cientos de cirios a los pies de la imagen, pero fueron sustituidos por velas led ante el peligro de que la iglesia sea pasto de las llamas.

A la par que se abren las puertas del santuario, dos vecinas de San Agustín se sitúan en la entrada con canastos repletos de flores. Son las encargadas de llenar de color y alegría este día de sueños y deseos.

Madre e hija, Luisa Cortés y Rafi León, respectivamente, tenían una floristería que, hoy en día no conservan. Sin embargo, no faltan un martes trece con sus ramos para que los feligreses se los ofrezcan a la imagen.

Claveles, margaritas, clavellinas… Variedad de flores y colores. “Como es la de los Remedios, suelen regalarle blancas y rosas”, explica León. No obstante, añade que “amarillas, rojas, veteadas... todas se agotan al final”.

Durante todo el día reponen los canastos, sobre todo, a última hora de la tarde. “Cuando comienza el fresco de la tarde se acercan el doble de lo que hay ahora”, añade León, mientras observa cómo la cola rodea la parroquia. También, indica que “hay días que hemos estado hasta las 00:00 vendiendo flores, mínimo nos dan aquí las 22:00”.

Una de las fieles, María Fernández, guarda su lugar en la cola con un ramo blanco y cuenta que “no me he perdido ni un martes y 13 desde que supe de esta tradición”, que ya suma 36 años. Todo comenzó cuando llegó a Córdoba y era estudiante. Supo de los Remedios y empezó a pedirle para aprobar todas las asignaturas. Ahora, pide por otras razones, según la situación.

También, explica que “vengo una vez al mes para verla y que sepa que no solo la quiero para pedirle por los deseos”. En su caso, la devoción “no la puedo explicar. Me guía y, cuando tengo algún problema, me da paz”. 

Dos amigas llegan juntas a la parroquia. Una de ellas, Juani Mayoral, señala que “he venido de la playa para no perder la ocasión”. Mayoral visita el templo desde hace 15 años y nadie conoce cuáles son sus deseos. “Mis hijos siempre me preguntan qué pido y yo siempre digo que eso son conversaciones que deben mantenerse en privado entre la Virgen, el Santo y yo”, explica.

Su amiga, Rosa María Martí, supo de la tradición por Mayoral hace cinco años; no obstante, quiere continuar con la devoción e intentar que alguno de sus cuatro hijos la conserven, “aunque esto es la fe de cada uno”.

Respecto a la fe, una vecina de La Carlota, Josefina, explica que “vengo sola, a mi marido y mis hijos no les gusta. Esto es cuestión de cada uno y no hacemos mal a nadie”. Su sobrino le acompaña en ocasiones. Siempre pide por salud y, cuando puede, visita el templo para contarle a la Virgen sus problemas: “Así me calma y se me olvidan”.

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