Respons(H)abilidades

Contra la depresión laboral hace falta acción empresarial

  • La depresión es ya la enfermedad que más años de discapacidad laboral produce, razón de más para incluirla como otro reto de la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas

No son casos aislados, cada vez hay más. La carga laboral, la violencia, la inseguridad contractual, el mobbing, el acoso, la imposibilidad para conciliar la vida laboral con la personal, la inflexibilidad, la falta de holgura en los procesos, la monotonía, son algunos de los factores psicosociales que han convertido a la depresión en la enfermedad que más años de discapacidad genera en el trabajo, con las consiguientes consecuencias en la salud física y emocional de los trabajadores y también en la economía de las empresas. Esta es otra evidencia más de la importancia y la oportunidad que supone hacer una buena gestión de personas, una gestión responsable y emocionalmente inteligente desde un liderazgo consciente y una cultura corporativa sólida.

El preocupante dato sobre el alto impacto de la depresión en el mercado laboral me llegaba esta semana en la noticia sobre la apertura del cuarto seminario de Resolución de los conflictos personales desde el ámbito laboral que impulsa la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT) y las mutuas colaboradoras con la Seguridad Social. La nota de prensa remarcaba otros dos alarmantes números: la ansiedad y el estrés suponen un coste de 23.000 millones de euros anuales, la mitad por pérdidas de producción, y además, el coste de la depresión aumenta un 5% cada año. Estamos cada vez peor.

El reto de los riesgos psicosociales: ¿freno u oportunidad?

No estamos hablando de algo nuevo, pero sí de un concepto relativamente reciente en la gestión de personas. Lo psicosocial va tomando peso a medida que, desgraciadamente, se convierte en un problema de salud cada vez mayor. Por eso, parece importante definir claramente a qué nos referimos cuando hablamos de psicosocial.

La Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo define los riesgos psicosociales como "aquellos aspectos del diseño, organización y dirección del trabajo y de su entorno social que pueden causar daños psíquicos, sociales o físicos en la salud de los trabajadores". Así que esos factores psicosociales son los que pueden provocar perturbaciones en la salud psíquica y mental de las personas o en su entorno, y pueden estar relacionados con las relaciones sociales y laborales entre compañeros de trabajo, con la jerarquía en el organigrama, con el contenido o las condiciones de trabajo, con la organización de la empresa, con el tipo de liderazgo, con la inseguridad laboral, entre otros muchos. Los riesgos psicosociales son las potenciales consecuencias que esos factores pueden generar, fundamentalmente el estrés laboral, que desencadena los daños físicos y psíquicos: enfermedades respiratorias, ansiedad, depresión, enfermedades cardiovasculares, etcétera.

Todos esos factores de riego afectan de forma negativa tanto a la salud del trabajador como a su desempeño laboral, y desde ese momento, seamos prácticos, empieza el impacto económico negativo para la organización, bastante antes de la baja laboral. Por esto, sea cual sea la fuente de información que consulte, la conclusión es que los costes derivados de los riesgos piscosociales son siempre excesivamente altos, y aún peor, ponen en riesgo el desarrollo de la organización.

Así que el reto de los riesgos psicosociales para las empresas, como todos los retos, puede enfocarse de dos formas: como un freno o como una oportunidad. Yo siempre defenderé, sea el reto que sea, la segunda opción. Pero la opinión generalizada entre los expertos del sector de la prevención de riesgos es que este ámbito sigue siendo el que menos se previene en nuestro país. Así no hay oportunidad que valga.

La responsabilidad de los empresarios: prevenir y actuar

El problema es real y es caro. Afecta a los trabajadores, a sus familias, a las empresas y a toda la sociedad. Es un hecho. Por tanto existe un reto global que hay que afrontar como una oportunidad, como un trampolín hacia la mejora de la calidad de vida y hacia la mayor rentabilidad de las empresas. No sé a ustedes, pero a mí no se me ocurren mejores razones para ponerse en marcha.

La primera responsabilidad de los empresarios sería la que más hábil les hace para responder: evaluar los riesgos psicosociales de su empresa regularmente. Es algo relativamente fácil cuando se tienen sistemas de evaluación del desempeño laboral bien implantados, o la costumbre de medir el clima laboral periódicamente. Pero también sirven cuestionarios, observación, entrevistas… Todos los riegos psicosociales pueden ser identificados y evaluados.

La segunda responsabilidad es elaborar un buen plan de acción. Identificado el problema, ahora se trata de arbitrar medidas para eliminar o controlar los riesgos identificados. En esto ayuda mucho el estilo de liderazgo centrado en las personas, ese que motiva el crecimiento profesional de los trabajadores.

Y la última responsabilidad del empresario es de sentido común: controlar que los planes desarrollados se ejecutan y se llevan a cabo las medidas planteadas, medir la eficacia de las mismas, y seguir evaluando.

El verdadero éxito se produce cuando la empresa tiene integrados procesos proactivos en vez de medidas puntuales y reactivas. Por dar un ejemplo más claro: tener un protocolo de actuación sobre cómo actuar en caso de acoso, violencia o mobbing es útil, pero mucho más útil es propiciar un buen ambiente laboral en el que esos casos sean excepciones. Porque no nos engañemos, hay factores psicosociales mucho menos llamativos pero también perniciosos como la monotonía, la falta de comunicación o la falta de habilidades directivas. Hay que trabajar desde la cultura corporativa, y desde la Responsabilidad Social de las empresas que tienen visión y quieren contar con su gente.

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