"Somos demasiado críticos con una ciudad que crece al ritmo que puede"
La artista dice ser una profesional afortunada, que ha sido capaz de medirse con actrices "más populares o poderosas", y asegura que, en la interpretación, "algo se está moviendo en Córdoba"
Actriz de teatro, cine y televisión, Marisol Membrillo ha actuado en las series de televisión Los 80, El Comisario; en las películas Por quién se frotan las patitas, Una pasión singular, Hipnos, Planta Cuarta y para cerrar su versatilidad el 8 de mayo cantará con Papamundi en los jardines de Lepanto. Antes de la entrevista, Marisol posa para las fotos como sólo una estrella sabe posar. En su mirada a la cámara se puede ver que tener o no un Oscar es lo de menos cuando una se sabe una luz que ilumina.
-Actriz, cordobesa y residente en la capital. ¿Qué futuro más negro, no?
-Gracias. Creo que no. Es verdad que para trabajar tengo que irme de Córdoba pero curiosamente este año de descanso de los madriles hay dos grupos de teatro de Cordoba que cuentan conmigo. El 17 de abril tenemos obra en Arte Dramático con motivo del aniversario de Miguel Hernández dentro de los actos de cosmopoética. Además comienzo pronto un largometraje con un director joven de Córdoba. La ciudad se está moviendo y están contando conmigo. Y en mayo voy a Huelva a rodar otra película. Veo el futuro de colores, como la primavera.
-¿De niña actuabas en el salon de tu casa?
-Yo cantaba mucho de niña y era un poquito payasa. En todas las fiestas familiares la que contaba los chistes era yo. Era la protagonista y no me desagradaba, con dolor de cabeza de mi madre. Aparte claro está de los teatrillos que todos los niños nos montábamos, haciendo de vendedoras y compradores con mi hermano y hermana.
-¿Tus películas son producto de la elección o del hambre?
-Esta es una profesión muy complicada. El éxito sería la capacidad de poder elegir. Las películas de cine y televisión que han llegado a mis manos me han gustado, y me han gustado los personajes que he interpretado, pero aún no ha llegado el momento en mi carrera en el que poder elegir. Mi trabajo me apasiona y en cualquier papel quiero sacarle el máximo partido.
-¿Cuántos papeles deberías haber interpretado y una mano negra puso allí a su ahijada?
-Creo que algunos. Desde que soy actriz profesional he tenido bastante suerte en las pruebas, siempre favorables y un trabajo te lleva a otro aunque el año pasado si hubo cosas en dos películas que me fueron arrebatadas por otras actrices, también buenas por otra parte. He sido afortunada en este tiempo porque he crecido como actriz y eso te lleva a medirte con profesionales cada vez de mayor nivel, actrices más populares o exitosas, más poderosas y cada vez resulta más difícil por tanto lograr esos papeles. Ya tengo un nombre, pero ese nombre es simplemente Marisol Membrillo.
-Se habla mucho del dinero que ganan algunos actores pero nada se dice del trabajo, me refiero a levantarse de madrugada para rodar en la niebla echando lágrimas hasta la hora del catering de choped. Eso no lo reconoce nadie.
-No se reconoce por desconocimiento. Tampoco está mal, que no se conozca. El espectador va al cine a ver la peli y no las miserias que tiene la profesión, como son el levantarse temprano o memorizar los textos. Cuando estás en un proyecto, estás completamente en él y tu cabeza no para. Parece que el gremio ha querido que se vea más el glamour, el vestido de Versace y no ir de trapillo a comprar a un súper. Se ofrece la frivolidad.
-Quién tiene más ego, ¿un actor o un político?
-Tendría que tener más un actor. Lo que menos debería de tener un político es ego y pensar más en los demás. Un actor sin ego es muy complicado pues trabaja con él mismo, con sus emociones; puede llegar a la endogamia. Nos queremos ver bien, guapos. La belleza ocupa un lugar muy elevado. Un político no tendría que verse en este grupo, tendría que verse útil.
-¿Hay algún político entonces al que se le vea demasiado el plumero?
-Son muy malos actores la mayoría de ellos. Yo les veo enseguida la trampa porque se actúa también con el cuerpo, con la mirada, además de con la palabra. Corporalmente deberían trabajárselo más. Mariano Rajoy por ejemplo es un actor pésimo. Esos silencios cuando un periodista le pregunta, cuando lo que debería hacer es contestar que es lo que el político le debe al electorado. Actúa como si fuese la Pantoja o Rocío Jurado, con esos silencios de prima donna.
-¿Has comprado muchos DVD piratas?
-He comprado alguno. Pero nunca de cine español porque le hace falta al menos nuestro reconocimiento. Americano sí he comprado, aunque luego me ha decepcionado la calidad del DVD. Sí he bajado de internet, bueno, mi marido, pero cuando era película española ha sido una vez que la habían quitado de las carteleras y no pude ir a verla. Pon que el responsable es mi marido.
-¿Tengo que pagar derechos a la SGAE por mirarle?
-A mi marido sí.
-Para algunos columnistas de ciertos periódicos el gremio de actores españoles representa el anticristo. ¿Por qué les interesan tanto las causas perdidas o es que en realidad tenéis rabo y cuernecillos?
-Cuernos los de nuestras parejas y rabos los que cogemos. Al gremio le interesan las causas perdidas como a cualquier otro pero nosotros somos personas públicas y eso implica una responsabilidad social. Hacemos películas para entretener pero también para educar, concienciar, para ver otras miradas, y esas ideas molestan a un determinado sector. Hay mucha hipocresía, como gente que no quiere abortar y no deja que quien quiera hacerlo lo haga. Pero luego no tienen nada que objetar cuando se realiza la amniocentésis para evitar fetos malformados; parece que si vas a salir tontito nadie pone reparos en que se produzca el aborto.
-Precisamente usted ha vivido la pérdida de un hijo pequeño y difícil. ¿Cómo reparte el amor que tenías guardado para él?
-Todavía no lo tengo recolocado. Eso es lo peor de la pérdida. Es un sentimiento muy fuerte. Lo que me ha hecho pasarlo mal desde que se murió es no saber recolocar la caricia y la mirada que se le da a un hijo. Entiendo que la gente hable con sus seres queridos ya fallecidos.
-Volvamos al cine. Se habla mucho de las subvenciones en el cine siempre desde un punto de vista negativo y por otra parte se hace desde un punto de vista positivo de las subvenciones a la agricultura o a los albañiles del plan E. ¿Cuando aprenderán a vender vuestra película?
-No, es más bien cuándo van a escucharla bien. Somos como un sector no reconocido, en ese sentido. Cada uno ha elegido lo que quiere. El mismo respeto me merece un juez, un actor y un albañil. Entiendo que el juez gane y entiendo que haya colectivos que tengan que ser subvencionado y me da rabia que el cine o la cultura subvencionada no puedan ser así. La cultura nos hace conocernos. Me parece bien que esté subvencionada. Quizá en nuestro sector haya en algunos casos malas artes, pero como en todos. Somos la percha de la guantá.
-¿Exporta muchas actrices esta ciudad?
-Las que ha dado son bastante buenas. Hay unas que han salido y conocemos y otras no porque no se han hecho populares a través de la televisión que es el medio que te lanza. Ahí está Macarena Gómez, Luz Valdenebro, Ana Cuesta (formada aquí), Susana Córdoba, Gutiérrez Caba… Algo se está moviendo y Córdoba aporta muy buen material
-Resúmame qué respira el teatro español actual.
-Esto va por tocas. Hubo un momento, cuando lo del club de la comedia, que aquello se convirtió en un cuentacuentos. Cuando algo funciona todo el mundo quiere hacer lo mismo, explotra la gallina de los huevos de oro. Como cuesta tanto trabajo crear es comprensible que se imite pero eso empobrece el teatro. Ahora se llenan los teatros y hay ofertas para todo tipo de públicos.
-¿Y el cine?
-Me gustaría saber qué pasa el año que viene. Este año con Celda 211 ha sido muy interesante. Es una película que de repente el espectador español ha comparado con las que llegan de fuera, y está a su altura. A ver si en los próximos años se sigue la estela de Celda 211. Pero hay de todo, he visto cosas interesantes que a mí, como espectadora, me han gustado mucho y creo que los guionistas de este país han bebido de buena fuente.
-Yo echo de menos las películas del landismo.
-Bueno, hay un actor, Antonio de la Torre (Gordos, Azuloscurocasinegro) que muestra esa historia tan buena y tan española. También Carlos Iglesias con su 1 Franco 14 pesetas retrata perfectamente esa sociedad, esos temas diarios, aunque sea de la época de nuestros padres. Se ha hecho últimamente demasiado cine sobre la Guerra Civil y hace falta contar también la pre y la posguerra para que la gente joven conozca esa época.
-Sabe cantar además de actuar. La pena es que no escriba poemas porque así no le faltaría la subvención.
-Pues lo he intentado también con la poesía. De niña me gustaba escribir pero lo de los poemas me parece realmente difícil. Una persona comienza a ser libre cuando conoce sus aspiraciones y yo carezco de conocimientos lingüísticos suficientes para ser poeta. Todo se andará.
-¿Qué actriz en blanco y negro admira?
-Soy muy de Katherine Hepburn. Una actriz maravillosa. Una tía interesantísima con la que nace un tipo de mujer.
-¿Y Gracita Morales?
-Siempre se me viene a la cabeza su voz que desde niña me resultaba demasiado estridente. Una actriz española en blanco y negro…
-¿Qué escena ha tenido que repetir más veces porque no salía?
-Siempre la de comer en escena. Cuando coges una galleta y la muerdes siempre sale algo mal y al final tienes que comerte 14 galletas.
-En el teatro Kabuki los actores famosos realizan lo que se llama la pose mie, que consiste en una pose especial, con la mirada hacia el público como diciendo "aquí estoy yo", lo que despierta aclamaciones. ¿Cuál es su pose mie?
-Sí, tengo una así. Rafa (su marido, el periodista Rafael Carlos Padilla) me lo dice: es el llanto con risa. Hilo el llanto con la sonrisa y es demoledor, algo que hago magníficamente.
-Decía Burt Lancaster en El gatopardo que todo debe cambiar para que todo siga igual. Esta ciudad no cambia para no seguir igual o este puente tan odiado (el de Miraflores) nos dice lo contrario.
-Lo que he descubierto es que todas las ciudades no son tan distintas y sus habitantes tampoco. Yo he decidido vivir en Córdoba y cuando regreso de algún rodaje vuelvo a mi familia, a mis animales que tengo en casa, es una satisfacción. Es una ciudad que cambia muy lentamente. Somos muy pa dentro. Nos gusta ponerle pegas a todo, al puente nuevo, al hotel nuevo, a la casa de Cristal a la que se apedreaba. Somos demasiado críticos con una ciudad que está creciendo en la medida de sus posibilidades. Esto no es Madrid, ni Barcelona, debe tener su propia identidad. Siento que hay algo que me ata a Córdoba, no sólo mi familia. Siempre vuelvo con una sonrisa a Córdoba.
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